Condiciones éticas que ha de respetar la Operación Libertad Duradera

Declaraciones el «ministro» de Exteriores de la Santa Sede

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CIUDAD DEL VATICANO, 15 octubre 2001 (ZENIT.org).- El secretario de Relaciones con los Estados de la Santa Sede, el arzobispo Jean Louis Tauran, ha expuesto las condiciones necesarias para que la Operación militar Libertad Duradera emprendida por Estados Unidos contra Afganistán respete los parámetros éticos.

En declaraciones al diario parisino «La Croix» (12 de octubre), el «ministro» de Asuntos exteriores del Papa ilustró la posición de la Santa Sede con estas palabras: «la respuesta a los actos bárbaros del 11 de setiembre no puede ser un acto de venganza sino de justicia, con el propósito de rectificar la grave injusticia cometida».

«La intervención no puede ser una ocasión para desplegar el odio, y los medios elegidos para la reparación de tal injusticia deben ser pacíficos –añadió–. Sólo cuando se han agotado todos los medios políticos, diplomáticos y financieros se puede pensar en recurrir a la fuerza».

Tres exigencias
Para que esto sea así, el arzobispo planteó tres condiciones importantes que deben caracterizar la respuesta a los ataques terroristas.

Por una parte, «el uso de la fuerza debe tener objetivos claramente definidos», afirmó.

En segundo lugar, añadió, una «operación como ésta, debe responder a ciertos criterios morales: proteger las vidas inocentes y no hacer de los civiles objeto directo de los ataques».

A continuación, advirtió Tauran, «el uso de la fuerza debe ser proporcional al daño que se combate, y no simplemente una respuesta a los medios que los adversarios utilizan. El uso de armas de destrucción masiva deben estar siempre excluidos, por su poder de devastar áreas enteras».

Aclaradas estas condiciones, el arzobispo añade: «Reconocemos que la Operación Libertad Duradera es una respuesta a las agresiones terroristas contra civiles inocentes, actos que violaron todas las leyes internacionales y normas humanitarias. Hoy todos reconocemos que el gobierno estadounidense, como cualquier otro gobierno, tiene el derecho de legítima defensa, porque tiene la misión de garantizar la seguridad de sus ciudadanos».

La auténtica paz
Por último, recordó que a la luz del Evangelio la paz no es simplemente la ausencia de la guerra. «Es algo más que un principio. Es un espíritu, involucra la renovación de corazones, requiere la adopción de principios espirituales. Por eso, la Iglesia ve la necesidad de un proceso de educación así como oraciones».

«No hay paz sin verdad, no hay paz sin fraternidad –concluyó–, no hay paz sin libertad, no hay paz sin solidaridad, no hay paz sin encontrar con la ayuda de Dios una forma para que los hombres vivan en armonía con Él, con los otros y con el mundo que nos dio el Creador».

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ZENIT Staff

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