Episcopado dominicano: «No podemos permitir que el país se hunda»

Mensaje ante la situación que atraviesa la nación

Print Friendly, PDF & Email
Share this Entry

SANTO DOMINGO, 1 diciembre 2003 (ZENIT.org).- Publicamos a continuación el mensaje que difundió el miércoles pasado la Conferencia Episcopal de la República Dominicana en el que se constata la crisis que atraviesa el país y se piden al gobierno medidas urgentes para atajar la situación.

MENSAJE

“De nada sirven ya ni las lamentaciones ni las explicaciones”
“No podemos permitir que el país se hunda. Estamos a tiempo”

Jesucristo sintetizó la Moral y la Espiritualidad –la Ley y los Profetas- en amar a Dios y en amar al prójimo como a nosotros mismos. Añadió que lo segundo era semejante a lo primero. San Juan en su primera carta comenta: “si alguno dice yo amo a Dios y no ama a su hermano miente, pues quien no ama a su hermano que ve, no puede amar a Dios, a quien no ve. Y nosotros hemos recibido de él este mandato: quien ama a Dios, ame también a su hermano” (1 Juan 4, 20-21).

Amar al prójimo como a uno mismo es identificarse con él. Esta identificación con lo que la mayoría del pueblo dominicano piensa y siente en estos momentos es lo que nos ha movido a hacer público este Mensaje.

Con ello queremos ser fieles al Concilio Vaticano II que en el proemio de la Constitución Pastoral sobre la Iglesia en el mundo actual nos recordó que “los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren, son a la vez gozos y esperanzas, tristezas y angustias de los discípulos de Cristo” (Gaudium et Spes, n. 1).

1. Medidas adecuadas y drásticas

De nada sirven ya ni las lamentaciones ni las explicaciones. Ambas prácticas están agotadas. Hemos llegado a un punto crítico que lo que se impone son acciones inaplazables, eficaces y drásticas para salir rápidamente del hoyo en que estamos metidos.

Analizando a fondo la situación, es evidente que la raiz de nuestros problemas mayores está en el deterioro económico, agudizado progresivamente.

La misma crisis energética es hoy económica.

Las medidas adoptadas no han ido obteniendo los resultados deseados y se impone un análisis más certero y medidas más adecuadas.

No esperemos que las causas externas desaparezcan o mejoren (por ejemplo que el precio del petróleo baje o que la economía mundial se recomponga…) y enfrentémoslas creativamente y eliminemos las causas internas, las nuestras.
Cuando el balance no cuadra porque son mayores los egresos que los ingresos, no hay más remedio que aumentar los ingresos o bajar los egresos o hacer ambas cosas a la vez.

De acuerdo a este principio tan sencillo y de sentido común, el Gobierno debe rápidamente tomar todas las medidas necesarias para aumentar la producción y reducir los gastos presupuestables.

En esta línea no es sabia la solución de sobrecargar de impuestos a los que los pagan sino la de lograr que todos paguen lo que están obligados a pagar. Es de justicia la contribución de todos al bien común y es obligación del Poder Público exigirla.

Pero esto no basta. Es necesario, sobre todo en un momento de emergencia como el nuestro, que el Estado se concentre en los gastos necesarios y prioritarios y elimine todos los gastos suntuosos, inútiles, superfluos o prescindibles. Esto incluye la eliminación de sueldos de lujo, de empleos superfluos y de subvenciones generosas.

Exhortamos a los Partidos Políticos que se comprometan a realizar una campaña electoral histórica con austeridad y el empleo de mínimos recursos. Tanto más cuanto que los que se presentan son figuras públicas sobradamente conocidas por todos los dominicanos

Pero tampoco esto basta. Es decir, atajar la dilapidación y la dispersión de la disponibilidad económica del Estado. Es necesario adecentar la administración pública: no permitir a nadie saquear los bienes del Estado que son patrimonio de todos, sacando inmediatamente de la administración pública, castigando con severidad e inhabilitando de por vida para cualquier cargo público al que busque enriquecerse con los bienes del Estado o disponer de ellos para su propio provecho.

Pero quizás todo esto no baste y lo que se imponga sea la revisión de los actuales funcionarios y la presencia refrescante de nuevas figuras, altamente cualificadas, comprometidas a enderezar el rumbo de la nación. Y no hay que temer, si es el caso, de recurrir a gente extra-partido o apolítica, dotada de conocimientos, experiencia, sensibilidad social y amor patrio.

2. Fuga de capitales.

Ante el temor de devaluaciones progresivas de la moneda nacional, buscando la seguridad de sus pequeños o medianos ahorros, de sus fondos comerciales y de inversión y de sus capitales bien o mal avenidos, dominicanos y dominicanas de todos los estratos sociales han ido recurriendo a convertir sus pesos en dólares y a colocarlos fuera del país. El monto actual de estos capitales fugados –pequeños, medianos y grandes- parece ser escandaloso y es una de las causas de nuestra situación.

