La auténtica «nueva era», según Juan Pablo II

Cristo trae una nueva relación de comunión con Dios y con los demás

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CIUDAD DEL VATICANO, 14 febrero 2001 (ZENIT.org).- En estos momentos en los que la humanidad busca a tientas un «nuevo orden mundial», Juan Pablo II propuso esta mañana la nueva era «de paz de paz con Dios y entre los hombres» traída por Cristo.

La nueva era del cristianismo, no tiene nada que ver con la «Nueva Era» («New Age») que busca la salvación con la propia voluntad humana, echando mano a todo tipo de terapias. En la nueva era traída por Cristo, explicó el Papa, «Dios y el hombre, hombre y mujer, humanidad y naturaleza, estarán en armonía, en diálogo, en comunión».

De este modo, el obispo de Roma continuó con la serie de meditaciones que viene ofreciendo estos miércoles sobre el y fin del hombre y su relación con la creación a la luz de pasajes bíblicos sorpredentes. Nunca como en estas últimas semanas había citado tanto el Apocalipsis, sin duda, uno de los libros más sugestivos de la Biblia.

La auténtica nueva era no es otra cosa que el restablecimiento de la relación perdida entre Dios y el hombre. Con su encarnación, explicó dirigiéndose a unos cuatro mil fieles provenientes de 13 países reunidos en la sala de las audiencias generales del Vaticano, «Cristo debe cancelar la obra de devastación, las horribles idolatrías, las violencias y todo pecado que el Adán rebelde ha diseminado en las vicisitudes seculares de la humanidad y en el horizonte de la creación».

«Él «recapitula» en sí a Adán, en el que se reconoce toda la humanidad, lo transfigura en hijo de Dios, lo reconduce a la comunión plena con el Padre», explicó.

La nueva era de Cristo abarca incluso a la «misma naturaleza», explicó el pontífice, pues al estar «sometida al sinsentido, a la degradación y a la devastación provocada por el pecado, participa en la alegría de la liberación operada por Cristo en el Espíritu Santo».

Se trata de un proyecto que Jesús, tras su victoria sobre el pecado con la muerte y resurrección, ya «está actuando misteriosa pero eficazmente en la realidad presente». Ahora bien, «llegará a plenitud en el cumplimiento de la historia, cuando –como recuerda de nuevo San Pablo– «Dios será todo en todos»».

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ZENIT Staff

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