Desarraigar la pobreza, «deber sagrado» de todo político; según el Papa

Al recibir al nuevo embajador de Haití ante la Santa Sede

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CIUDAD DEL VATICANO, 22 noviembre 2002 (ZENIT.org).- Juan Pablo II insistió este viernes en el deber que tienen los gobernantes de comprometerse para desarraigar la miseria al encontrarse con el nuevo embajador de Haití ante la Santa Sede.

«Eliminar las causas profundas de la miseria y de la desesperación para dar a todo hombre su dignidad fundamental es un deber sagrado para todas las naciones, y en particular para quienes las gobiernan», afirmó el pontífice.

Haití –país representado a partir de ahora en Roma por el señor Carl Henri Guiteau, de 51 años, hasta ahora director general adjunto de las Escuelas Superiores nacionales–, es considerado como el último país en la lista de desarrollo de América y el Caribe.

«Desde esta perspectiva –según el Santo Padre–, es particularmente importante que las tomas de decisión política de las instancias dirigentes tengan como objetivos el bien y el servicio del pueblo haitiano, sin dejarse condicionar por los intereses particulares u ocultos, que dañan al buen funcionamiento de las instituciones y que mantienen las desigualdades».

«Ante el escándalo endémico cada vez más chocante de la miseria que engendra una inestabilidad permanente en el país y que fragmenta el tejido social», el pontífice pidió que las personas a quienes se les «ha confiado la noble misión de organizar y gestionar la res publica tengan más en cuenta el grito de los pobres y que no decepcionen su esperanza».

El pontífice, recordando su visita al país en 1983, durante el encuentro, alentó «todos los modos de expresión y todas las iniciativas que permitirán a los haitianos edificar su país y avanzar por los caminos de una nueva esperanza».

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ZENIT Staff

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