«¡Basta a la escandalosa corrupción!», denuncian los obispos paraguayos

Mensaje al concluir la asamblea plenaria ordinaria

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ASUNCIÓN, 14 noviembre 2002 (ZENIT.org).- Preocupados por la grave crisis moral que atraviesa el país y por la situación de injusticia social y económica de la población, el episcopado paraguayo ha hecho un llamamiento urgente a la responsabilidad de todos los ciudadanos en la construcción de una nación nueva.

En un mensaje emitido al finalizar su asamblea plenaria ordinaria –fechado el 8 de noviembre pasado–, el episcopado constata que la crisis moral invade todas las esferas, «pública y privada, de la vida política y de la administración judicial».

Se palpa en consecuencia «el malestar generalizado, el descontento de grandes sectores ante la conducta de dirigentes y autoridades», afirma el mensaje firmado por monseñor Caudio Jiménez –presidente de la Conferencia Episcopal Paraguaya–, monseñor Ricardo Valenzuela –secretario general— y todos los obispos del país.

Causas de la crisis
«La actuación de las autoridades del Estado y de los dirigentes políticos, al carecer de programas bien pensados y de un comportamiento austero como lo reclama hoy nuestro país» están en la raíz del descontento, explica el mensaje del episcopado.

«¡Basta ya! a la escandalosa corrupción –reclama con energía el episcopado–, a la grosera impunidad que lleva a la aplicación de la justicia por cuenta propia, a la ingerencia política en el poder judicial, a apelar a torpes medidas para subsanar el déficit económico, en detrimento de la salud, la educación, las necesidades básicas de la sociedad y la guarda del medio ambiente».

Según el documento, la violencia, la pornografía, robos y homicidios, y los secuestros –que están causando pánico en la población— también contribuyen a la crisis, además del cultivo y tráfico de estupefacientes y del consumo desmedido de alcohol.

Los medios de comunicación, cuando buscan conseguir audiencia transmitiendo «con gran desenfado» detalles brutales de los hechos, empeoran la situación de crisis y generan «la impotencia de la gente para reaccionar en la búsqueda de la verdad».

Construcción de una nueva sociedad
Todos deben asumir como una responsabilidad del bien común la urgente construcción de un país nuevo. Eso no se puede exigir únicamente a algunas personas y a los pastores de la Iglesia en particular, se lee en el documento.

Para construir un nuevo país, el episcopado exige firmemente a las autoridades gobernar, legislar e impartir justicia con responsabilidad y con honestidad.

«Es el momento de organizarnos –se lee en el mensaje– para exigir que se respeten los derechos de todos y que los elegidos por el pueblo cumplan con los programas y proyectos por los cuales fueron electos».

La formación de ciudadanos honestos, responsables y comprometidos con el presente y el futuro de Paraguay es igualmente apremiante para salir de la crisis y reconstruir la nación.

Los medios de comunicación son llamados también a una positiva colaboración, especialmente en la investigación y clarificación de hechos delictivos. A los propietario y profesionales de los medios se les invita a renunciar al exclusivo provecho político o económico en el desempeño de su trabajo.

«Les recordamos que son servidores y formadores de la conciencia del pueblo (…).Todos debemos servir con la verdad y la justicia, con la información veraz y formando la opinión publica basada en una ética del bien común, con el respeto a las personas e instituciones».

Próximas elecciones

El episcopado invita también a quienes se dedican a la vida política y participarán en la campaña electoral a buscar el bien común. «No prometan lo que no puedan cumplir, no pretendan el triunfo a partir de engaños que ensombrecen cada vez más el futuro político de nuestro país», reclaman.

«Denunciamos la inmoralidad que supone comprar los votos aprovechándose de la ignorancia y angustiosa situación económica de los ciudadanos».

Los ciudadanos, por su parte, deben redoblar su esfuerzo en una formación cívica liberadora. En este contexto, el episcopado les recuerda que los candidatos a las elecciones deben ser «hombres honestos, eficaces en su gestión publica, que no tengan antecedentes negativos y que lleven una familia bien constituida».

«Animamos particularmente a los fieles cristianos, a empeñarse en los cambios radicales que necesita con urgencia nuestra sociedad paraguaya», exhortan los prelados, a la vez que se dirigen finalmente a todos los creyentes, pertenezcan o no a la Iglesia católica, para que perseveren en la oración diaria por la patria, «por la paz, la concordia, la justicia y el bienestar de todos los habitantes».

Publicamos a continuación el texto completo del mensaje.

MENSAJE DE LA CONFERENCIA EPISCOPAL PARAGUAYA

1. Los Obispos del Paraguay nos hemos reunido para celebrar la 168a. Asamblea Plenaria Ordinaria. Hemos estudiado y reflexionado sobre los diversos aspectos de la acción evangelizadora de la Iglesia en nuestro país y al mismo tiempo sobre la situación por la que atraviesa nuestro pueblo

2. Al concluir las deliberaciones de esta ultima asamblea del año, querernos ofrecer a nuestros conciudadanos una parte del fruto de nuestro trabajo. Así pues, movidos por nuestra profunda fe en Dios y llevados por el sincere amor a todos los que habitamos este suelo, animamos particularmente a los fieles cristianos, a empeñarse en los cambios radicales que necesita con urgencia nuestra sociedad paraguaya.

GRAVE CRISIS MORAL

3. Nos lastima y preocupa la acentuada gravedad de la crisis de la moral pública y privada, de la vida política y de la administración judicial, de la situación de injusticia social y económica de la población. Es evidente el malestar generalizado, el descontento de grandes sectores ante la conducta de dirigentes y autoridades, que parecen ignorar esta realidad.

