Padre Louis Lougen: El reto de dirigir a los Oblatos de María Inmaculada

Fue elegido el pasado martes durante el 35 capítulo de esta comunidad

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ROMA, jueves 30 de septiembre de 2010 (ZENIT.org).- Los Oblatos de María Inmaculada tienen nuevo superior general: se trata del padre Louis Lougen OMI, de 58 años, nacido en Buffalo, Nueva York.

Dice que asume este reto “Confiando en Dios y en el poder de la Oración para que me sostenga en este camino”. Sucede así al padre Guillermo Steckling OMI quien tuvo esta misión durante 12 años.

El padre Lougen pasa a ser el responsable de más de 4.440 oblatos en 66 países a lo largo y ancho del mundo. Hasta este momento se desempeñaba como Superior Provincial en los Estados Unidos.

Los Oblatos de María Inmaculada fueron fundados en 1816  en Aix-en-Provence, Francia por San Eugenio de Mazenod y tienen un acento muy importante en la vida misionera y la oración, así como la piedad filial a María.

El nuevo superior general fue escogido en el contexto del 35 capítulo que se realiza en Roma y que finaliza el próximo 8 de octubre. Allí están reunidos 89 misioneros de diferentes partes del mundo con el tema “Un corazón nuevo, un espíritu nuevo, una misión nueva”. ZENIT entrevistó al padre Loguen.

-¿Cómo recibe usted personalmente este nombramiento? 

P. Louis Lougen: Mi experiencia es de un cierto temor y también de un sentimiento de ser indigno, de decir que no estoy listo ni preparado. Pero, como dice San Pablo “Todo lo puedo en aquel que me conforta” Filipenses 4, 13. Esas palabras me dan fuerza porque cuando yo cuento con Dios encuentro la paz. Esto me hace recordar que el llamado que me ha hecho el Señor no es para tener éxito sino para ser fiel. Nuestro nombre es Oblatos, significa oblación, donación. Yo quiero entregar mi vida por mis hermanos. No me interesa ser el mejor general del mundo sino hacer lo que puedo y continuar el proyecto de nuestro fundador y la evangelización que Jesucristo nos llamó a ser.

-Como oblato usted vivió casi 20 años en Brasil. ¿Qué cree que le puede aportar esta experiencia para su nueva misión?

P. Louis Lougen: En Brasil he aprendido y vivido el carisma de estar cerca de los pobres, de enseñarles la Buena Nueva. Con la experiencia que obtuve en medio de la gente aprendí que son ellos los que nos enseñan.

Yo fui a Brasil a evangelizar pero fueron los pobres quienes me evangelizaron a mí. La alegría en los momentos más difíciles, más duros, de más sufrimiento, yo vi gente compartiendo su vida con nosotros, que ofrecían lo que no tenían para ayudar al otro. El perdón, la alegría, la gratuidad fueron los testimonios que recibí allí.

Creo que por eso los oblatos me invitaron a hacer esto, porque hablaron de cómo conocer la vida de los pobres y esa es nuestra misión. Ellos me enseñaron el amor a María Santísima, que tanto falta en Estados Unidos. En Brasil María es una persona que camina con la gente y a quien tienen muy cerca.

-¿Y qué puede aportarle su experiencia en Estados Unidos como superior provincial?

P. Louis Lougen: Estados Unidos es una provincia muy grande. Allí aprendí más una misión administrativa, el entender cómo las provincias funcionan. Fue una experiencia de recibir cualidades que puedo usar como padre general.

-¿Cuáles son principales los desafíos que afronta ahora la comunidad de los Oblatos de María Inmaculada?

P. Louis Lougen: Un gran desafío es el tema del capítulo: la conversión y el cambio de nuestras vidas para que estén más centradas en Jesucristo, en la palabra de Jesús y en la eucaristía. En el mundo hay una gran tendencia al individualismo y esto lamentablemente afecta a veces nuestra comunitaria.

Otro desafío es el deseo de trabajar y hacer la misión de Dios y entender que somos sus obreros. También debemos procurar tener una vida más centrada en Jesús. Esto renovaría mucho nuestra vida comunitaria y nuestra vocación. Igualmente tenemos el reto de la vida misionera.

