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Padre Antonio Rivero: "Alegraos, os lo repito, alegraos…”

Comentario litúrgico del 3er Domingo de Adviento, 17 de dic. de 2017

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Comentario litúrgico para el Domingo 3º de Adviento, ciclo B
17 de diciembre 2017
Textos: Is 61, 1-2.10-11; 1 Tes 5, 16-24; Jn 1, 6-8.19-28
Antonio Rivero, L.C. Doctor en Teología Espiritual, profesor en el Noviciado de la Legión de Cristo en Monterrey (México) y asistente del Centro Sacerdotal Logos en México y Centroamérica, para la formación de sacerdotes diocesanos.
Idea principal: ¡Alegraos! La verdadera alegría en la vida es Jesús que con su nacimiento viene a disipar las tinieblas del pecado y envolvernos en su luz maravillosa.
Síntesis del mensaje: a este domingo la Iglesia lo llama “Domingo Gaudéte”, es decir, domingo del “Alegraos”. Recibe ese nombre por la primera palabra en latín de la antífona de entrada, que dice: Gaudéte in Domino semper: íterum dico, gaudéte (“Estad siempre alegres en el Señor, os lo repito, estad alegres” Flp 4, 4.5). Las tinieblas que cubrían el Antiguo Testamento comenzaron a disiparse con la luz –tenue aún- de los profetas. Luego brilló la antorcha precursora –Juan-. Hasta que finalmente amaneció Cristo, Sol nacido de lo alto para iluminar a los que estaban sentados en las tinieblas de la muerte. La primitiva Iglesia nutrió su piedad en esta idea de Cristo-Luz. Y dicha piedad cristalizó en una fórmula del Concilio de Nicea inserta en el Credo: “Creo en un solo Señor Jesucristo…., Dios de Dios, Luz de Luz”. Y con su Luz vino la alegría (segunda lectura, evangelio).
Puntos de la idea principal:
En primer lugar, alegrémonos, porque se acerca nuestro Salvador y Libertador. ¿De qué nos salva? (1ª lectura). De las cadenas y grilletes a los que tal vez nuestra alma está atada y por eso no es libre para relacionarse en la oración humilde con ese Dios de la Salvación. De los miedos que nos paralizan y no nos dejan descubrir que ese Salvador es Padre y Amigo y Compañero de camino hacia la eternidad. De las tristezas que nos ahogan, que nos impiden sonreír al experimentar la ternura de ese Dios Libertador que viene con los despojos de su victoria en la mano después de una lucha terrible contra el enemigo de nuestra alma. De las falsas expectativas, ilusiones y guiños que nos hace este mundo y nuestros sueños fatuos, que nos pintan el seguimiento de Cristo como un camino de rosas, de éxitos y reconocimientos, cuando en realidad sabemos que debemos seguirle por un sendero de cruz, de esfuerzo, pero con Él a nuestro lado. De todo eso viene a salvarnos: de las falsas ideologías, de esperanzas disfrazadas, de sistemas socio-económicos esclavizantes e inhumanos, de nuestros ridículos e devoradores egoísmos, vanidades y ambiciones. Salvación completa, de cuerpo y alma y espíritu (segunda lectura).
En segundo lugar, alegrémonos porque vuelve a nacer el Sol de justicia que lanza su luz sobre nuestro mundo. ¿A dónde quiere llegar con su luz? A nuestra Iglesia en esta hora aciaga, pero al mismo tiempo entusiasmante y desafiadora, de su historia para que siga guardando con celo y cariño el depósito de la fe sin permitir elixires dulces o brebajes extraños. A nuestro mundo que se ufana de sus conquistas científicas, al margen de Dios e incluso en contra de Dios; y lo único que está pretendiendo es ser luciérnaga para sí mismo. A nuestras familias hoy bombardeadas y cuyos escombros no nos permiten ver la belleza de esta iglesia doméstica. A nuestros jóvenes que se preparan para un matrimonio fiel y feliz, para que tengan la luz y el discernimiento para dar ese paso noble en el proyecto de vida matrimonial según los designios de Dios. A nuestros seminaristas y sacerdotes para que descubren o redescubran la hermosura de la vocación de entrega alegre y gozosa al Señor en el celibato por el Reino de los cielos, y no busquen otras compensaciones mundanas o álibis, que nunca les harán felices por llevar una vida doble y no acorde a su consagración a Dios en santidad de vida. A nuestros ancianos, para que la Luz de Cristo les llene de esperanza y consuelo en esta etapa dorada de su existencia y puedan vislumbrar la eternidad en el ocaso de su vida. A nuestros hermanos más pobres y desfavorecidos, para que esa Luz de Cristo entre en los corazones de todos los que puedan socorrerles material, espiritual, moral y psicológicamente. Y, en fin, la luz de Cristo quiere llegar a todos: niños, artistas, comunicadores, literatos; al igual que el sol manda sus rayos a todos, así Cristo. Sólo quien no abre la ventana quedará en la oscuridad. 
Finalmente, alegrémonos porque la Palabra de Dios se encarna y acampará entre nosotros. ¿Qué nos dirá esa Palabra? Dios es Amor y Padre. Bienaventurados los pobres, los mansos, los sufridos, los que tienen hambre y sed de la Voluntad de Dios, los puros, los misericordiosos, los pacificadores, los perseguidos. “Amaos unos a otros como Yo os he amado”, repartiendo el pan con el necesitado, enjugando las lágrimas del que llora, consolando al triste, animando al desalentado y perdonando al enemigo.
Para reflexionar: ¿Vivo alegre en mi vida cristiana? ¿Quién es la fuente de mi alegría? ¿He abierto de par en par las puertas de mi existencia a la luz de Cristo o tengo algunas ventanas cerradas donde no ha entrado todavía esta luz de Cristo? ¿Cuáles: afectividad, voluntad, sentimientos, éxitos, fracasos…?
Para rezar: Señor, lléname de tu alegría y de tu luz. Señor, que sea portador a mi alrededor de tu alegría y de tu luz. Que mi alegría sea honda y profunda, fundamentada en Ti.
Para cualquier duda o pregunta, aquí tienen el email del padre Antonio, arivero@legionaries.org