4. La actuación de las autoridades del Estado y de los dirigentes políticos, al carecer de programas bien pensados y de un comportamiento austero como lo reclama hoy nuestro país, sigue creando el malestar y el descontento de grandes sectores de nuestra patria. La existencia de formulas violentas o mesiánicas no solamente siembran semillas de irritado dolor sino que sumen a la población en un estado de inseguridad que crece y se extiende a los ámbitos más insospechados. Esto nos lleva a decir: ¡Basta ya! a la escandalosa corrupción, a la grosera impunidad que lleva a la aplicación de la justicia por cuenta propia, a la ingerencia política en el poder judicial, a apelar a torpes medidas para subsanar el déficit económico, en detrimento de la salud, la educación, las necesidades básicas de la sociedad y la guarda del medio ambiente.

5. Otra causa de la grave crisis es cuando los medios de comunicaci6n nos transmiten y publican con gran desenfado y ligereza detalles crueles y brutales de los hechos. Entonces se llega a dudar del derecho a la libertad de información. iLo que importa es lo que se puede vender! Ante esto notamos una suerte de impotencia por parte de la gente para reaccionar en la búsqueda de la verdad. También son causas de esta crisis, la violencia, la pornografía, los robos y homicidios, los secuestros que últimamente han causado pánico en la población; el cultivo cada vez más creciente de drogas y su tráfico impune, y el consumo desmedido de bebidas alcohólicas.

UNA NUEVA SOCIEDAD

6. Es urgente que construyamos un país nuevo. Pedimos vehementemente a las autoridades gobernar, legislar e impartir la justicia con responsabilidad y con honestidad. No podemos hablar de los defectos de los demás y callar los nuestros. Lo que debemos asumir todos como una responsabilidad del bien comú n no puede ser reclamado solamente a algunos y a los pastores de la Iglesia en particular. Seguimos creyen
do que la institucionalidad es un bien para el país y por eso la defendemos, pero no como una institucionalidad para salvar las apariencias. Sabemos de la honestidad de muchos compatriotas y conocemos la capacidad que tenemos de construir el Paraguay Jaipotava. Consideramos apremiante formar ciudadanos honestos, responsables y comprometidos con el presente y el futuro de nuestro país.

7. Todos, gobernantes y gobernados, debemos trabajar con honestidad y transparencia, con decisión y alegría. Es el momento de organizarnos para exigir que se respeten los derechos de todos y que los elegidos por el pueblo cumplan con los programas y proyectos por los cuales fueron electos.

8. Es impensable que una nueva sociedad se construya sin la
positiva colaboración de los medios modernos de comunicación social, especialmente en la investigación y clarificación de hechos delictivos. A los propietarios y a cuantos trabajan en ellos les pedimos: no pretendan solo el rédito político o la ganancia material. Les recordamos que son servidores y formadores de la conciencia del pueblo como lo son las autoridades, los dirigentes políticos, sindicales y empresariales, como lo somos nosotros miembros directivos de la Iglesia. Todos debemos servir con la verdad y la justicia, con la información veraz y formando la opinión publica basada en una ética del bien común, con el respeto a las personas e instituciones.

9. Ante las próximas elecciones, recordamos a cuantos están empeñados en la vida política y en la campana electoral que busquen el bien común, que no se realicen componendas políticas desechando principios morales y éticos. No prometan lo que no podrán cumplir. No pretendan el triunfo a base de mentiras y engaños que ensombrecen cada vez más el futuro político de nuestro país. Denunciamos la inmoralidad que supone comprar los votos aprovechándose de la ignorancia y angustiosa situación económica de los ciudadanos. Estos medios solamente sirven para degradar a quienes venden su propia conciencia y a quienes se aprovechan de su conciudadano. Instamos al pueblo y le alentamos a redoblar su esfuerzo en una educación y formación cívica liberadora. Recuerden lo que ya hemos repetido en el pasado, los candidatos sean hombres honestos; eficaces en su gestión publica, que no tengan antecedentes negativos, y que lleven una familia bien constituida. Ahora mas que nunca, el pueblo ha de sentirse acompañado, orientado y animado a asumir su compromiso cívico, con libertad, dignidad y responsabilidad; todos hemos de saber elegir las nuevas autoridades de acuerdo a los criterios recién mencionados.

CONCLUSIÓN

10. Nos preparamos ya para celebrar el gran encuentro del 8 de diciembre, en Caacupé, cuyo lema para este ano es: «Dios es nuestro Padre – nosotros somos hermanos». Con San Pablo (Rom 8, 14 y 15) les invitamos a dejarse conducir por el Espíritu, como hijos e hijas de Dios. No tengan miedo porque ya no son esclavos; se les ha dado el espíritu propio de los hijos, y eso nos permite gritar: ¡Padre!

11. Exhortamos a los miembros de la Iglesia a perseverar en la oración diaria por la Patria, y t Con humilde confianza en Dios, convocamos a todos los creyentes, pertenezcan o no a la Iglesia Católica, a renovar la oración perseverante al Señor de las naciones. Recemos por la paz, la concordia, la justicia y el bienestar de todos los habitantes de la patria.

12. Que esta exhortación nos impulse a realizar nuevos esfuerzos para conseguir la convivencia justa, pacifica y fraterna, para que, con la participación generosa de todos, sigamos caminando en la búsqueda de días mejores.

A la Virgen María de Caacupé le rogamos su protección maternal. A San Roque González de Santa Cruz, de corazón incorrupto, pedimos su bendición paternal

De corazón bendecimos a todos.

Asunción, 8 de noviembre de 2002

Monseñor Ricardo Valenzuela
Secretario General de la CEP

Monseñor Caudio Giménez
Presidente de la CEP

Firman todos los Obispos del Paraguay.

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ZENIT Staff

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