La esclavitud de las mujeres prostitutas interpela a los católicos

Llamamiento de un congreso convocado por la Santa Sede

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CIUDAD DEL VATICANO, lunes, 20 junio 2005 (ZENIT.org).- Con la constatación de que la prostitución es «un ultraje a la dignidad de la mujer», un congreso celebrado en el Vaticano busca caminos para afrontar el desafío que plantea la creciente demanda del comercio sexual.

Al inaugurar el encuentro, el cardenal japonés Stephen Fumio Hamao, presidente del Consejo Pontificio para la Pastoral de los Emigrantes e itinerantes, invitó este lunes a «asumir la defensa de los derechos de las mujeres».

El I Encuentro Internacional de Pastoral para la liberación de las mujeres de la calle ha sido convocado por el organismo vaticano que preside el purpurado y se está celebrando entre el lunes y el martes en el Palacio de San Calixto.

Cada año, la vida de un millón de personas queda sacudida por el tráfico de seres humanos. En Tailandia, por ejemplo, entre 150.000 y 200.000 mujeres, muchas de ellas menores de edad, acaban en la calle, se ha constatado en el encuentro.

Medio millón de mujeres procedentes de Europa oriental son esclavizadas y obligadas a prostituirse en las calles de Europa occidental.

Es necesario «denunciar las injusticias y la violencia perpetradas contra las mujeres, en cualquier lugar que tengan lugar», dijo el cardenal Hamao, quien alentó a quienes trabajan en las calles para liberar a las víctimas de este «degradante yugo», según refiere «Radio Vaticano».

Sor Eugenia Bonetti, de la Unión Internacional de Superioras Generales de religiosas, experta en tráfico de personas, propuso «trabajar sobre la demanda», es decir, con las personas que recurren a los servicios del comercio del sexo, pues «por desgracia, de esto nunca se habla».

«No pueden decir: yo pago y por tanto puedo comprar el sexo por la calle. La dignidad de la persona no puede pagarse», afirmó en una síntesis que presentó a la emisora pontificia.

«Nos espera un gran papel: formar e informar». «He conocido a muchas mujeres que por desgracia ya no viven, pues han sido asesinadas, han caído enfermas, han muerto…», constató con tristeza.

«No sé cuántos saben que los traficantes usan la pobreza de estas mujeres para sacar grandísimas ganancias. Para poder liberarse de esta situación una mujer nigeriana, para cancelar la «deuda» [que contrae con las mafias] tiene que pagar ahora entre 70.000 y 80.000 euros», entre unos 85.000 y unos 100.000 dólares.

«Aquí tiene que intervenir la formación, pues nadie tiene el derecho de destruir la dignidad de otra persona», concluye la religiosa.

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ZENIT Staff

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