La crisis de Filipinas pivota sobre un asunto moral: la confianza; alertan los obispos

MANILA, martes, 12 julio 2005 (ZENIT.org).- Un asunto moral, la confianza, está en el centro de la crisis política que atraviesa Filipinas, alertan sus obispos en un documento difundido el domingo.

Share this Entry

En el texto piden, entre otros puntos, que se rechace toda solución violenta, hacen un llamamiento a un serio discernimiento marcado por criterios de transparencia y justicia e invitan a la oración para que en el orden político prevalezca la voluntad de Dios.

«Restablecer la confianza: llamamiento por los valores morales en la política filipina» es el título del documento que presentaron los 85 prelados filipinos reunidos en Manila del 8 al 11 de julio.

El mensaje, que traza un amplio análisis de la situación crítica de la nación asiática, era muy esperado, dada la importancia y la tradicional influencia social que la Iglesia tiene en Filipinas, cuya población católica representa el 85% del total de habitantes, comenta la agencia misionera de la Santa Sede «Fides».

Los prelados no se unen a los distintos sectores sociales y políticos que piden la dimisión de la presidente Gloria Macapagal Arroyo, bajo sospecha por presuntos fraudes electorales en los comicios del años pasado –mientras algunos de sus familiares, que han dejado el país, son sospechosos de haberse embolsado sobornos por el juego de azar clandestino- y obligada a afrontar un difundido malestar social causado por una reciente elevación de los precios al consumo.

El viernes pasado los diez miembros del Ejecutivo de Macapagal Arroyo dimitieron pidiendo a la presidente hacer lo mismo, pero ésta excluyó por el momento su renuncia y confió a la oposición la apertura de un proceso de destitución.

Advierten los obispos en su documento que esta nueva crisis que atraviesa Filipinas es de tal magnitud que se corre el riesgo de la polarización del país, y denuncian «en esta grave situación» la actitud de diversos grupos, que se «aprovechan unos de otros, manipulan situaciones para su propia agenda y crean confusión entre nuestro pueblo».

Subrayan que «en el centro de la crisis está el asunto de valor moral, en especial el de la confianza. El pueblo desconfía de nuestras instituciones económicas, que le sitúan bajo la tiranía de fuerzas de mercado cuya pérdida de brújula moral produce para nuestra gente una vida de estancamiento, una pobreza inhumana».

Pero el pueblo también desconfía «de otra institución clave, nuestro sistema político», y esta desconfianza «no es reciente». «La política no ha respondido eficazmente a las necesidades de los pobres y de los marginados», constatan.

Reconocen los prelados que los sectores académicos, empresariales, profesionales y civiles han adoptado una variedad de posturas respecto a la presidente del país: se pide su dimisión, o que enfrente un proceso de destitución, o también se pide una «Comisión de la verdad», mientras que por otro lado también existe «una amplia expresión de apoyo por el jefe del Ejecutivo».

En este contexto los prelados reiteran que, lejos de ser políticos, ellos son «obispos llamados por el Señor a pastorear al pueblo a la luz de la fe»; por eso la interpretación que hagan de actividades humanas como la economía o la política es desde un punto de vista moral y religioso, desde la perspectiva del Evangelio de Jesús y del Reino de Dios.

«En la situación presente creemos que ninguna opción concreta respecto a la presidente Macapagal Arroyo puede reivindicar ser la única demandada por el Evangelio. Así, en espíritu de humildad y verdad, declaramos nuestra decisión colectiva discernida y no demandamos su renuncia. Pero tampoco alentamos» a la presidente «sencillamente a rechazar tal petición de otros», escriben los prelados filipinos.

Añaden que los llamamientos no violentos a su dimisión, la demanda de una Comisión de la verdad o un proceso de destitución no son contrarios al Evangelio.

Subrayan la necesidad de que, en cualquier caso, se siga un camino constitucional, y lanzan en especial un llamamiento a los representantes del pueblo y a sus líderes a «discernir sus decisiones no en términos de lealtades políticas, sino a la luz de los valores del Evangelio de la verdad, la justicia y el bien común».

Y a los fieles apremian a «orar juntos, razonar, decidir y actuar unidos siempre con el fin de que la voluntad de Dios prevalezca en el orden político».

En cuento al restablecimiento de los valores morales, el documento episcopal traza los principios de la responsabilidad moral, de la constitucionalidad, de la no violencia y del gobierno efectivo aplicándolos a la situación concreta que atraviesa Filipinas.

«Junto a la competencia, la integridad personal es uno de los requisitos más necesarios del líder –reflexionan los obispos filipinos-. El gobierno ineficaz puede ser debido a una pérdida de integridad personal o pérdida de competencia. También podría ser el resultado de una confluencia de factores que ha erosionado la confianza y la credibilidad y, por lo tanto, la eficacia».

«En nuestra situación presente -siguen- reconocemos que la culpa podría ser atribuida a muchos, incluso a todos nosotros. Pero pediríamos a la presidente que discierna profundamente hasta qué punto podría haber contribuido a la erosión del gobierno efectivo y si la erosión es tan severa que es irreversible».

En el contexto que vive el país, los prelados «se comprometen a una evangelización más eficaz» «para que los valores morales puedan convertirse en fuerzas dinámicas de la vida humana en la economía, la política y la cultura».

«Especialmente nos comprometemos a la formación de hombres y mujeres dotados de competencia e integridad» para «un liderazgo eficaz en la esfera económica y política», a fin de que, «con el Evangelio de la Verdad, la Justicia y el Amor en sus corazones», sean «levadura de una transformación social para nuestro país», concluyen.

El documento, fechado en Manila el pasado 10 de julio, está disponible en inglés en la página de la Conferencia Episcopal Filipina (www.cbcponline.net). Lleva la firma del presidente saliente del organismo, monseñor Fernando Capalla –arzobispo de Davao-.

La asamblea episcopal ha elegido un nuevo presidente que iniciará su labor el 1 de enero de 2006: monseñor Angel Lagdameo, arzobispo de Jaro y actual vicepresidente del episcopado filipino.

Share this Entry

ZENIT Staff

Apoye a ZENIT

Si este artículo le ha gustado puede apoyar a ZENIT con una donación

@media only screen and (max-width: 600px) { .printfriendly { display: none !important; } }