Uno de los 32 encuentros que se están realizando en Roma, en el congreso internacional titulado: “El coraje de la Esperanza – Religiones y Culturas en Diálogo” que inició el domingo y concluye hoy, fue dedicado a América Latina.
Presidido por el arzobispo de Nápoles Crescenzio Sepe, se realizó en la iglesia de San Bartolomé en la Isla Tiberina, participaron unas quinientas personas y contó con diversos conferencistas como el profesor Guzmán Carriquiry, secretario de la Pontifica Comisión para América Latina; la periodista mexicana Valentina Alazraky; el rabino porteño Abrahan Skorka; el catedrático de la Universidad Católica de Argentina, Marco Gallo; y el vicario general de la arquidiócesis de San Salvador, Jesús Delgado.
El arzobispo de Nápoles indicó en la conclusión del evento, que en el debate “ha venido afuera la palabra ‘cercanía’, porque Francisco es un papa cercano, con esos gestos y palabras que refleja una Iglesia cercana, abierta, simple humilde, pobre, en diálogo, que no tiene una frontera”. Y reiteró: “Cercana para ser testimonio de Jesús. No de palacios pero que sale a las periferias”.
La periodista vaticanista mexicana Valentina Alazraky, le indicó a ZENIT que del encuentro “ha salido una visión común y diferente porque cada uno ha dado su punto de vista desde su experiencia personal. Hay entretanto denominadores comunes, como el de un papa que viene a evangelizar, con un bagaje de cura, obispo, arzobispo y cardenal latinoamericano con todo lo que eso implica, de una Iglesia mucho más valiente, más fresca, que sale a las periferias, que sale a la calle. O sea con una experiencia pastoral muy fuerte, diferente a la de Europa, y que Francisco ahora la hace suya también como papa. Y que con normalidad y sencillez realiza una pastoral evangélica”.
Por su parte el profesor Carrriquiry le indicó a ZENIT que “las diversas intervenciones que hubieron mostraron el camino de la providencia de Dios, que desde Buenos Aires, pasando por Aparecida y también por Roma, iban preparando a Jorge Mario Bergoglio para ser pastor universal de la Iglesia”.
El número dos del Pontificio Consejo para América Latina, precisó que “más allá de la alegría y esperanza que suscita el pontificado del primer papa latinoamericano en la historia de la Iglesia, más allá del legitimo orgullo que sentimos, la providencia de Dios pone a la Iglesia y a los pueblos y naciones de América Latina en una situación muy singular”.
Por este motivo añadió el profesor uruguayo, “tenemos que reflexionar muy a fondo sobre cuál es el significado y las repercusiones de este papa para la vida y la misión de la Iglesia y la vida de los pueblos latinoamericanos. Quizás no hemos comprendido adecuadamente y hasta el fondo las nuevas responsabilidades y exigencias que este pontificado pone a los católicos en América Latina”.
“A la Iglesia latinoamericana –precisó Carriquiry– se le pide una comprensión adecuada de esta revolución evangélica, de esta reforma in capiti et in membris que llama a todos y a cada uno a la conversión”. Y más aún porque ahora “La Iglesia latinoamericana está desafíada a recapitular la gran tradición católica a trabajar para suscitar un salto de calidad de la fe de su pueblo y a relanzar con más creatividad, audacia y ardor la misión continental, para servicio de su propio pueblo”.
Y no solamente, concluyó, puesto que “la solicitud apostólica universal indica que la iglesia de América Latina tiene que preocuparse por colaborar en la nueva evangelización en Europa, más activamente y con mayore contribución en la misión ad gentes, también pensando en esa Asia que estaba lejana y que ahora está mucho más cercana a través de la alianza del Pacífico.