Cardenal Schönborn: El cristianismo ofrece una doble ciudadanía

Conferencia en la Universidad Católica de América

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WASHINGTON, lunes 8 de febrero de 2010 (ZENIT.org).- El hielo y la nieve no consiguieron impedirles que fueran. En medio de las ráfagas de una tormenta de nieve invernal, el cardenal Christoph Schönborn, arzobispo de Viena, se dirigió a un auditorio desbordado de estudiantes, profesores, clero y fieles laicos en la Universidad Católica de América (CUA).

La conferencia, una iniciativa conjunta de la Escuela CUA de Teología y Estudios Religiosos, de la Facultad de Filosofía y de la Facultad de Derecho Canónico, era abierta al público. Y el público llegó. La asistencia fue tan grande que algunos estudiantes se quejaron de tener que volverse, porque no había espacio de pie en la sala.

El cardenal Schönborn, religioso dominico, fue ordenado sacerdote en 1970. Antes de ser nombrado arzobispo de Viena en 1995, fue profesor de Teología Dogmática en Friburgo, Suiza. Más tarde fue elevado a cardenal, en 1998. El cardenal dedicó la conferencia del miércoles sobre la cuestión “El cristianismo: ¿presencia extraña o fundación de Occidente?»

Alternativa fascinante

El cardenal Schönborn comenzó su discurso delineando los tres legados que él cree fundamentales para la herencia de la cultura cristiana en Occidente: un sentido de integridad moral, por el cual los cristianos son reconocidos a menudo no sólo por lo que hacen, sino también por lo que no hacen; el concepto de la humanidad como una familia unida, universal; y la idea de que la libertad hace al hombre más parecido a Dios, y que es la posesión más grande del hombre.

El cardenal prosiguió preguntandose si «es cierto que el hombre moderno ha ganado su libertad a través de una amarga lucha contra la Iglesia. ¿Es cierto que la Ilustración trajo la libertad y la dignidad humana a la humanidad, y no el cristianismo?” Esto, según él, es la gran hipótesis de la historia moderna. Pero él no está convencido.

El cardenal Schönborn sugirió que gran parte de la Iglesia primitiva nació y surgió de un mundo greco-romano plural hace 2.000 años, y hoy el cristianismo ofrece una alternativa fascinante para el mundo secular moderno.

«La posición del cristianismo en la Europa moderna, es paradójica,» afirmó el cardenal. «Es a la vez un cuerpo extraño y una raíz de Europa. A pesar de que es visto como una entidad extranjera, todavía evoca un sentimiento de hogar y nostalgia para muchos en Europa”.

«Europa tiene un creciente número de personas que, después de haber vivido un estilo de vida plenamente secular, encuentran el camino de una fe cristiana consciente. Y tienen una manera de describir su descubrimiento del cristianismo, como un ‘camino a casa’, o un ‘encontrar el hogar’”.

Del cielo y la tierra

Aludiendo a san Agustín, el cardenal Schönborn, explicó que «aquí reside la fuerza característica e inconfundible del cristianismo: en su doble ciudadanía. A la vez terrenal y celestial, invita a la participación leal en la sociedad, asumiendo la responsabilidad de la ciudad del hombre, sin querer derrocarlo a fin de crear una sociedad utópica. Este compromiso con lo temporal se basa en el hecho de una ciudadanía menos peligrosa en la ciudad de Dios «.

El cardenal Schönborn aclaró que la reclamación de los cristianos hacen de pertenecer no sólo a una ciudadanía terrenal, sino a una celestial, es lo que hace que el cristianismo sea odiado por los sistemas totalitarios, y muy especialmente en el siglo XX. «El cristiano es libre», dijo. «Libre con respecto al Estado, porque nunca es sólo un ciudadano del Estado. Nunca antes esta libertad cristiana se expresó más claramente que durante la época del fascismo, el comunismo y el nazismo durante el siglo pasado, cuando el testimonio cristiano auténtico produjo millones y millones de mártires «.