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Antonio Rivero

El padre Antonio Rivero nació en Ávila (España) en 1956. Entró a la congregación de los Legionarios de Cristo en 1968 en Santander (España). Se ordenó de sacerdote en Roma en la Navidad de 1986. Es licenciado en Humanidades Clásicas en Salamanca, en Filosofía por la Universidad Gregoriana de Roma y en Teología por la Universidad de santo Tomás también en Roma. Es doctor en Teología Espiritual por el Ateneo Pontificio Regina Apostolorum (Roma) donde defendió su tesis el 16 abril del año 2013 sobre la dirección espiritual en san Juan de Ávila, obteniendo “Summa cum laude”. Realizó su ministerio sacerdotal como formador y profesor de Humanidades clásicas en el seminario en México y España. Fue vicario parroquial en la ciudad de Buenos Aires durante doce años. Durante diez años fue director espiritual y profesor de teología y oratoria en el Seminario María Mater Ecclesiae en são Paulo (Brasil), formando futuros sacerdotes diocesanos. Actualmente es profesor en el Noviciado de la Legión de Cristo en Monterrey (México) y ayuda en el Centro Logos, en la formación de sacerdotes y seminaristas diocesanos. Ha dedicado y dedica también parte de su ministerio sacerdotal a los Medios de Comunicación Social. Ha publicado catorce libros: Jesucristo, Historia de la Iglesia, Los diez mandamientos, Breve catequesis y compendio de liturgia, El tesoro de la Eucaristía, El arte de la predicación sagrada, La Santísima Virgen, Creo en la Vida eterna, Curso de Biblia para laicos, Personajes de la Pasión, G.P.S (Guía Para Santidad, síntesis de espiritualidad católica), Comentario a la liturgia dominical ciclo A, Comentario a la liturgia dominical ciclo B, Comentario a la liturgia dominical ciclo C. Ha grabado más de 200 CDs de formación. Da conferencias en Estados Unidos sobre pastoral familiar, formación católica y juventud. Y finalmente imparte retiros y cursos de formación a religiosas, seminaristas y sacerdotes diocesanos en México, Centroamérica y donde le invitan.

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