El llanto de la Virgen de Siracusa es una llamada a la conversión

Asegura el presidente del Consejo Pontificio para la Justicia y la Paz

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SIRACUSA, 30 septiembre 2003 (ZENIT.org).- Para el arzobispo Renato Martino, las lágrimas de la Virgen de Siracusa «interpelan a todos sus hijos para que se comprometan en la construcción de la civilización del amor y de la paz».

El presidente del Consejo Pontificio para la Justicia y la Paz, cardenal designado Renato Raffaele Martino, definió así el lunes pasado las lágrimas de la Virgen de Siracusa al inaugurar en la ciudad siciliana el XIII Coloquio Internacional de Mariología –con ocasión del cincuentenario del milagro– sobre el tema «Lágrimas en el corazón de la ciudad».

La lacrimación de la Virgen, es como «un llanto lleno de esperanza que implora la conversión de los corazones y de las mentes», afirmó el futuro cardenal, de acuerdo con el comunicado difundido por dicho Consejo.

«El dolor de María, evidenciado por sus lágrimas –continuó–, nos estimula a un compromiso para superar el mal y el sufrimiento; en primer lugar a luchar contra el origen del mal, que es el pecado, contando siempre con la gracia de Dios».

Este llanto representa «una invitación urgente a la conversión personal y social», cuyos ámbitos son, entre otros, la promoción de la auténtica dignidad de toda persona, la defensa del inviolable derecho a la vida, la tutela del derecho a la libertad de conciencia y a la libertad religiosa, así como la participación activa en la política.

En el contexto de este compromiso, es necesario «desmantelar las estructuras de pecado que se encuentran en el origen de muchos sufrimientos humanos», advirtió el prelado.

«No debemos rendirnos ante leyes injustas e inmorales –exhortó–, no debemos aceptar comportamientos que puedan favorecer la inmoralidad, no debemos colaborar ni siquiera indirectamente con organizaciones criminales».

«En esta bendita tierra de Sicilia –concluyó monseñor Martino— aún resuenan dolorosamente amonestadoras las graves palabras de Juan Pablo II en Valle dei Templi de Agrigento –9 de mayo de 1993— contra la cultura de la mafia, que es una cultura de muerte, profundamente inhumana, antievangélica, enemiga de la dignidad de la persona y de la convivencia civil».

El milagro de Siracusa

El 29 de agosto de 1953, en la modesta casa de Antonia y Angelo Iannuso, un cuadro de yeso, en el que se representa en relieve el corazón inmaculado de María, derramó lágrimas. El fenómeno tuvo lugar en Siracusa, localidad de la isla italiana de Sicilia.

El prodigioso fenómeno, que después sería oficialmente reconocido por los obispos de Sicilia, se prolongó hasta el 1 de septiembre atrayendo la atención de la prensa de todo el mundo.

El 1 de septiembre de 1953, una comisión de médicos y científicos logró recoger un centímetro cúbico del líquido que manaba de los ojos de la Virgen. De acuerdo con la conclusión del estudio científico, su composición es análoga a la de las lágrimas humanas.

Un santuario recuerda hoy en Siracusa las lágrimas de María. Su página web en italiano se encuentra en www.diocesi.siracusa.it/htm/santuar.html.

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ZENIT Staff

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