ISLAMABAD, 24 septiembre 2001 (ZENIT.org).- La gente huye de Kabul y huye también de los hospitales ante la inminencia de un ataque militar contra el país.
Según noticias llegadas a Islamabad a través de las organizaciones humanitarias, la situación es dramática. Con las fronteras cerradas, los medicamentos se acaban y muchas farmacias están cerradas. Incluso los víveres empiezan a escasear.
Los talibán han pedido al personal sanitario que se prepare para la guerra. «Por disposición de las autoridades, al primer ataque debemos ir enseguida al hospital o a la clínica más cercanos», ha declarado a la agencia Reuters el doctor Saleh Rahman Rahmani.
«La gente tiene miedo y se han llevado a casi todos nuestros pacientes más pequeños–dijo el doctor Rahmani–. Si hay guerra, estamos preparados a cumplir nuestro deber y a curar a los heridos con los pocos medios que todavía nos quedan».
Todo los cooperantes han abandonado el país y en el hospital infantil de Kabul, las 300 camas están casi todas vacías. El suministro de energía eléctrica se interrumpe varias veces al día y sólo hay un generador.
Kabul tenía una población de cerca de un millón y medio de habitantes pero se calcula que en los últimos diez días centenares de miles de personas han huido por miedo a un ataque en represalia por los atentados cometidos contra Estados Unidos el 11 de septiembre.
En las fronteras con Paquistán e Irán, se han amontonado decenas de miles de refugiados pero las autoridades de los dos países han cerrado prácticamente las fronteras. Sólo pasan todavía algunos prófugos, algunos de ellos lo hacen corrompiendo con dinero a los funcionarios de fronteras.
Según el Programa Alimentario de la ONU (PAM), en Afganistán las reservas de trigo y cereales durarán más o menos un mes y cada vez será más difícil hacer llegar nuevos suministros.
Mientras tanto, se desconoce la suerte de los ocho cooperantes de la ONG cristiana «Shelter Now International», arrestados en Kabul el 5 agosto pasado junto a 16 trabajadores humanitarios locales, acusados de proselitismo.
Sólo ha trascendido que fueron trasladados de la prisión de la capital en la que se encontraban.
Las dos estadounidenses, los cuatro alemanes y dos australianos, están ahora detenidos en una localidad secreta. No se tienen ya noticias sobre sus condiciones desde el 12 de septiembre, día en que los últimos funcionarios de la ONU abandonaron Kabul.