El Papa pide a los cristianos convertirse con su vida en caricia de Dios

Mensaje de Juan Pablo II para la Cuaresma 2002

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CIUDAD DEL VATICANO, 5 febrero 2002 (ZENIT.org).- Juan Pablo II invita en esta Cuaresma a los cristianos del mundo a hacer de su vida una caricia de Dios a toda persona.

Es la propuesta central del Mensaje pontificio que, con el lema «Gratis lo recibisteis; dadlo gratis», alienta la reflexión de estos cuarenta días que preparan para la pasión, muerte y resurrección de Jesús.

«Habiendo recibido gratis la vida, debemos, por nuestra parte, darla a los hermanos de manera gratuita», explica el Santo Padre en el mensaje que fue presentado este martes en la Sala de Prensa de la Santa Sede, cuando faltan pocos días para el inicio de la Cuaresma (Miércoles de Ceniza, 13 de febrero).

Precisamente porque la vida es un don, sigue constatando el documento, «la existencia no puede ser considerada una posesión o una propiedad privada, por más que las posibilidades que hoy tenemos de mejorar la calidad de vida podrían hacernos pensar que el hombre es su «dueño»».

«No todo lo que es técnicamente posible es también moralmente lícito –añade–. Aunque resulte admirable el esfuerzo de la ciencia para asegurar una calidad de vida más conforme a la dignidad del hombre, eso nunca debe hacer olvidar que la vida humana es un don, y que sigue teniendo valor aún cuando esté sometida a sufrimientos o limitaciones».

«Por el contrario –afirma el Mensaje–, toda persona, incluso la menos dotada, ha de ser acogida y amada por sí misma, más allá de sus cualidades y defectos. Más aún, cuanto mayor es la dificultad en que se encuentra, más ha de ser objeto de nuestro amor concreto».

El primer don que los cristianos deben dar a sus hermanos y hermanas en humanidad, según el Papa Wojtyla, es el «de una vida santa, que dé testimonio del amor gratuito de Dios».

«Cuando el cristiano se hace cargo de las necesidades del prójimo –subraya el Mensaje cuaresmal–, como en el caso del buen samaritano, nunca se trata de una ayuda meramente material. Es también anuncio del Reino, que comunica el pleno sentido de la vida, de la esperanza, del amor».

Antes de terminar agradeciendo el testimonio de caridad que ofrecen en el mundo tantos laicos, religiosos y sacerdotes, Juan Pablo II propone a los cristianos vivir esta Cuaresma 2002 con una actitud específica: «la generosidad efectiva hacia los hermanos más pobres».

«Abriéndoles el corazón –dice–, nos hacemos cada vez más conscientes de que nuestra entrega a los demás es una respuesta a los numerosos dones que Dios continúa haciéndonos».

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ZENIT Staff

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