CIUDAD DEL VATICANO, 23 marzo 2003 (ZENIT.org).- En sus primeros encuentros públicos tras el inicio del conflicto en Irak, Juan Pablo II ha asegurado su solidaridad a las familias de las víctimas, y ha afirmado que esta guerra «amenaza la suerte de la humanidad».
El pontífice elevó su súplica por la paz este domingo desde la plaza de San Pedro del Vaticano al concluir la ceremonia de proclamación de cinco nuevos beatos.
Al despedirse de los peregrinos, el obispo de Roma pidió implorar «sobre todo en este momento, el don de la paz».
En particular, encomendó a la intercesión de la Virgen María a «las víctimas de estas horas de guerra y a los familiares que sufren».
«Me siento espiritualmente cercano a ellos con el afecto y la oración», aseguró.
En la celebración eucarística de la beatificación, durante la oración de los fieles, también se ofrecieron oraciones por la paz y la reconciliación entre los pueblos.
Este sábado, en su primera aparición pública tras el comienzo de las operaciones militares anglo-estadounidenses contra Irak, el Papa condenó el recurso a la fuerza como instrumento de solución de las diferencias entre las personas.
«Cuando la guerra, como en estos días en Irak, amenaza la suerte de la humanidad –dijo–, es todavía más urgente proclamar, con voz decidida, que sólo la paz es el camino para construir una sociedad más justa y solidaria».
«La violencia y las armas no pueden resolver nunca los problemas de los hombres», afirmó el pontífice al recibir en audiencia a los trabajadores del canal de televisión italiano católico «Telepace», que celebraban el vigesimoquinto año de su fundación.
