El Vaticano una nueva Europa inspirada en los valores cristianos

Pide la contribución de Italia en este sentido

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ROMA, 19 febrero 2002 (ZENIT.org).- La Santa Sede pidió este lunes a Italia su colaboración para que los valores cristianos inspiren el proceso de construcción de la nueva Europa.

La petición fue presentada por el cardenal Angelo Sodano, secretario de Estado vaticano, en un encuentro con las máximas autoridades de la República –participaron el presidente Carlo Azeglio Ciampi, el primer ministro Silvio Berlusconi, y otros representantes del Gobierno y del Congreso– en la embajada italiana ante la Santa Sede.

Al concluir el tradicional encuentro anual, el cardenal Sodano reveló en declaraciones a los periodistas que los participantes profundizaron sobre «nuestra cooperación para la construcción de una nueva Europa, inspirada en los principios éticos y cristianos que la han hecho grande».

El pasado 10 de enero, Juan Pablo II constató con pena que la cumbre de jefes de Gobierno y de Estado de la Unión Europea (UE) de Laeken (Bélgica) no mencionó explícitamente el 15 de diciembre la contribución de las comunidades de creyentes en la creación de la «Convención» europea.

La «Convención», que celebrará su sesión inaugural e1 1 de marzo, deberá durante un año afrontar las cuestiones más importantes para el proceso de integración europea. Según algunos podría sentar las bases para una futura Constitución europea.

En Laeken, se anunció que la «Convención» estará abierta a la sociedad civil, pero no se mencionó, sin embargo, a las Iglesias y comunidades religiosas.

Esta aparente exclusión contrasta con la publicación del «Libro blanco de la gobernanza», publicado por la Comisión Europea (julio 2001), en el que al definir los agentes que forman parte de la «sociedad civil» reconocía «una especial contribución por parte de las iglesias y comunidades religiosas».

El debate sobre la contribución de los cristianos en Europa estalló en la redacción de la «Carta de Derechos Fundamentales» de la UE (publicada el 14 de octubre de 2000), en la que Francia rechazó obstinadamente el borrador del «Preámbulo» presentado por parlamentarios alemanes en el que se aludía a la «herencia cultural, humanista y religiosa» del continente.

Tanto el presidente Jacques Chirac, como el primer ministro Lionel Jospin, consideraban que el enunciado contradecía el principio francés de separación Iglesia-Estado.

El texto final evita la mención «religiosa». Dice así: «Consciente de su patrimonio espiritual y moral, la Unión está fundada sobre los valores indivisibles y universales de la dignidad humana, la libertad, la igualdad y la solidaridad, y se basa en los principios de la democracia y del Estado de Derecho».

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ZENIT Staff

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