El presidente del episcopado nigeriano exige aclarar los sucesos de Kaduna

Hechos así no ocurren de improviso, asegura

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ABUYA, 28 noviembre 2002 (ZENIT.org).- «La comunidad islámica debe asumir la responsabilidad por los muertos y las iglesias quemadas en Kaduna. Hasta ahora ni los líderes musulmanes ni el gobierno han querido aceptarla, pero alguno debe hacerlo. Queremos saber quién esta detrás de lo que ha sucedido».

Sin rodeos, monseñor John Olorunfemi Onaiyekan, arzobispo de Abuya, pidió con estas palabras –recogidas por la agencia MISNA — aclarar la violencia que ensangrentó la ciudad del norte de Nigeria.

El episodio de intolerancia estalló el miércoles pasado en el centro-norte del país, después de la publicación de un artículo en el diario «This Day» relacionado con el concurso de Miss Mundo –cuya celebración estaba prevista en la capital, Abuya– y que se consideró blasfemo para la religión musulmana.

La sede del diario en Kaduna fue incendiada por cientos de musulmanes que protestaban contra la aparición del artículo. Después, una manifestación degeneró en ataque contra las iglesias y los edificios pertenecientes a cristianos, según indicaron testigos presenciales.

«Fueron asesinadas más de 200 personas y quemadas muchas Iglesias –declara el prelado–. Pedimos que los culpables sean identificados y castigados. Y que no se diga que se trató de bandas de muchachos fuera de control».

En Kaduna, epicentro de los enfrentamientos desencadenados por las protestas de los integristas islámicos por el certamen de Miss Mundo –ahora se celebrará en Londres–, fueron detenidas cientos de personas: los musulmanes serán juzgados por los tribunales islámicos, según prevé la Sharia (la ley coránica en vigor en el estado de Kaduna).

«El que mató en las calles de la ciudad debe ser llevado ante un tribunal de la federación nigeriana; no podemos admitir el juicio de una corte islámica», añade el arzobispo de Abuya.

Monseñor Onaiyekan, presidente de la Conferencia Episcopal Nigeriana, continúa: «Es hora de acabar con estos episodios de ferocidad. ¿Quién compensará la muerte de cientos de personas? ¿Quién hará reconstruir las iglesias destruidas?»

«Violencias semejantes no estallan por sorpresa. Los líderes musulmanes deben garantizarnos que en adelante estos episodios no volverán a ocurrir. Esta gente no se echa a las calles a saquear y devastar sin razones. Está claro que han sido incitados; alguien les dijo qué tenían que hacer», denuncia.

Entre el jueves y el sábado pasado, Kaduna fue arrasada por el furor de los integristas islámicos, que se enfrentaron a los cristianos.

«Me he encontrado con muchísimos musulmanes que se avergüenzan de lo ocurrido –observó monseñor Onaiyekan–. Debido a un grupo de extremistas, la comunidad internacional se ha llevado la imagen de Nigeria como un país donde no hay tolerancia religiosa ni social».

Una situación que vuelve a apuntar a la Sharia, como señala el prelado: «Es completamente inaceptable e irresponsable porque no nos permite vivir en paz. Hasta que no convengamos en retirar la ley coránica en los estados que la han adoptado, seguiremos alentando este fanatismo».

El gobierno debió impedir que la Sharia entrara en el sistema jurídico de Nigeria, «pero no fue capaz», afirma monseñor Onaiyekan.

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ZENIT Staff

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