Esta mañana la plaza de San Pedro volvía a ser un lugar de celebración y encuentro con el santo padre. Con las imágenes tan tiernas y familiares de este fin de semana aún recientes en la memoria, la plaza del Vaticano se viste nuevamente de fiesta.
También hoy cientos de globos de colores llenaban la plaza mientras el papa Francisco pasaba en el papamóvil, como de costumbre, para saludar a los fieles y a los niños para darles su bendición. Un buen rato se ha detenido a charlar con un grupo de adolescentes que se encontraban en las primeras filas, y entre risas y complicidad ha compartido con ellos unos minutos.
Un banda vestida de época, alzando unas banderas ha creado un pasillo en el camino del papa hacia Sagrado para dar comienzo a la audiencia.
A dos días de la celebración litúrgica en la que la Iglesia celebra a todos los Santos, el papa ha dedicado su catequesis de hoy precisamente a la comunión de los santos. El pontífice nos ha invitado a ser cristianos llenos de alegría y a vivir la alegría de tener tantos hermanos bautizados que caminan con nosotros y también con los que están en el cielo y rezan por nosotros.
Al finalizar los saludos en los diversos idiomas, ha hecho un llamamiento especial por Irak: «Al terminar la audiencia saludaré a una delegación de superintendentes iraquíes, con representantes de los diferentes grupos religiosos, que constituyen la riqueza del país, acompañados por el cardenal Tauran, presidente del Consejo Pontificio para el Diálogo Interreligioso. Os invito a rezar por la querida nación iraquí lamentablemente afectada cotidianamente por trágicos episodios de violencia, para que encuentre el camino de la reconciliación, de la paz, de la unidad y de la estabilidad».
En el resumen de la catequesis en lengua española, el santo padre ha explicado:
«Hoy quiero hablar sobre una realidad muy bella de nuestra fe: la comunión de los santos. Esta expresión tiene dos significados relacionados: comunión en las cosas santas y comunión entre las personas santas. El segundo significado recuerda que existe una comunión de vida entre los que creemos en Cristo y nos hemos incorporado a Él en la Iglesia por el Bautismo.
La relación entre Jesús y el Padre es la “matriz” del vínculo entre los cristianos: si estamos radicados en esta “matriz”, en este fuego ardiente de amor que es la Trinidad, podemos llegar a poseer un único corazón y una única alma, porque el amor de Dios abrasa nuestros egoísmos, juicios y divisiones. La “comunión de los santos” es una gran familia, donde todos los miembros se ayudan y se sostienen entre sí.
Preguntémonos: ¿Sabemos compartir las incertezas de nuestro itinerario de fe buscando la fraterna ayuda de la oración y del consuelo espiritual? ¿Estamos disponibles a escuchar y ayudar a cuantos nos lo piden? La “comunión de los santos”, gracias a la Resurrección de Cristo, establece un vínculo profundo e indisoluble entre los que peregrinan en la tierra, las ánimas del Purgatorio y los que gozan de la bienaventuranza celeste, en la que nos unimos como Iglesia, que encuentra en la oración de intercesión la más alta forma de solidaridad».
Al finalizar estas palabras ha saludado a los peregrinos de lengua española, en particular a los grupos provenientes de España, Argentina, El Salvador, México y los demás países latinoamericanos y ha invitado «a todos a redescubrir la belleza de la fe en la comunión de los santos. Una realidad que nos concierne mientras somos peregrinos en el tiempo, y en la cual, con la gracia de Dios, viviremos para siempre».
Para concluir, el santo padre ha comenzado con los saludos personales; primero a algunos obispos y monseñores que se iban acercando en fila. Después el santo padre ha caminado hacia los fieles para saludar a algunas personalidades de las que ha recibido algunos presentes; a continuación ha llegado el turno de los enfermos y las parejas de recién casados. Con todos ellos, Francisco ha mostrado una gran ternura y delicadeza mientras les escuchaba, les hablaba y les bendecía.