El matrimonio sólo es entre hombre y mujer, recuerda el Papa a Canadá

Reconoce la aportación de este país a la paz y a la justicia en el mundo

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CASTEL GANDOLFO, lunes, 6 septiembre 2004 (ZENIT.org).- Juan Pablo II considera que sólo el matrimonio entre un hombre y una mujer puede garantizar la supervivencia de una sociedad y su cultura, por lo que no puede ser equiparado a las uniones entre personas del mismo sexo.

Escuchó la advertencia pontificia este sábado el nuevo embajador de Canadá ante la Santa Sede, Donald Smith, durante la ceremonia de entrega de sus cartas credenciales.

El pontífice reconoció en el encuentro, al mismo tiempo, «la aportación generosa y práctica de Canadá a la construcción de un mundo de paz, justicia y prosperidad».

«Durante generaciones los canadienses han reconocido y celebrado el lugar ocupado por el matrimonio en el corazón de la sociedad», explicó el pontífice al expresar una de sus más profundas preocupaciones por la rápida evolución social que experimenta el país norteamericano.

«Establecida por el creador con su propia naturaleza y objetivos, y preservada por la ley natural moral, la institución del matrimonio conlleva necesariamente la complementariedad del marido y la mujer que participan en la actividad creadora de Dios mediante la educación de los hijos».

«Los esposos garantizan así la supervivencia de la sociedad y la cultura y por ello merecen el reconocimiento, legal y específico, del Estado», subrayó el Santo Padre.

«Todo intento de cambiar el sentido de la palabra «cónyuges» contradice la recta razón: las garantías legales ofrecidas al matrimonio no pueden aplicarse a las uniones entre personas del mismo sexo sin crear una falsa visión de la naturaleza del matrimonio», advirtió.

El pontífice dejó también espacio a la admiración que siente por Canadá, en particular, su «solidaridad con las naciones en desarrollo», «característica tan bien conocida como encomiable de vuestro pueblo».

Esta solidaridad, indicó al diplomático, se hace concreta, «entre otras cosas por la notable participación de vuestra nación en misiones de salvaguardia de la paz y en la producción de medicinas baratas para las naciones más pobres».

«Durante 35 años de relaciones diplomáticas la Santa Sede ha trabajado al lado de Canadá en diversos proyectos para la mejora de las personas y comunidades menos afortunadas –recordó–, entre ellos el de promoción y aplicación del Tratado de Ottawa sobre las minas y el acuerdo de la Organización Mundial del Comercio sobre propiedad intelectual y sanidad pública».

El obispo de Roma alentó, por último, el esfuerzo que realiza Canadá en la integración de sus inmigrantes, de una gran variedad de etnias, que «muestra a las otras naciones que el respeto debido a toda persona se arraiga en el origen común de hombres y mujeres, más que en el hecho de las diferencias entre los pueblos».

«Esta es la verdad sublime y fundamental que concierne a la persona humana –creada hombre y mujer a imagen y semejanza de Dios– que constituye la base inmutable de toda verdad antropológica», concluyó el Papa.

El nuevo embajador canadiense ante el Vaticano, Donald Smith (Winnipeg, 1945), es un diplomático de carrera que hasta ahora era director de División del Ministerio de Asuntos Exteriores de Canadá.

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ZENIT Staff

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