ROMA, viernes 22 de abril de 2011 (ZENIT.org).- Quizás no estamos todavía al nivel de China, pero cuando se trata de represión contra los disidentes o las voces críticas contra el régimen, en Vietnam tampoco se bromea. Basta por ejemplo, querer seguir fuera de la sala, el proceso contra otro disidente, para ser a su vez arrestado.
Esto es exactamente lo que le ha pasado a dos activistas de derechos humanos –el abogado católico Le Quoc Quan y el médico Pham Hong Son, no católico– cuando, junto a otros simpatizantes, entre ellos numerosos católicos, que quisieron asistir la mañana del 4 de abril en la capital Hanoi al proceso ante el Tribunal popular contra otro conocido abogado y disidente, Cu Huy Ha Vu de cincuenta y tres años de edad.
Este último, hijo del destacado poeta Cu Huy Can, muy ligado al «padre» de la Revolución vietnamita, Ho Chi Minh, fue condenado el mismo día, por el juez Nguyen Huu Chinh, a siete años de cárcel seguidos de tres años de arresto domiciliario por «propaganda anti gubernativa». Vu, que en el pasado había defendido a varios disidentes (también católicos), había pedido el fin del sistema monopartidista del país.
Como cuenta la agencia AsiaNews (5 de abril), terminaron con las esposas puestas no sólo Le Quoc Quan y Pham Hong Son. La policía arrestó también a 29 católicos, entre los cuales destacar a Paulus Le Son, un blogger que escribe también en la página de Internet de los padres redentoristas, y John Nguyen Van Tam, líder de un grupo de estudiantes católico. La policía actúo, además, de un modo brutal: los arrestados fueron maltratados por los agentes, que también golpeaban a quienes se acercaban a auxiliarlos. «La policía ha arrestado y pegado a todo el que trataba de defenderlos. Han usado porras para controlar a una mujer que arriesgó la vida intentando alejarse de los agentes», contó días después un testigo, el hermano Nguyen Tang (AsiaNews, 11 de abril).
Concretamente el arresto de Le Quoc Quan ha provocado una ola de indignación en la comunidad católica de Vietnam, que reaccionó a la noticia, difundida por la Asociación de Jóvenes Católicos de la diócesis de Vinh, con una gran manifestación y una oleada de iniciativas a favor del abogado: cartas de protesta, comunicados, asambleas y vigilias de oración. Según lo referido por Églises d’Asie (8 de abril), la manifestación de solidaridad más espectacular a favor del activista, se desarrolló la noche del 10 de abril en la iglesia de la parroquia de Thai Ha, en Hanoi, es decir la misma que, en años pasados, se enfrentó duramente con las autoridades por la restitución de terrenos expropiados a la Iglesia. El evento, en el que participaron más de 4.000 católicos, fue organizado por la asociación Doanh Tri cong Giao (Movimiento de los intelectuales y de los emprendedores católicos), del que el activista es uno de los responsables.
Muy activa ha estado la diócesis de Vinh (en la parte septentrional del país), que con 500.000 católicos y decenas de miles de fieles esparcidos por todo el mundo, es una de las más importantes y «unidas» de Vietnam. Nacido en Vinh, Le Quoc Quan es miembro de la Comisión «Justicia y Paz» local. En el ámbito de una conferencia organizada por la Comisión Nacional de «Justicia y Paz», el activista debería pronunciar el próximo 27 de mayo en Ho Chi Minh City (antigua Saigon) una ponencia titulada «La justicia y la paz en el contexto de la sociedad vietnamita», como cuenta Églises d’Asie. Concretamente la comunidad de los católicos de Vinh, residente en la capital Hanoi, ha publicado dos comunicados para denunciar la arbitrariedad de las detenciones de Le Quoc Quan.
La manifestación ha surtido el efecto deseado. Le Quoc Quan y el médico Pham Hong Son fueron excarcelados la tarde del miércoles 13 de abril. Como afirmó AsiaNews (14 de abril), la liberación, anunciada por el mismo Le Quoc Quan a un hermano suyo durante una conversación telefónica, sucedió después de un encuentro entre el arzobispo de Hanoi, monseñor Peter Nguyen Van Nhon, y el obispo de Vinh, monseñor Paul Nguyen Thai Hop, con una delegación del ministro de Seguridad Pública, durante la cual los prelados pidieron la inmediata liberación, como condición sine qua non para posteriores conversaciones. Justo después de la liberación, los activistas fueron con sus mujeres a las distintas iglesias de la capital para dar gracias a la comunidad católica. Para el portavoz del movimiento opositor Viet Tan (Vietnam Reform Party, con sede en los Estados Unidos), Duy Hoang, la liberación debería «servir como precedente para que los vietnamitas disfruten de su derecho a reunirse pacíficamente incluso fuera de las salas de los procesos políticos» (Radio Free Asia, 13 de abril).
