RESISTENCIA, 2 julio 2003 (ZENIT.org–Aica).- Según el arzobispo de Resistencia, monseñor Carmelo Giaquinta, la incapacidad para desterrar la corrupción y la injusticia de la vida social de Argentina, un país con profundas raíces cristianas, demuestra que existe una «incoherencia preocupante entre la fe anunciada y la vivencia cotidiana».
«Nuestra primera evangelización fue católica. Católicos son los orígenes de la Nación desde 1810», constató el prelado. Además, la Constitución Nacional afirma que «el gobierno federal sostiene el culto católico apostólico romano».
«Pero ¿por ello somos un pueblo católico y cristiano», cuestionó al reflexionar sobre los retos que plantean las Líneas Pastorales para la Nueva Evangelización.
Tras recordar los desafíos que vivieron los primeros apóstoles –no convertirse en otra secta judía o cómo hacer que los cristianos viviesen en el mundo según el Evangelio–, monseñor Giaquinta manifestó que «la vida santa en el mundo es posible; es tal vez el mayor desafío que hoy ha de enfrentar el cristiano y la propia Iglesia».
Finalmente, advirtió de la tentación de pensar que «lo importante es encuadrarse en los esquemas religiosos de la mayoría, y no la adhesión a la persona de Jesús, y por lo tanto, la conversión permanente a Él y a su Evangelio».