Esta mañana, antes de participar en la audiencia general, los obispos de la Iglesia de tradición alejandrina de Etiopía y Eritrea han concelebrado con el cardenal Leonardo Sandri, prefecto de la Congregación para las Iglesias Orientales, una misa en las Grutas de la Basílica Vaticana por las víctimas del trágico naufragio que tuvo lugar el jueves pasado en la isla de Lampedusa.
En Italia el primer ministro Enrico Letta indicó que se realizarán funerales de Estado; el presidente de la Comisión Europea, Jose Manuel Durao Barroso, declaró en Lampedusa que «Europa no puede mirar a otra parte cuando son barcos que llegan y se están destruyendo esperanza y vidas». Y el presidente italiano, Giorgio Napolitano, desde Cracovia declaró: «Lampedusa es una tragedia europea. Hace falta un esfuerzo común .
En la misa en el Vaticano estaban presentes el embajador de Francia ante la Santa Sede, el de Etiopía ante Italia, los superiores y los oficiales de las Congregaciones y la comunidad del Colegio Pontificio Etíope que acoge en el Vaticano a sacerdotes etíopes y eritreos que estudian en Roma.
Durante la homilía, publicada en el Osservatore Romano, el purpurado ha señalado que «en el signo humilde del pan y del vino el Señor Jesús se entrega a nosotros para siempre y nos da la fuerza para vencer la indiferencia: unamos nuestros esfuerzos comenzando de la verdad profunda de esta oración para ser decididos en la ayuda y preparados para cuanto sea posible para prevenir las grandes tragedias y evitar que la noche caiga demasiado a menudos sobre los inocentes y los indefensos».
Así mismo, ha recordado los numerosos llamamientos a la oración lanzados por el papa Francisco por las víctimas de estas tragedias, en particular en el àngelus del domingo pasado, cuando pidió rezar «todos en silencio por estos hermanos y hermanas nuestros…dejando llorar nuestro corazón».
Hablando de las víctimas de Lampedusa, el cardenal Sandri ha subrayado que «estaban llenos de esa esperanza juvenil que la tragedia ha querido romper inexorablemente». Pero, ha añadido, «el Espíritu de Cristo ahora amplía el sufragio y envuelve a todos lo hijos de Dios con su amor eterno, reavivando la certeza que ‘nada, ni siquiera la muerte, podrá separarles de su mano’. El Espíritu llegue con la consolación de Cristo a cada familia que llora desesperadamente a los seres queridos».
El purpurado, ha explicado también en una entrevista a Radio Vaticana, que nunca había sucedido que el papa mandase a su limosnero fuera de Roma, porque él esta aquí en Roma para ayudar a los pobres que se acercan al papa. Sin embargo, «mandarlo a Lampedusa significa que el papa quiere estar cerca de estas personas superviviente y rezar por los que han muerto».