La Iglesia católica en Cuba ha contribuido a contener la represión

Entrevista con Alfredo Felipe, exprisionero de conciencia cubano

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MÁLAGA, lunes 18 de abril de 2011 (ZENIT.org).- Alfredo Felipe Fuentes fue condenado a 26 años de privación de libertad, en la ola represiva de 2003 llamada Primavera Negra. Junto a su esposa Loyda Valdés, ha recalado en Málaga, España. No por propia voluntad, sino como condición para su excarcelación por el gobierno de Raúl Castro. Es uno más de los «beneficiados» por el proceso de diálogo Iglesia católica-gobiernos cubano y español. Un proceso que, tanto el gobierno español como el cubano han dado por concluido, con evidentes beneficios propagandísticos.

Alfredo Felipe, licenciado en Economía, definido por su esposa como «honrado, modesto, afable, respetuoso», ha sufrido y sufre las secuelas de la represión castrista por su integridad ética e intelectual.

Ejerció la oposición pacífica al régimen cubano, y en este movimiento ocupó una serie de cargos, e impulsó varias organizaciones: presidente del centro no gubernamental de Derechos Humanos y Cultura de Paz «José de la Luz y Caballero»; director de la agencia de prensa Artemisa; miembro del comité ciudadano gestor del Proyecto Varela; miembro del Consejo Unitario de Trabajadores Cubanos; director de la Biblioteca Sindical Independiente “Emilio Maspero”; periodista independiente, y miembro de la Sociedad de Periodistas de Cuba «Manuel Márquez Sterling».

En 1985, la dirección de su centro laboral, le despojó de la máxima evaluación técnica, según su esposa, «por recomendaciones políticas», y le impugnó ante varias instancias, no logrando su objetivo. En 1991, inexplicablemente, «a pesar de su profesionalidad y honradez» quedó desempleado. Le faltaba la principal exigencia, explica Loyda, «la lealtad política al régimen». Ya víctima de la privación política del empleo, se vinculó a la oposición pacífica, en respuesta al atropello político.

El 13 de marzo de 1995, la junta directiva del centro “José de la Luz y Caballero”, de la que formaba parte, presentó al Ministerio de Justicia, la petición de registro oficial para la organización, pero pasaron siete años sin recibir respuesta.

En 1996, interrumpe su tranquilidad hogareña una banda paramilitar con la intención de amenazarlo e intimidarlo. Es objeto del desamparo oficial, al no aceptar las autoridades su denuncia.

En 1997, la policía registra su casa y confisca artículos legalmente adquiridos, que utilizaba para ganarse la vida, lo arrestaron, a la vez que presionaban a su esposa para que le convenciera de que abandonara la oposición.

El 10 de febrero de 2000, al asumir la presidencia de la organización, presentó quejas ante la Fiscalía Municipal por la violación del Ministerio de Justicia, al no darle respuesta a su solicitud. El 14 febrero de 2001, recibió una comunicación de la instancia municipal donde comunicaron la queja de la instancia provincial, y que posteriormente se le daría curso en la Fiscalía General de la República. El 15 de marzo de 2001, recibió acuse de recibo de la Fiscalía General, donde le comunican que la tramitación estaría a cargo del Ministerio de Justicia, o sea de los violadores.

El 28 de marzo de 2001, se dirige nuevamente a la Fiscalía General con los interrogantes obvios. Aún el Ministerio de Justicia no había respondido, la Fiscalía General no había actuado y a la víctima de estos atropellos, los tribunales le condenaron a 26 años de privación de libertad.

En el 2001, arrecia la represión a causa de algo nuevo que atrajo la atención del cuerpo represivo, y que no fue otra cosa que el Proyecto Ciudadano Varela. Aquí comenzaron los acosos de la policía política en la calle, las visitas intimidatorias en su vivienda. Se lo llevaban en autos policiales hasta las afueras del pueblo con el fin de amedrentarlo. Fue citado por la Fiscalía Municipal, en presencia de la seguridad del Estado, pidiéndole que abandonara el Proyecto Varela, aunque, curiosamente, esta misma acción policial, al reconocer su existencia, dio carta de ciudadanía al Proyecto.

La policía política suspendió el curso que impartía para la formación de instructores públicos de Derechos Humanos –-tema tabú en el sistema educativo cubano–. Su vivienda era objeto de constante vigilancia. En este medio hostil, logró una recogida de firmas para el Proyecto Varela. La Seguridad del Estado, dispuesta a detener el éxito del proyecto –aunque no fue nombrado en el juicio oral, ni citado abiertamente en su sentencia–, según Loyda Valdés, tenía en el proyecto Varela la causa principal de su encarcelamiento.

Desde marzo del 2003, su esposa empezó a agrupar esfuerzos para su liberación, haciendo uso de la legalidad estatal. Acudió a personalidades y organismos gubernamentales cubanos. Logró sólo respuestas esquivas, negativas, y en el menor de los casos desatención, todas ellas, afirma, «equivalentes al desamparo oficial».

