SANTIAGO DE CHILE, domingo 5 de diciembre de 2010 (ZENIT.org).- No hay afirmación o descubierto científico que pueda poner en entredicho la obra creadora de Dios, afirma el profesor William Carroll de la Universidad de Oxford.
«Ninguna explicación del cambio cosmológico o biológico, por mucho que afirme estar basada radicalmente en el azar o lo contingente, pone en tela de juicio la consideración metafísica de la creación, es decir, la dependencia de todas las cosas de Dios como causa. Cuando ciertos pensadores niegan la creación basándose en teorías de las ciencias naturales, están comprendiendo equivocadamente la creación o las ciencias naturales, o ambas cosas», afirma en el número 60 de revista «Humanitas».
Con ello rebate la teoría postulada por el científico Stephen Hawking, según la cual la creación de universos múltiples a partir de la nada «no requiere de la intervención de un ser sobrenatural o un dios», sino que «surgen naturalmente de las leyes físicas».
Carroll argumenta en la revista de antropología y cultura cristiana de la Pontificia Universidad Católica de Chile: «Las interrogantes sobre el orden, el diseño y el azar en la naturaleza se refieren a la ‘manera o modo’ de la formación del mundo. Las tentativas de las ciencias naturales de explicar estas facetas de la naturaleza no ponen en tela de juicio el ‘hecho de la creación'».
El profesor de Teología hace una consideración sobre reciente libro A Brief History of Time, donde Hawking pretende que las interrogantes fundamentales del carácter de la existencia que han intrigado por milenios a los filósofos, están ahora dentro de la competencia de la ciencia y «la filosofía a muerto». A partir de estos argumentos, Carroll invita a una reflexión sobre lo que significa la palabra «crear», junto con un análisis de la capacidad de una respuesta a esta pregunta a partir de las ciencias naturales: «la afirmación- de carácter ampliamente filosófico y ciertamente no científico- de que el universo es autosuficiente y no existe necesidad alguna de un Creador para explicar por qué algo existe y no la nada, es producto de confusiones fundamentales en cuanto a los ámbitos explicativos de las ciencias naturales y la filosofía», postula.
Advierte que frecuentemente se cae en un «naturalismo totalizador», que elimina la necesidad de apoyarse en explicaciones que trasciendan las cosas físicas. «La conclusión que a muchos parece ineludible es que no es necesario recurrir a la idea de un Creador, es decir, a cualquier causa que esté fuera del orden natural».
La negación de la existencia de un Creador se debe, según Carroll, a que se supone que ser creado requiere que haya un comienzo temporal. Es así como se vincula la aceptación o rechazo de un Creador a la de la acogida de la explicación de un fenómeno como el Big Bang, pensando que al descartarse la posibilidad de este evento original se elimina la necesidad de recurrir a un Dios como explicación causal. Sin embargo, continúa el autor, «Un universo eterno no sería menos dependiente de Dios que un universo temporal».
Argumenta que la creación no es un cambio a partir de algo ya existente: «la creación, por otra parte, es causa radical de toda la existencia o todo cuanto existe. La creación no es un cambio. Causar totalmente la existencia de algo no es producir un cambio en algo, o trabajar en un material existente o con el mismo. Cuando se dice que un acto creativo de Dios se produce ‘a partir de la nada’, esto significa que nada utiliza Dios al crear todo lo que es; no significa que haya un cambio de ‘nada’ a ‘algo'».
Con ello se opone a la teoría de Hawking, según la cual la creación significa simplemente «poner el Universo en marcha».
«Es un error emplear argumentos de las ciencias naturales para negar la creación; pero también es un error recurrir a la cosmología como confirmación de la creación. La razón puede conducir al conocimiento del Creador, pero el camino se encuentra en la metafísica y no en las ciencias naturales»- dice. Ello se debe a que la causalidad de Dios respecto a las criaturas es de diversa naturaleza que la causalidad e interdependencia en el nivel de lo creado que investigan los científicos: «La causalidad de Dios es tan distinta a la causalidad de las criaturas, que no existe competencia entre ambas, esto es, no necesitamos poner límites (…) a la causalidad de Dios para dar lugar a la causalidad de las criaturas».
La pregunta por la causa creadora se distingue de la explicación del diseño del Universo. Hawking, manifiesta Carroll, niega la necesidad de recurrir a un Gran Diseñador, pero el postulado de un Creador responde una cuestión que se encuentra en un nivel superior a las afirmaciones cosmológicas o biológicas que se remiten a la posibilidad del cambio.