La Nueva Evangelización en el continente americano

XVI Reunión del Consejo Especial para América del Sínodo de los Obispos

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CIUDAD DEL VATICANO, viernes 4 noviembre 2011 (ZENIT.org).- Al término de la XVI Reunión del Consejo Especial para América de la secretaría general del Sínodo de los Obispos, celebrada los días 27 y 28 de octubre, ha hecho público un comunicado sobre La Nueva Evangelización para la transmisión de la fe cristiana.

El comunicado recuerda que, en la exhortación apostólica postsinodal Ecclesia in America, son varias las llamadas al diálogo interreligioso y a la nueva evangelización.

Tales argumentos, señala “revisten una gran actualidad, sea por motivo de la reciente Jornada de reflexión, diálogo y oración por la paz y la justicia en el mundo, convocada en Asís por el santo padre Benedicto XVI, ya sea por la XIII Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos sobre La Nueva Evangelización para la transmisión de la fe cristiana”.

En estos temas se han centrado los trabajos de la XVI Reunión del Consejo Especial para América de la secretaría general del Sínodo de los Obispos, celebrada los días 27 y 28 de octubre, en la sede de la secretaría general.

Además, el orden del día preveía, teniendo en cuenta la Ecclesia in America, la consideración de la situación social y eclesial en los diversos países del continente.

Para introducir el debate, el secretario general del Sínodo de los Obispos, monseñor Nikola Eterović, se refirió al tema del diálogo interreligioso, al que la exhortación Ecclesia in America dedica su atención.

El secretario general señaló la necesidad y la importancia del diálogo de la Iglesia católica con las demás Iglesias y comunidades eclesiales, así como con los judíos, con los musulmanes y con los representantes de otras religiones no cristianas.

En este sentido, se destaca que Ecclesia in America, representa para la situación del continente americano los criterios de valoración de las religiones no cristianas ya expresados en la declaración Nostra aetate, del Concilio Ecuménico Vaticano II, según los que la Iglesia católica no rechaza nada de lo que de verdadero y santo existe en las religiones no cristianas, pero afirma la especificidad original del cristianismo.

En el debate, aparecieron muchos signos positivos pero también otros que “causan preocupación”, ya desde el punto de vista de la vida de la Iglesia ya desde el punto de vista social.

En cuanto al diálogo ecuménico e interreligioso se constata, en algunos casos, una interferencia del Estado, que por una parte se autoproclama laico, pero por la otra mantiene, en la práctica, una línea de conducta orientada a considerar a la Iglesia católica como una de las muchas denominaciones religiosas, ignorando, de este modo, su verdadera naturaleza y el papel histórico indiscutible que esta tuvo en la primera evangelización del continente, como también en la formación de la identidad de las naciones individuales.

Al igual que esta estrategia seguida por las autoridades civiles, el diálogo ecuménico e interreligioso se sustituye con el concepto genérico de “relaciones interreligiosas”.

De este modo, afirma el cpomunicado, “no sólo las religiones son consideradas como fenómenos de naturaleza espiritual en igualdad de condiciones, sino que se pretende ver la religión como un instrumento al servicio de la vida política”.

En vez de esto, “la Iglesia en América está determinada a continuar con las actividades ecuménicas e interreligiosas en la línea pastoral marcada por el Concilio Vaticano II y por el Magisterio sucesivo”, afirma la nota.

En este sentido, añade, “se obtienen buenos frutos a través del diálogo con el resto de confesiones cristianas, con los judíos, así como con las religiones no cristianas, especialmente con los musulmanes, aunque estos últimos no representan un número importante en la mayoría de los países”.

Muy significativa, señala, “en varios países es la presencia de las religiones indígenas, que existían antes de la primera evangelización. En estas, la Iglesia católica intenta descubrir elementos compatibles con el Evangelio, purificándolos e integrándolos convenientemente en la vida de las comunidades eclesiales locales”.

Más compleja es, afirma, “la relación con las sectas, verdadero reto para la Iglesia en el proceso de la nueva evangelización”. De hecho, las sectas, “a través de un fuerte proselitismo, se extienden velozmente en las grandes ciudades y donde la presencia de la Iglesia es débil”, constata.

En el ámbito social, la nota señala también “distintos signos de preocupación”, como “la difusión de la pobreza, de la violencia, de los valores contrarios al respeto de la vida humana desde su concepción hasta la muerte natural, que se consideran como resultados de la influencia negativa del proceso de secularización que se está extendiendo de norte a sur”.

También se destacó “la difícil situación social de Haití, consecuencia del terremoto, que se ha prolongado en el tiempo agravada por las enfermedades y por una situación social de fuerte descontento por parte de la población local”.

Se espera que “la solidaridad manifestada por los gobiernos e instituciones internacionales y por los organismos eclesiales produzca mejores frutos en la colaboración con los entes locales”.

A esta realidad específica y geográficamente delimitada, se añade también en el contexto social, otro fenómeno de amplias proporciones que implica a todo el continente: “el movimiento migratorio, que representa uno de los desafíos más urgentes para la nueva evangelización”.

En este campo, informa la nota, “la Iglesia está comprometida en la promoción de programas sociales y de asistencia religiosa a los inmigrantes, con el objetivo de ayudar a la integración cultural y a la paz social. Si por una parte es necesario destacar las graves dificultades que encuentran los inmigrantes ilegales, por la otra es necesario poner de relieve los aspectos positivos del fenómeno migratorio, que llevan ya sea a una mayor integración de los distintos pueblos en la unidad del mismo continente, ya sea a la conciencia de la necesidad de recorrer el camino de la solidaridad para resolver los problemas de forma global y eficiente”.

En el ámbito eclesial, “motivo de consuelo es el aumento de las vocaciones al sacerdocio, aunque muy diversificado ya sea en los países como en las diócesis. Se verifica un aumento de las vocaciones masculinas al sacerdocio y a la vida consagrada, mientras que la vida religiosa femenina crece más moderadamente y en algunos ambientes disminuye. En general, se constata una buena disposición a la acogida de la fe por parte de las nuevas generaciones, que necesitan una sólida formación humana y cristiana”.

Según el comunicado, la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe de Aparecida, continúa produciendo notables frutos. Se han iniciado programas pastorales a nivel local para aplicar las líneas pastorales relativas del Documento Conclusivo de Aparecida, que continúan las orientaciones de la Exhortación Apostólica post-sinodal Ecclesia in America.

Al aumento del impulso misionero contribuye la esperanza suscitada por la buena acogida de los Lineamenta de la XIII Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos que tendrá lugar del 7 al 28 de octubre de 2012.

De hecho, el tema La nueva Evangelización para la transmisión de la fe cristiana, no sólo encuentra eco en la exhortación Ecclesia in America, sino que ya es una constante preocupación para los pastores en América.

Por este motivo, las conferencias episcopales están preparando cuidadosamente las respuestas al documento de preparación, poniendo de relieve las urgencias pastorales locales.

Otros aspectos de la vida de la Iglesia en
el continente serán objeto de la próxima reunión del Consejo Especial para América de la Secretaría General del Sínodo de los Obispos, que tendrá lugar del 20 al 21 de noviembre de 2012.

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ZENIT Staff

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