Benín: «La Eucaristía, raíz de toda acción misionera», según el cardenal Sepe

Concluye el primer Congreso Eucarístico del país africano

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COTONOU, 26 noviembre 2002 (ZENIT.org).- Ante una sociedad que cambia, la Iglesia en Benín centra sus esfuerzos en proteger la unidad nacional y la paz, en promocionar la familia y la defensa de la vida y en el resurgimiento misionero, según se ha podido comprobar en su Primer Congreso Eucarístico nacional.

El acontecimiento histórico, celebrado la semana pasada, tuvo lugar bajo el lema «Eucaristía, manifestación suprema del amor del Padre en el Espíritu». El cardenal Crescenzio Sepe, prefecto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, fue enviado por el Santo Padre a la clausura de los actos.

La celebración conclusiva tuvo lugar el domingo 24 de noviembre, fiesta de Cristo Rey, a Dassa-Zoumé: «Con esta celebración deseamos retomar con mayor empeño y valor el camino de fe, conscientes de que la Eucaristía, mientras renueva el pacto eterno de amor de Dios por la humanidad, permite obtener energía de la imperecedera fuente de toda gracia y bendición», dijo el purpurado durante su homilía.

El sábado, durante una celebración eucarística en el Seminario mayor interdiocesano de Ouidah, el cardenal Sepe explicó a los seminaristas el sentido de su llamada, a la vez que recomendó cuidar mucho este período de formación: «Ser sacerdotes significa desprenderse de nosotros mismos y ponerse las vestiduras del servicio, renunciando a todo», dijo.

«Queridos jóvenes, vuestra vocación al sacerdocio es vocación al valor y a la generosidad –reveló el purpurado–. Vuestra vida sacerdotal será un continuo compromiso y sacrificio, pero también alegría y paz en el corazón que se obtienen no con el deseo y la conquista de riquezas materiales, o de honores, sino como Jesús, en la experiencia diaria de la entrega total y continua».

«Si Jesús os llama a seguirlo, quiere que abandonemos todas las preocupaciones o las tentaciones de este mundo para abrazar la pobreza, para vivir en obediencia, para testimoniar a todos con la castidad del celibato que libremente abrazamos, el reino de los cielos», exhortó el cardenal Sepe.

«Detrás de vuestros rostros veo vuestras iglesias, que han invertido en vosotros. ¡Cuántos proyectos, cuántas expectativas y esperanzas! Sed fieles a Dios y al rebaño que Él querrá encargaros», les invitó.

Junto a los obispos reunidos en la Conferencia Episcopal, el Cardenal Sepe se alegró del momento particularmente feliz que está atravesando la Iglesia en Benín.

«Su dinamismo –observó– se percibe en el celo de vuestros sacerdotes, de los religiosos y religiosas, en el espíritu de abnegación de los misioneros y misioneras que, desde hace 140 años, anuncian el Evangelio a vuestro pueblo», y añadió la importancia de la colaboración de los catequistas y de los laicos.

Sin embargo, la Iglesia en Benín tiene desafíos por delante: «Sé que, especialmente en las regiones que se encuentran al norte de vuestro país, el Islam está trabajando de manera más bien enérgica», apuntó.

«A vuestra Iglesia (…) renuevo la invitación a continuar con mayor empeño y con un proyecto más incisivo la evangelización (…). Que todos, sacerdotes y laicos, se dejen interpelar por esta auténtica urgencia misionera. Renovemos los medios, utilicemos una pastoral idónea», alentó el cardenal Sepe.

Dirigiéndose a los sacerdotes que trabajan en áreas de minoría cristiana, les invitó a «que se sientan movidos por un celo singular y un empeño misionero, porque el Señor les confía no sólo la atención pastoral de la comunidad cristiana, sino también la evangelización de cuantos no forman parte del rebaño».

Ante la Conferencia Episcopal, el cardenal Sepe quiso alertar de la actividad nociva de las sectas, «también entre nuestra población cristiana», problemática que afecta especialmente a las diócesis del sur.

«Las sectas provocan confusión, dividen a las familias por dentro, siembran discordia e ignorancia. Os ruego que vigiléis vuestro rebaño, que lo protejáis de tantos embusteros que intentan confundir la ya difícil situación espiritual de vuestra gente», alertó el purpurado a los obispos de Benín.

La República de Benín
Benín, con sus 5.300.000 habitantes, es una «tierra feliz» del Continente africano. El país, ex colonia francesa, independiente desde 1960, salió en 1989 de un período de dictadura comunista de 18 años de duración.

En la delicada transición a la democracia, hasta la fecha se reconoce a la Iglesia un papel importante en la moralización de la vida pública y política, especialmente a través de monseñor Isidore de Souza, arzobispo de Cotonou, desparecido en 1999.

A pesar de las diferencias étnicas y religiosas, que alimentan un cierto regionalismo, Benín goza de una paz estable, aunque se ve obligado a enfrentarse con los problemas endémicos del Continente africano, especialmente los relativos al subdesarrollo.

En el país hay distintas confesiones religiosas: los católicos representan el 25% del total, los protestantes el 5% y los musulmanes –concentrados sobre todo en el norte— el 14%. El resto son animistas (especialmente vudú) y miembros de diferentes sectas, también autóctonas, que se inspiran en un cristianismo pentecostal, con diversos elementos de sincretismo.

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ZENIT Staff

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