El cardenal Herranz revela por qué Juan Pablo II no renunció

Para no crear «un peligroso precedente»

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CIUDAD DEL VATICANO, viernes, 27 enero 2006 (ZENIT.org).- Juan Pablo II contempló la posibilidad de renunciar, pero no lo hizo por no crear un «peligroso precedente para sus sucesores».

Así lo reveló el secretario particular del Papa Karol Wojtyla, monseñor Stanislaw Dziwisz, actual arzobispo de Cravocia, al cardenal Julián Herranz, presidente del Consejo Pontifico para los Textos Legislativos el 17 de diciembre de 2004.

Ahora, el cardenal Herranz ha revelado los contenidos de aquella conversación en un libro que recoge sus memorias al lado del fundador del Opus Dei y de Juan Pablo II, «En los alrededores de Jericó. Recuerdos de los años con san Josemaría y con Juan Pablo II» («Nei dintorni di Gerico. Ricordi degli anni con san Josemaría & con Giovanni Paolo II»), editado en italiano por Ediciones Ares de Milán.

Comentando el «famoso canon 332», que en el Código de Derecho Canónico contempla la posibilidad de la renuncia papal, el cardenal Herranz escribe las frases que él mismo dejó anotadas después de la conversación con monseñor Dziwisz.

«Hablamos de la opinión que le había manifestado –a petición suya– sobre la oportunidad de que el Santo Padre renuncie al cumplir los 75 o los 80 años. Respondí que, por motivos de edad «no debía» hacerlo: es muy diferente la «misión canónica» que los obispos reciben del Papa para gobernar una Iglesia particular o una diócesis con respecto a la misión que el Papa recibe en el momento mismo de la elección y de la aceptación».

El cardenal Herranz continúa explicando en el libro (página 451) que la constitución apostólica «Universi Dominici gregis» recuerda que «es doctrina de fe que la potestad del Sumo Pontífice deriva directamente de Cristo, de quien es Vicario en la tierra», aunque le elijan los cardenales.

«Por lo que se refiere a la posibilidad de renunciar por motivos de salud, escribí en aquella nota algo que ahora me parece oportuno darlo a conocer, como ejemplo de la obediencia y de la prudencia heroicas de Juan Pablo II», revela el cardenal Herranz.

Don Stanislaw «se limitó a comentar que «el Papa –que personalmente está muy desapegado del cargo– vive abandonado en la Voluntad de Dios. Se pone en manos de la Divina Providencia»».

«»Además tiene miedo de crear un peligroso precedente para sus sucesores» –continuó diciendo monseñor Dziwisz–, pues alguno de ellos podría quedar expuesto a maniobras y presiones sutiles por parte de quien deseara su deposición».

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ZENIT Staff

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