Por Angela Maria Cosentino
ROMA, lunes 1 de febrero de 2010 (ZENIT.org).- La Asamblea del Consejo de Europa de Estrasburgo aprobó este miércoles 27 de enero un alarmante documento propuesto por la británica Christine Mc Cafferty: una Recomendación destinada a los 47 países miembros.
El informe se aprobó con 50 votos favorables, 14 en contra y 4 abstenciones (los cuatro italianos votaron en contra).
Todas las enmiendas presentadas por los honorables Luca Volontè y Renato Farina fueron rechazadas.
El Documento se centra en la considerada “salud sexual y reproductiva”, término que, a pesar de las palabras aparentemente tranquilizadoras, indica el acceso (también a los menores sin informar a los padres) a la anticoncepción, el aborto gratuito, seguro, la esterilización, la fecundación artificial, la libre “orientación sexual”,… ocultando así una dramática realidad que se quiere “imponer” a los países miembros.
Haber introducido en la Recomendación el “derecho a la salud sexual y reproductiva” representa el nuevo caballo de Troya para introducir el aborto como derecho, a pesar de que éste ha sido excluido en precedentes documentos y pronunciamientos de la ONU.
Se realiza así, a pesar de algunas vigorosas oposiciones a la aprobación de la Resolución, el objetivo ideológico de las feministas (determinadas a introducir el nuevo presunto “derecho al aborto” con motivo de los 15 años de la Conferencia Internacional de la ONU sobre la mujer, celebrada en Pekín en 1995) y el objetivo económico de los potentes lobbies farmacéuticos: una devastadora alianza de la cultura de la muerte, en las proximidades de la 32ª Jornada Italiana para la vida (7 de febrero de 2010).
Resulta preocupante, también, que el Documento represente la base del programa de acción para la próxima Conferencia de la ONU sobre población y desarrollo. El próximo caballo de Troya, ¿a qué valor afectará?
No está en juego sólo una idea de fertilidad (valor humano y social que conocer y tutelar, y no “enfermedad” que erradicar o “derecho” al que aspirar), sino el mismo significado de la persona (varón y mujer), imagen y semejanza de Dios: una verdad que nos precede, nos ha sido dada y no ha sido creada por el hombre, pero que, por la presunción de Prometeo de considerarse el único autor de sí mismo, el hombre moderno corre el riesgo de no reconocer.
*Profesora de Defensa de la vida y de salud procreativa de la Universidad Católica del Sagrado Corazón de Roma, y delegada de la Confederación Italiana de Centros para la Regulación Natural de la Fertilidad en el Foro de Asociaciones Familiares.
[Traducción del italiano por Patricia Navas]