Alfredo Felipe está ahora muy ocupado ayudando a alojarse a los nuevos excarcelados llegados a Málaga hace unos días. Como más experimentado en los vericuetos de la ayuda española, ya consiguió ropa para ellos que le van a enviar desde Madrid –el gobierno cubano avisa con poco tiempo y no les deja sino recoger lo justo para el viaje–. A algunos, con su escaso peculio les compró un teléfono móvil barato.

Alfredo Felipe Fiente habla para ZENIT sobre la odisea vivida.

–¿ Como fue que usted acabó en la cárcel?

Alfredo Felipe Fuentes: A partir de 1991, comienzo en las actividades civilistas, es decir, derechos humanos, prensa independiente y sindicalismo libre. Como se sabe, sobre estas tres actividades hay mucho que decir en Cuba; y comenzamos a decirlo cada vez más abiertamente.

Durante toda esa década de los noventa, se vivió en Cuba el enorme impacto y consternación política y económica del derrumbe del comunismo global; por ello, el régimen toleraba, a medias, nuestras actividades, con un nivel medio de represión. Pero ya en la primera década de los 2000, se dieron dos circunstancias desencadenantes de la grave represión conocida como la Primavera Negra del 2003:

a.- Que habíamos alcanzado tal nivel de actividad civilista que el régimen lo consideró peligroso, sobre todo, en tanto a ejemplo para la población. La culminación de este nivel de actividad se concretó en el Proyecto Varela, que se convirtió en un hito de la lucha cívica para Cuba, hasta ese momento.

b.- La aparición de otro maniático del poder –y rico, como Hugo Chávez– que encontró en Castro la yunta perfecta para sus planes mesiánicos, comenzó a cubrir el vacío económico dejado por la URRS. Con esto, Castro se sintió fuerte de nuevo y decidió contraatacar a la disidencia, que ya había alcanzado un vuelo demasiado peligroso para él.

ntonces, en resumen, estas dos circunstancias: una disidencia inusitadamente crecida y un Chávez oficiando como URSS se combinaron y, Castro aportó su celebérrima Primavera Negra de Cuba, marzo 2003; cuyo resultado fue el encarcelamiento de los 75 opositores pacíficos entre los que me incluyo.

–¿Quién le ha sostenido en estos años de cautiverio?

Alfredo Felipe Fuentes: El exilio cubano, principalmente que durante los siete años y medio de nuestra prisión no dejó de enviar ayuda a nuestra familia; ayuda que significó también apoyo psicológico para resistir el impacto de la supresión de libertad.

Pero quiero resaltar que, en los momentos más duros, cuando la tortura psicológica fue más intensa, en aquellas celdas diseñadas para la claustrofobia, lo que me salvó fue una oración redactada por mi hija en la que invocaba el poder de Jehová como fortaleza espiritual.

–¿Es usted creyente?

Alfredo Felipe Fuentes: Me siento profundamente cristiano. Y creo que tomar el camino de Jesús es la única salvación para la humanidad.

-¿Qué papel ha desempeñado y desempeña la Iglesia católica en Cuba?

Alfredo
Felipe Fuentes: Creo que en estos 52 años la Iglesia católica cubana, con sabiduría y paciencia, ha contribuido muchísimo a la contención de la brutalidad atea comunista; que felizmente pudo ser vencida con el concurso de todas las iglesias cristianas de la isla.

Y en las últimas dos décadas, en particular, la Iglesia católica cubana se convirtió en un importantísimo apoyo para quienes luchamos contra la dictadura de Fidel Castro. Los últimos acontecimientos, en los que la Iglesia medió entre las Damas de Blanco y Castro para nuestra excarcelación, así lo demuestran.

-¿Qué futuro le ve a Cuba?

Alfredo Felipe Fuentes: Hoy me siento optimista. Creo que los cambios en Cuba sobrevendrán, entre el corto y mediano plazo. Porque aunque el régimen no desea hacerlos, es consciente de que no tiene otra escapatoria para mantenerse en el poder por algún tiempo más, ya sea en estadio terminal.

Se trata de una cuestión de fisiología social y la sociedad cubana no aguanta más las toxinas de la dictadura. Castro lo sabe y por eso ha comenzado a soltar lastre. En el próximo Congreso del Partido Comunista de Cuba, veremos esto con mayor claridad [cuando se hizo esta entrevista no se había iniciado el actual VI congreso de PCC, en curso, n.d.r.].

¿Cuáles son sus expectativas en España?

Alfredo Felipe Fuentes: Inciertas, al igual que para la mayoría de los peninsulares. Pero siempre dispuesto a luchar, como la única actitud digna del ser humano ante la vida.

Por Nieves San Martín

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ZENIT Staff

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