La Iglesia, en primera línea de lucha contra la corrupción

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Seminario internacional del CELAM sobre corrupción en América

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GUAYAQUIL, jueves 17 de junio de 2010 (ZENIT.org).- En el marco de la misión continental que vive la Iglesia en América Latina y Caribe, el Departamento de Justicia y Solidaridad del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM) celebró en Guayaquil, Ecuador, el Seminario Internacional sobre Corrupción, del 7 al 11 de junio, para actualizar la información sobre la corrupción en América y sus conexiones internacionales y nacionales, y para establecer conclusiones, desafíos y líneas de acción pastoral y de colaboración de la Iglesia con la sociedad civil, en vistas a dar pautas para unir esfuerzos en la lucha contra la corrupción en el continente.

Participaron en este encuentro obispos, agentes pastorales, representantes de la sociedad civil y servidores públicos de 16 países de América Latina y el Caribe,  informa en su portal el CELAM.

La agenda del encuentro estuvo marcada por la metodología del ver, juzgar y actuar. Las primeras jornadas se vió la situación, causas y consecuencias de la corrupción en América. Las siguientes se orientaron a iluminar, desde la Doctrina Social de la Iglesia, y a buscar caminos de trabajo pastoral de la Iglesia en su servicio al mundo desde la Buena Noticia de Jesucristo, como es característica de su misión.

Se enfatizó que la corrupción entendida como uso y abuso del poder público y privado para uso y beneficio personal o privado, está ahí. Aunque es difícil de definirla, medirla o describirla de modo unívoco por la multiformidad de sus manifestaciones, podemos medir la percepción que de ella se tiene en la sociedad. El entorno que se vive es caldo de cultivo para que la corrupción vaya creciendo desmedidamente.

“Por un lado se observa el surgimiento de nuevos monopolios y por otro un deterioro ético de la práctica política. Hay responsables públicos, pero con mucha frecuencia se suele involucrar al sector privado. Se confunde el patrimonio del Estado con el patrimonio personal”.

“También vemos con pesar la existencia de líderes laborales y sociales que no rinden cuentas a sus afiliados. Podríamos decir que la corrupción se ha institucionalizado”, afirma la Declaración Final del encuentro.

“Si bien la corrupción se ha dado en diversos momentos de la historia del continente –añade–, podríamos decir que asistimos a una progresión ‘geométrica’ en el último período. La constatamos en el crecimiento de las redes organizadas del narcotráfico y con frecuencia en las justas electorales, en especial en los procesos de reelección que deterioran las instituciones de la democracia”.

“Observamos antiguos y nuevos modelos de corrupción, entre ellos los relacionados con las privatizaciones, el endeudamiento público, la compra de armamento, dentro del marco de una resistencia a aplicar las convenciones internacionales contra la corrupción”.

Muchas son las causas que generan la corrupción, entre ellas el efecto imitación, la crisis de valores que viven los pueblos, la falta de voluntad política para castigar este mal, los bajos salarios, o los anacronismos administrativos, entre muchas otras que se mencionaron.

Se dijo en el encuentro que urge establecer mecanismos de control para la superación de este mal implementando planes de formación ética y de valores en los ciudadanos.

Se vió necesario trabajar en equipos y de modo coordinado con las iniciativas de la sociedad.

La Iglesia católica, se afirmó, debe establecer alianzas con otras organizaciones para tener una presencia internacional en la lucha contra la corrupción.

Así mismo, se debe recuperar el valor de la palabra que se ha perdido en las culturas, erradicar los mitos que se han creado y han debilitado los valores de los ciudadanos.

Se valoró el trabajo de la Iglesia, que ha dado muestras de apoyo efectivo en la lucha contra la corrupción formando en valores, estableciendo alianzas, posibilitando el acceso a la información.

Se dijo que es posible hacer el esfuerzo de trabajo conjunto para erradicar este mal que está minando seriamente las estructuras de la sociedad.

Los participantes aseguraron que no han perdido la esperanza en la búsqueda de soluciones a los problemas que existen en la sociedad, por lo tanto, afirmaron, “no podemos quedarnos inactivos en la contemplación de aquellas cosas que podemos cambiar desde un serio compromiso que surge desde la fe”.

Por Nieves San Martín

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ZENIT Staff

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