El secretario de estado es el primer colaborador del papa y es el jefe de la Secretaría de Estado, el dicasterio más importante de la Curia Romana, que organiza, hace los nombramientos y dirige las actividades de los otros dicasterios o ministerios.
El papa está por encima de la Curia, por lo tanto secretario de estado es el número uno de este órgano de gobierno. Hasta el 15 de octubre será ejercido por el cardenal Tarcisio Bertone, y después asumirá el arzobispo Pietro Parolín.
El número dos de la Secretaría de Estado es el 'sustituto', Mons. Angelo Becciu', y el número tres, el 'secretario de las Relaciones con los Estados', Mons. Dominique Mambertí (o ministro de exteriores). En la administración ordinaria lo que el secretario de estado firma tiene efecto de ley.
Cada día estos dos ministros (el sustituto y el secretario de las Relaciones con los Estados) van a la primera 'logia' en donde se reúnen con el secretario de estado y le presentan todos los problemas que surgieron. Si son asuntos de orden administrativo ellos definen como resolverlos, en cambio si son hechos nuevos y es necesario interpretar como proceder, entonces el secretario de estado lo consulta directamente con el papa Francisco. El secretario de estado encuentra al papa unas tres veces por semana, según la agenda, y claramente cada vez que el santo padre le llama.
El secretario de estado además es jefe de la Curia Romana y por lo tanto preside las reuniones que se realizan con los jefes de los dicasterios, a no ser que el papa quiera estar en estas reuniones personalmente, como lo hizo muchas veces Juan Pablo II. Dichas reuniones no tienen fecha fija y se realizan cuando son convocadas, unas dos o tres veces cada año.
La Secretaría de Estado, durante la sede vacante es responsable de las relaciones de la Santa Sede y su secretario de estado, que decae del cargo con la muerte del papa, asume algunas funciones de jefe de Estado como parte de una comisión temporánea.
“Parolín es un gigante, un buen sacerdote, muy fino en diplomacia, rico en humanidad y una persona de vida interior. No es un carrerista, es un hombre de Dios” le comentó a ZENIT un prelado que prefirió no ponerse en luz. Y precisó que “el papa Francisco lo conocía bien porque estaba como nuncio en Venezuela y por lo tanto participaba en las reuniones de los obispos latinoamericanos”.