MANILA, 17 julio 2003 (ZENIT.org).- A través de un documento pastoral firmado hace diez días por el presidente saliente de la Conferencia Episcopal filipina, el arzobispo Orlando Quevedo, el episcopado ha dado instrucciones al Secretariado nacional de acción social para contrarrestar la plaga de la corrupción.
En su empeño por intensificar las iniciativas contra esta práctica, la Iglesia en Filipinas rechazará las aportaciones que procedan de personas corruptas.
«La corrupción es el abuso de poder en el ámbito del gobierno o en el sector privado para el enriquecimiento personal (…). Pero son los pobres los que salen perdiendo…», se lee en el texto difundido al término de la LXXXVII Asamblea Plenaria del episcopado, celebrada en Tagaytay City –a 50 kilómetros de Manila–.
De acuerdo con los prelados, en los últimos 20 años, cerca de 48 mil millones de dólares –el equivalente al 40% del presupuesto anual del gobierno— se perdieron a causa de la corrupción, recoge Misna.
Ello priva de recursos a los proyectos de desarrollo y a los servicios sociales, cosa que afecta a la parte más débil y necesitada de la población.
Mientras el ejecutivo de Manila intenta llevar a cabo iniciativas para erradicar el problema, el episcopado del país invita a todos los fieles a organizarse para afrontar la cuestión en el propio ámbito laboral o social.
En particular, los obispos piden que «todas las instituciones católicas, organizaciones y comunidades eclesiales emprendan con el máximo compromiso la campaña anti-corrupción».