México, hacia una nueva independencia

Por monseñor Felipe Arizmendi Esquivel

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SAN CRISTÓBAL DE LAS CASAS, sábado, 25 de septiembre de 2010 (ZENIT.org).- Publicamos el artículo que ha escrito monseñor Felipe Arizmendi Esquivel, obispo de San Cristóbal de Las Casas, con el título «Méxio, hacia una nueva independencia».

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Estamos en plenas fiestas bicentenarias por nuestra independencia nacional. Son legítimas las celebraciones, pues fue un acontecimiento histórico con repercusiones en el presente. Son innegables los méritos de los héroes de aquellos tiempos, sin dejar de reconocer sus errores y limitaciones. Son un estímulo para nuestros días, pues la lucha por la vida digna de nuestros pueblos no es algo sólo del pasado, sino un reto de cada día. Construir la justicia y la libertad es una tarea de todos, no sólo de las autoridades, pues sigue habiendo muchas cadenas, que nos piden empeñarnos en promover una renovada independencia.

 

 

JUZGAR

Los obispos mexicanos, en la reciente carta pastoral «Conmemorar nuestra historia desde la fe, para comprometernos hoy con nuestra patria»,exhortamos a celebrar este feliz aniversario, pero insistimos en atender los pendientes del país, para no reducir los festejos patrios a eventos pasajeros. Enumeramos algunos:

 

«Nuestra conciencia debe mantenerse sensible frente a los nuevos rostros de pobreza y a los rezagos históricos de nuestro País. Son muchos los mexicanos que han quedado excluidos del desarrollo. Su situación se ha visto agravada por el actual proceso de globalización que, en su dimensión económica ha promovido una concentración de poder y de riqueza en manos de pocos, no sólo de los recursos físicos y monetarios, sino sobre todo de la información y los recursos humanos, lo que produce la exclusión de todos aquellos que no están suficientemente capacitados e informados.

 

Dentro de los nuevos rostros de pobreza, nos afligen y preocupan sobre todo los millones de migrantes que no han encontrado las oportunidades para una vida mejor y se ven obligados a dejar lo más propio, una familia, un pueblo, o incluso la Patria que los vio nacer. Los desempleados, víctimas de la economía utilitarista; los campesinos desplazados por no pertenecer al mundo de la tecnología y del mercado global, y los indígenas, que siguen siendo los grandes excluidos del progreso y objeto de múltiples discriminaciones. Los niños en condición de calle en las ciudades y la situación de muchos jóvenes y adolescentes que desde su temprana edad son reclutados por el crimen organizado para participar en actividades ilícitas, sembrando en ellos gérmenes de maldad.

 

Los ideales de libertad, justicia e igualdad, por los que lucharon nuestros compatriotas en la Independencia y la Revolución Mexicana, nos siguen interpelando hoy con mayor fuerza, dado que las exigencias actuales son mucho más amplias y profundas. Somos una sociedad marcada por graves y escandalosas desigualdades sociales y por nuevos rostros de violencia criminal que impiden nuestra reconciliación. No basta un desarrollo unilateral que beneficia de manera inmediata sólo a unos pocos y pospone casi indefinidamente el progreso de las mayorías. Es necesario encontrar caminos de solidaridad que incluyan a todos los mexicanos» (Nos. 112-114).

 

 

ACTUAR

¿Qué proponemos? «Ante esta realidad que nos apremia en el tiempo presente, proponemos a todos los sectores que conforman nuestra sociedad asumir tres prioridades fundamentales en el camino de nuestro desarrollo como Nación:

 

a) Queremos un México en el que todos sus habitantes tengan acceso equitativo a los bienes de la tierra. Un México en el que se promueva la superación y crecimiento de todos en la justicia y la solidaridad; por lo que necesitamos entrar decididamente en un combate frontal a la pobreza.

 

b) Queremos un México que crezca en su cultura y preparación con una mayor conciencia de su dignidad y mejores elementos para su desarrollo, con una educación integral y de calidad para todos.

 

c) Queremos un México que viva reconciliado, alcanzando una mayor armonía e integración en sus distintos componentes sociales y con sus diferentes orientaciones políticas, pero unificado en el bien común y en el respeto de unos y otros.

 

¿Qué nos toca a ti y a mí? Si haces algo por ti y por los demás, consolidamos la independencia.

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ZENIT Staff

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