En espera del Papa, los católicos eslovacos se aferran a sus raíces cristianas

Entrevista con el arzobispo de Bratislava-Trnava, monseñor Sokol

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BRATISLAVA, 9 septiembre 2003 (ZENIT.org).- Quince años después de salir del régimen comunista y a punto de ingresar en la Unión Europea, la comunidad católica de Eslovaquia aguarda la tercera visita de Juan Pablo II uniéndose al Santo Padre en la protección de las raíces cristianas del Viejo Continente.

Así describió el arzobispo de Bratislava-Trnava, monseñor Ján Sokol, el ánimo de los fieles eslovacos ante la inminente llegada del Sumo Pontífice en una entrevista concedida el domingo pasado a Radio Vaticana. En abril de 1990, Juan Pablo II viajó a la entonces Checoslovaquia pocos meses después de la caída del régimen comunista. El segundo viaje apostólico tuvo lugar el verano de 1995, fecha en que presidió la canonización de tres santos mártires de Kosice.

Del 11 al 14 de septiembre próximo, en su viaje apostólico 102, el Papa recorrerá las tierras eslovacas, una vez más, en un momento crucial de su historia: en vísperas de su ingreso, el próximo 1 de mayo de 2004, en la Unión Europea.

«Creemos que el viaje tendrá importantes frutos espirituales –reconoció monseñor Sokol–. Sobre todo nos alentará en la fe y a fundar nuestra vida en los valores fundamentales y perennes de la existencia».

Se prevé que en esta ocasión Juan Pablo II visite tres ciudades eslovacas –Trnava, Banská Bystrica y Roznava– además de la capital de este país de algo menos de cinco millones y medio de habitantes, de los cuales el 74,71% es católico.

El momento culminante será la misa final del domingo, en la que el Santo Padre proclamará beatos a dos mártires eslovacos víctimas de la persecución comunista: el obispo greco-católico Basilio Hopko (1904-1976) y sor Zdenka Schelingová (1916-1955).

–En 1989 cayó el régimen comunista. ¿Cómo ha cambiado la Iglesia desde entonces?

–Monseñor Sokol: El cambio ha tenido lugar sobre todo en nuestras libertades. Ya no existe el temor de frecuentar las iglesias, de encontrarnos en las pequeñas comunidades, de vivir nuestra fe, de tener contacto con el exterior.

–¿Cuáles son las relaciones con las demás Iglesias en Eslovaquia?

–Monseñor Sokol: Tenemos una bella relación con los miembros de la comunidad protestante-luterana, que representa el 6% de la población. Organizamos con ellos encuentros ecuménicos y momentos de oración. También está la comunidad calvinista, que representa más o menos el 2% de los habitantes. Las relaciones son buenas con todos.

–Para la Iglesia Católica en Eslovaquia, ¿cuáles son los problemas de hoy?

–Monseñor Sokol: Asistimos a la transformación de la economía del Estado. Desgraciadamente, hay mucho desempleo que se refleja en la vida de las familias, obligadas verdaderamente a vivir con lo mínimo; ello repercute en su vida cotidiana, tanto cultural como religiosa.

–¿Qué participación tienen las familias en la vida religiosa?

–Monseñor Sokol: Constatamos que los niños frecuentan a menudo la catequesis en las escuelas, tanto elementales como medias y superiores. Hay familias que se reúnen regularmente entre sí e intercambian experiencias. Y esto funciona muy bien. Lo que alentamos es el espíritu de oración en todas las familias. Eslovaquia, gracias a los santos Cirilio y Metodio, tiene una gran herencia de oración y de fe.

–El Parlamento tiene en examen una preocupante ley sobre el aborto. ¿Cuál es la postura de la Iglesia en el país?

–Monseñor Sokol: La Doctrina Social siempre ha estado presente en la Iglesia en Eslovaquia, lo está hoy y lo estará en el futuro. Como dice el Santo Padre, la Iglesia protege la vida desde su inicio en el seno materno hasta su muerte natural. Esta es la ley de Dios. El llamamiento de la Iglesia Católica en Eslovaquia es precisamente éste: permanecer fieles a la doctrina de la Iglesia Católica.

–¿Con qué sentimientos aguardan los fieles a Juan Pablo II, quien desde que era arzobispo de Cracovia ha seguido con atención las circunstancias y la vida del pueblo eslovaco?

–Monseñor Sokol: Toda Eslovaquia espera con gran gozo al Santo Padre. Es visto como el vicario de Jesucristo, como la guía de la Iglesia Católica. Siempre lo hemos amado así. Esta tradición tiene aquí raíces muy fuertes y profundas.

–El viaje del Papa se sitúa a un paso de la entrada de Eslovaquia en la Unión Europea. ¿Cuál es, entonces, el deseo para el futuro del país?

–Monseñor Sokol: Europa tiene raíces cristianas: nosotros queremos asociarnos al Santo Padre, que protege estas raíces y que ve el futuro en esta luz. Nos unimos al Papa en esta gran empresa.

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ZENIT Staff

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