El cardenal considera que este fundamento de la libertad es precisamente lo que el cristianismo tiene que ofrecer la Europa moderna. «Es la libertad de las exigencias de la mayoría, de la corrección política, o simplemente de la presión de las últimas modas. La libertad cristiana», describió el cardenal Schönborn.

Libertad radical

Como testimonio del poder de la libertad cristiana, el cardenal Schönborn, recordó los movimientos espirituales que se convirtieron en movimientos culturales en la historia occidental. «Este año se cumple exactamente 1.100 años desde la reforma monástica de Cluny», recordó. «Esta reforma monástica creó en Europa más de 4.000 monasterios en un período de 200 años. Una red fantástica en toda Europa, con una energía económica, social, artística y espiritual enorme».

El cardenal explicó que cuando Cluny comenzó a declinar, se inició otra gran renovación espiritual con Bernardo de Claraval, a continuación, de nuevo con los cistercienses, y la historia se repitió de nuevo con las órdenes mendicantes de Francisco y Domingo. Cada una de estas renovaciones espirituales hizo enormes contribuciones a las sociedades culturales y civiles de su tiempo.

«¿Se da suficiente consideración a la libertad hecha posible por estos movimientos de renovación, y a lo que Europa ha sido influenciado por estos movimientos?» preguntó. «Desde sus inicios, el cristianismo permitió a la gente salir de su orden temporal y político. La idea que el hombre debe obedecer a Dios antes que necesita obedecer al hombre,. trajo un elemento de enorme libertad en la sociedad», continuó.

El cardenal sostuvo que a lo largo de los siglos, la libertad de seguir a Cristo radicalmente liberó una enorme energía creativa en todo el mundo occidental, y es «una de las fuentes permanentes de la vitalidad europea».

El cardenal Schönborn también expresó su alegría por el resurgimiento de movimientos espirituales en la Iglesia de hoy. «¿Por qué no habría de repetirse la historia hoy?» , preguntó. «¿Por qué no habrían de ser el tipo de sorpresa, sorpresa inimaginable, ante nosotros, que Francisco de Asís trajo a Europa hace 800 años?» Describió los movimientos laicos en la Iglesia como «una señal muy importante» y afirmó que apuntan al mismo espíritu creativo que una vez trajo a la vida la renovación cristiana espiritual y cultural de siglos anteriores. El cardenal mencionó en particular al Opus Dei, al Camino Neocatecumenal y a Comunión y Liberación.

Llamada a la purificación

Pero el cardenal no dejó de señalar que la relación moderna entre el laicismo y el cristianismo sirve al necesario propósito de la la purificación y maduración de la Cristiandad: «El cristianismo también necesita la voz crítica de la Europa laica, haciendo preguntas difíciles, algunas veces preguntas desagradables, preguntas que no debemos tratar de evadir o evitar”.

«Esto hace al cristianismo bueno para escuchar las preguntas de la sociedad secular y asumir el reto de responderlas. Esto despierta a los cristianos y los reta. También pone en duda la credibilidad del cristianismo. Y el cristianismo necesita ser cuestionado”.

«Es bueno para nosotros tener que rendir cuentas»

Explicó que el cuestionamiento crítico del mundo secular obliga al Cristianismo a ser lo que está llamado a ser, y ayuda a purificar lo que no es coherente entre sus palabras y hechos. «¿Y por qué?», preguntó. «Porque en el fondo, el Occidente secular anhela un cristianismo auténtico, y espera un cristianismo que sea creíble a través de su vida».

El cardenal Schönborn concluyó la tarde con una llamada a la fe. «La libertad cristiana tiene una fuente inagotable: ‘Recordad que yo estoy con vosotros hasta el fin de los tiempos’. ¡Estas palabras de Jesucristo son el recurso más poderoso del cristianismo!» -exclamó-. «Por sí solas explican el inagotable poder de regeneración en el cristianismo, que una y otra vez experimenta su resurrección, en el poder de Aquel que resucitó».

Por Kirsten Evans, t
raducción del inglés por Inma Álvarez

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ZENIT Staff

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