Estamos presentes en muchos países de tradición cristiana pero que han perdido su fe. En el hemisferio norte: Europa, Estados Unidos y Canadá hay mucha gente que ha perdido su interés en Dios.

Tenemos el desafío de evangelizar en este mundo secularizado y estamos estudiando algunas experiencias para ver cómo anunciamos allí el Evangelio. En países como la India, por ejemplo, los católicos son una gran minoría y nosotros hablamos de diálogo pero la mayoría no quiere ni siquiera dialogar con nosotros. Tenemos que ver cómo inserir el mensaje de Jesús en las diferentes culturas donde estamos presentes.

-¿Cómo está la situación de vocaciones en los Oblatos de María Inmaculada?

P. Louis Lougen: Esta es una preocupación constante para nosotros. En el hemisferio sur: Asia, África y América Latina, estamos muy bendecidos con muchas vocaciones. Aquí viene el desafío de cómo sostenerlas porque a veces nos faltan recursos económicos para ello. Y de nuevo, el secularismo, que tanto ha golpeado a Europa y Norteamérica, hace que haya pocas vocaciones allí. Es necesario realizar una pastoral vocacional más apropiada.

-Si usted conociera un joven que le dice que quiere ser oblato de María Inmaculada ¿qué le diría?

P. Louis Lougen: ¡Que venga!, que es una vocación hermosa, que vale la pena vivirla. Nuestro carisma tiene varias riquezas: la primera es que atrae a los jóvenes porque estamos muy cerca a los pobres. Es un regalo de nuestro fundador. San Eugenio de Mazenod fue obispo y dejaba la puerta de su oficina abierta y la gente podía venir para hablar con él. A nosotros viene la gente más sencilla.

Otra riqueza es que tenemos una espiritualidad muy bonita y muy profunda. Nuestro fundador experimentó el amor incondicional de Jesucristo en el Viernes Santo en 1807, y de este amor y de esta experiencia, su vida cambió totalmente de rumbo y comenzó a trabajar con los más pobres. El escribió su experiencia puede sintetizarse en esta frase: “quiero ser siervo y sacerdote de los pobres”.

Nos centramos en Jesús crucificado, quien nos da la vida, el amor y la misión. Otro aspecto muy importante es la fraternidad de los padres y hermanos que formamos esta comunidad: Yo de joven estudié con los Oblatos de María Inmaculada y al ver la fraternidad y la alegría me sentí muy atraído.

En nuestra vida es también muy importante el amor a María Inmaculada. Nuestro fundador dijo que nuestro nombre es un pasaporte para el cielo. Estos elementos, yo creo, son muy interesantes para la juventud de hoy y el reto para nosotros está en experimentarlos cada vez más en nuestra vida.

-¿Cómo conservar la fidelidad al carisma, tras tantos años de fundación y con la presencia en realidades socio culturales tan distintas?

P. Louis Lougen: Para mí una de las tareas principales debe ser la de animar la comunión de todos los oblatos. La visita personal del padre general y la comunicación constante a través de las nuevas tecnologías, pueden ayudar a que se conserve más el carisma.

Este capítulo tiene el llamado a la conversión y nos está invitando a volver a las raíces y a renovar el espíritu porque después de tantos años podemos desviarnos de la raíz. Queremos retomar cada vez más el espíritu que San Eugenio nos dejó. Él nos dijo: “Entre ustedes, oblatos, la caridad, la caridad, la caridad”.

Para salvación de las almas es necesario el celo apostólico. También nos dijo “¡sed santos!”. Desde hace un año y medio estamos retomando este llamado para vivir intensamente nuestro carisma original.

Otro elemento, que para mí es muy importante, es nuestro ritmo de oración. Debemos juntarnos en comunidad en la capilla, delante del Santísimo Sacramento en silencio por media hora todos los días.

Nuestro fundador escribió que debemos estar unidos a Jesús y con los hermanos en el mundo entero. Así conservaremos el carisma para nosotros y
para quienes vendrán después. Nos debe unir el mismo espíritu a los padres y hermanos tanto en Canadá como Italia; en Brasil como Colombia o África.

Creo que es un acto de fe que tenemos que renovar y renovarnos todos los días. Estar unidos a Jesús como los sarmientos a la vid.

Por Carmen Elena Villa

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ZENIT Staff

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