Cuando se trata de la libertad de religión, la represión no golpea sólo a los disidentes, como por ejemplo el sacerdote Nguyen Van Ly, o algunas parroquias, como la de Thai Ha, incluso comunidades enteras. Lo demuestra un nuevo informe (http://www.hrw.org/sites/default/files/reports/vietnam0311Web.pdf) de la conocida organización pro derechos humanos Human Rights Watch (HRW). Publicado el pasado 30 marzo, con el título «Montagnard Christians in Vietnam: A Case Study in Religious Repression», el documento denuncia la continua persecución religiosa contra los «Montagnards» (montanari), es decir la población aborigen de la región de los Altiplanos, hacia la frontera con Camboya y Laos.
Entre los Montagnards, que se autodefinen como «Degar» (hijos de las montañas), son llamados despreciativamente «moi» (salvajes) en vietnamita, el cristianismo está muy difundido. Muchos pertenecen a iglesias protestantes independientes (las llamadas «iglesias domésticas» o «House churches»), mal vistas por el gobierno comunista de Hanoi, que acepta sólo a las comunidades afiliadas a la Iglesia protestante reconocida, es decir la Southern Evangelical Church de Vietnam (SECV).
La persecución contra los «montanari» ha sido descrita como «dura» y «sistemática» por Phil Robertson, vicedirector de Asia en HRW, que presentó y comentó el informe (Radio Free Asia, 30 de marzo). De la investigación se trasluce que sólo en 2010 más de 70 Montagnards fueron arrestados y que desde 2001, unos 25 murieron en la cárcel o en las detenciones. Los «montanari» que actualmente están detrás de las rejas por motivos relacionados con la «seguridad nacional», son al menos 250. Por este motivo, la organización ha pedido a los Estados Unidos que introduzcan de nuevo a Vietnam en la lista de los «Países de particular preocupación» (CPC acrónimo en inglés), por las continuas violaciones de la libertad de religión, de la que había sido extraída en 2006. Según HRW, Hanoi trata de obligar a los Montagnards a abandonar su propia fe. No faltan noticias de torturas con descargas eléctricas o los tentativos de romper los tímpanos con golpes en las orejas.
La presión sobre los Montagnards no se limita al Vietnam, también se da en la vecina Camboya, donde las autoridades de Phnom Penh decidieron el pasado febrero, cerrar un campo de refugiados de las Naciones Unidas, que acogía a Montagnards huidos de Vietnam. Mientras que la decisión ha suscitado las preocupaciones de HRW – el organismo teme, de hecho, que los refugiados sean repatriados-, los responsables del Jesuit Refugees Service (JRS) han acogido favorablemente la clausura. El campo no era más que «el equivalente a un centro de detención», afirmaron, (BBC, 15 de febrero).
Por su parte, la diócesis católica de Kontum, que incluye la provincia de Gia Lai y de Kontum, donde se concentran las minorías étnicas, ha lanzado recientemente una serie de iniciativas a favor de los Montagnards. Como contó un sacerdote a AsiaNews (7 de febrero), mucho jóvenes han sido mandados a l
as zonas más remotas de la diócesis y religiosas dominicas han fundado seis nuevos albergues para acoger a los huérfanos de diversas etnias. Más al sur, también en la diócesis de Ban Me Thuot esta reforzando su compromiso pastoral y social con los Montagnards. Así lo anunció el nuevo obispo de la diócesis, monseñor Vincent Nguyen Van Ban, en ocasión de su consagración, sucedida en mayo de 2009.
La cuestión de la libertad de religión y de las relaciones entre la Iglesia y el Estado será, sin duda, otro tema que dominará la primera visita al país de monseñor Leopoldo Girelli, nuncio en Singapur, nombrado el pasado 13 de enero por el Papa Benedicto XVI como representante no residente en Vietnam. Llegó el 18 de abril a Hanoi, el diplomático vaticano celebrará la Pascua en la capital y participará también en el encuentro bienal de la Conferencia Episcopal vietnamita, programada en Ho Chi Minh City (Saigon) del 25 al 28 de abril. Antes de volver a Singapur el 2 de mayo, el prelado visitará también varias diócesis del sur del país.
Según lo que ha transmitido AsiaNews (21 de abril), el nombramiento de monseñor Girelli es el primer resultado concreto de las negociaciones en curso entre el Vaticano y el gobierno vietnamita. A su llegada al arzobispado de Hanoi, el prelado ha recibido una carta de algunos fieles, de la que se ignora, sin embargo, su contenido.
Por Paul De Maeyer, traducción del italiano por Carmen Álvarez