Libertad religiosa: Tema central para Benedicto XVI, afirma cardenal Turkson

Durante la presentación del mensaje de la Jornada Mundial de la Paz

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CIUDAD DEL VATICANO, jueves 16 de diciembre de 2010 (ZENIT.org).- Benedicto XVI ha escogido el tema de la libertad religiosa como el centro del mensaje de la Jornada Mundial de la Paz “no sólo porque este tema está en el centro de la Doctrina social de la Iglesia” sino también “porque la vida de la libertad religiosa es una vocación fundamental del hombre, un derecho humano inalienable universal y una clave para la paz”, dijo hoy el presidente del Consejo Pontificio para la Justicia y la Paz, cardenal Peter Kodwo Appiah Turkson.

El purpurado se refirió al tema durante la presentación de este documento pontificio que se realizó hoy en la sala de prensa de la Santa Sede.

Una libertad que se ve amenazada “por el fundamentalismo religioso, la politización de la religión y la imposición de religiones de Estado”, dijo el purpurado.

Pero también, “por nacimiento de un relativismo cultural y religioso que se está haciendo siempre más presente y duro en nuestros días”.

La libertad religiosa, es compatible con la defensa de las propias ideas pero contraria “al relativismo, el sincretismo y el fundamentalismo: todas ellas visiones distorsionadas de la libertad religiosa”, la cual, “no se limita al libre ejercicio del culto”, dijo. “Tiene una dimensión pública, que permite a los creyentes dar su contribución en la construcción del orden social”, aseguró.

El cardenal destacó la insistencia del Papa tanto en el mensaje como en la línea de su pontificado sobre el tema del diálogo interreligioso que, “debería ser reconocido como el canal mediante el cual los diversos sujetos puedan articular el propio punto de vista y construir el consenso en torno a la verdad que tiene que ver con los valores objetivos y particulares”.

“Es típico de la naturaleza de las religiones, libremente practicadas, el hecho que puedan autónomamente conducir a un diálogo de pensamiento y de vida, con la perspectiva de poner su experiencia al servicio del bien común”, aseguró el purpurado.

Por su parte, monseñor Mario Toso S.D.B, secretario del Pontificio Consejo para la Justicia y la Paz dijo que el mensaje del Papa “quiere ser un signo inequívoco del compromiso de la Iglesia a defensa no sólo de un derecho fundamental”, sino  especialmente “del hombre en cuanto tal, de su dignidad y libertad entendida integralmente”, más concretamente “, “de todas las libertades con los respectivos deberes y derechos, de la misma democracia, de la laicidad positiva, en una palabra, de la civilización”.

Dijo además que el Papa “invita, en particular, a profundizar la verdad del derecho a la libertad religiosa, es decir de sus implicaciones antropológicas, éticas, jurídicas, políticas, civiles y religiosas”.

“Para Benedicto XVI una libertad enemiga o indiferente a Dios se niega a sí misma y no garantiza la convivencia pacífica”, aseguró “porque una voluntad que se opone a Dios o se cree radicalmente incapaz de buscar la Suma Verdad y el Sumo Bien no tiene razones objetivas ni motivos para actuar sino los que están impuestos por deseos momentáneos y contingentes”.

Y señaló que sin Dios el hombre “no tiene una identidad para custodiar y construir continuamente a través de decisiones verdaderamente libres y conscientes”.

“No puede entonces, reclamar el respeto de otras voluntades, también reducidas del propio ser profundo, que pueden hacer valer otras razones o incluso ninguna razón”.

Amigo del hombre

Monseñor Toso se refirió al tema de Dios, cómo la verdadera libertad puede darse sólo a la luz de Dios: “amado sobre todas las cosas, conciente del perfeccionamiento del ser moral y de los individuos y de los pueblos, el respeto, más que la mera tolerancia de la ve del otro, la disponibilidad de un auténtico Estado de derecho sobre el plano nacional e internacional”, aseguró el secretario.

Un documento que destaca cómo los enemigos de la libertad son el fanatismo, el fundamentalismo y el laicismo. Los dos primeros “terminan por atribuir el derecho a la libertad religiosa sólo a algunos sujetos y grupos autoreferenciales y en al mismo tiempo, quisieran imponer a otros las propias concesiones también con el uso de la fuerza”.

Por su parte, el laicismo, presente en especialmente en los países occidentales, “alcanza el rechazo del pluralismo religioso y de una laicidad positiva”, por el camino “de la negación no sólo del cristianismo sino de cualquier otra religión o tradición en el intento de promover una radical emancipación del hombre de Dios”.

Monseñor Toso concluyó diciendo que la Iglesia defiende la libertad religiosa “porque ésta hace memoria y experiencia cotidiana de la mirada de amor que Dios tiene permanentemente a cada persona y a la humanidad”.

Por Carmen Elena Villa

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ZENIT Staff

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