“La sangre derramada en el mundo evoca la de Jesús”

Editorial de Federico Lombardi en “Octava Dies”

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CIUDAD DEL VATICANO, domingo 3 de abril de 2011 (ZENIT.org).- La sangre que Jesús derramó no es contra nadie, sino por todos, y la que se está derramando en esta época en muchos lugares del mundo la evoca continuamente.

Así lo afirma el director de la sala de prensa de la Santa Sede, Federico Lombardi, en su editorial de hoy en “Octava Dies”, el programa dominical del Centro Televisivo Vaticano.

Reflexionando sobre el reciente libro del Papa, “Jesús de Nazaret 2”, Lombardi recuerda la afirmación de Benedicto XVI de que “la sangre de Jesús no se derramó contra nadie, sino por muchos, por todos… Todos nosotros necesitamos la fuerza purificadora del amor, y esta fuerza es su sangre. No es maldición, sino salvación”.

Esta, subrayó el portavoz vaticano, “es una de las afirmaciones del libro que más ha atraído la atención y cosechado muchos consensos, porque elimina resueltamente de raíz las interpretaciones de un pasaje del Evangelio que sonaba como condena del pueblo judío”.

“Hoy estas palabras nos vuelven a la mente cuando miramos una vez más a la demasiada sangre que se derrama, en Costa de Marfil, en Libia, en tantos otros lugares del mundo”, observó.

“Cuando ven la sangre derramada, los cristianos no pueden dejar de recordar espontáneamente la sangre de Jesús”, añadió.

Sobre todo, lamentó la “sangre derramada por las guerras civiles, por conflictos internos en los países, que por muy variados que sean, deberían intentar crecer como comunidad humana y civil, y donde en cambio se excavan abismos de odio no sólo para hoy, sino también para el futuro”.

Dios, añadió, “está cercano, presente y partícipe en el sufrimiento provocado por una violencia homicida de la que sólo puede alegrarse el que es enemigo de la humanidad”.

Dios, en cambio, “sigue amando a todos y deseando la salvación de todos, en todos los lugares, pagando el precio de la credibilidad de este amor”.

Este amor, ¿es un “arma impotente”, o es, al final, “más fuerte que las demás?”, concluyó Lombardi, añadiendo que “el camino hacia la cruz y la resurrección sostiene el difícil compromiso de todos los constructores de la paz”.

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ZENIT Staff

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