No negamos que a algunos, en buena parte, les impulsó a hacer esto el evadir los impuestos nacionales, pero es evidente que la razón más profunda de este fenómeno ha sido la falta de una legislación adecuada y la desconfianza. Desconfianza del Poder Ejecutivo, del Poder Legislativo, del Banco Central, de la Superintendencia de Bancos y de la Nación.

La repatriación de esos capitales cambiaría notablemente nuestra situación económica. Las posibilidades de inversión productiva en el país, en la industria, en la agro-pecuaria, en el comercio, en la repoblación forestal, en la energía eléctrica, en la vivienda, en el turismo y en el área de servicios son amplísimas y sólo esperan capital disponible, valentía y creatividad empresarial.

Lo sucedido con varios Bancos ha traído la contrapartida de una mayor vigilancia sobre ellos y de una mayor responsabilidad y esmero en ellos. En un régimen democrático de libertad e iniciativa privada la Banca tiene una función fundamental. Además de inmoral es peligrosísimo para la estabilidad de la nación que personas, grupos o instituciones inescrupulosas, por razones inconfesables e intereses bastardos se dediquen a difundir noticias falsas, calumnias o dudas sin fundamento alguno contra entidades bancarias concretas con el fin de dañar su reputación y desequilibrar aún más la nación. Esto se está haciendo y merece nuestra condenación y repulsa.

3. Reajuste salarial

La Iglesia siempre ha defendido el salario justo y lo ha exigido. Sintetizando su pensamiento, el Concilio Vaticano II proclama: “La remuneración del trabajo debe ser tal que le permita al individuo y a su familia una vida digna en el plano material, social, cultural y espiritual, teniendo presente el puesto de trabajo y la productividad de cada uno, asi como las condiciones de la empresa y del bien común” (Gaudium et Spes n.67).

Nadie puede negar que, en el momento presente, el poder adquisitivo de los dominicanos ha quedado reducido a menos de la mitad y que, por lo tanto es de justicia ineludible e inaplazable el reajuste salarial. No una subida simbólica y limitada sino un verdadero reajuste salarial.

A los que proclaman que tal reajuste es inflacionario, les recordamos que de nada sirve la oferta industrial y comercial si son muy pocos los que pueden adquirirla. Lo que hay que atajar, para bien de la economía, es la recesión. La adecuación de los salarios al costo real de la vida en los pueblos que la adoptan no trae sino beneficios a su economía nacional.

A este respecto queremos recordar un párrafo fundamental de la Constitución Pastoral del Concilio Vaticano II sobre la Iglesia en el mundo actual: ”En la vida económico-social deben respetarse y promoverse la dignidad humana, su entera vocación y el bien de toda la
sociedad, porque el ser humano es el autor, centro y fin de toda la vida económico-social” (Gaudium et Spes, n.63).

4. Crisis internas de los Partidos políticos.

Hace tiempo que venimos diciendo que, superadas las ideologías antagónicas, los partidos políticos están llamados a revisar seriamente su función, su modo de actuar; a no dirigir sus mayores energías a la mera conquista del Poder Público por el poder mismo y, obtenido, a perpetuarlo por cualquier vía; y a ofrecer, por encima de todo, soluciones reales y eficaces a los males sociales y económicos existentes y previsibles.

En medio de tantas dificultades lo que la nación espera de los políticos no es el fragor de sus luchas internas sino posibles soluciones, “alternativas”, a los problemas que nos aquejan. Quiere paz, signos de esperanza y que todo ese derroche de energías se concentre en la búsqueda aunada y firme de soluciones a nuestros males.

Hay quienes creen que la renuncia del Honorable Sr. Presidente a su repostulación favorecería altamente la paz social, la confianza y la gobernabilidad. Lo dejamos a su conciencia.

+++

Invitamos a todo el pueblo dominicano a unirse en oración. “Yo les digo: pidan y se les dará. Busquen y hallarán; llamen y se les abrirá, porque el que pide recibe; el que busca halla, y al que llama, se le abre” (Lc 11, 9-10) dijo Jesucristo. En la presencia de Dios, Nuestro Padre, meditemos sobre cuanto hemos expresado en este Mensaje y pidámosle confiadamente, poniendo por intercesora a la Virgen de Altagracia, Protectora Nacional, que nos dé fortaleza, generosidad y sabiduría y, sobre todo su gracia para que podamos superar todas nuestras dificultades.

Santo Domingo, 25 de noviembre del año 2003

Les bendicen,

+Nicolás de Jesús Cardenal López Rodríguez
Arzobispo Metropolitano de Santo Domingo

+Ramón Benito de la Rosa y Carpio
Arzobispo Metropolitano de Santiago de los Caballeros
Presidente de la Conferencia del Episcopado Dominicano

+Juan Félix Pepen
Obispo Emérito

+Juan Antonio Flores
Obispo Emérito

+Roque Adames
Obispo Emérito

+Fabio Mamerto Rivas, SDB
Obispo Emérito
Obispo de San Francisco de Macorís

+Tomás Gerónimo Abreu
Obispo de Mao-Monte Cristi

+Francisco José Arnáiz, S.J.
Obispo Emérito

+José D. Grullón
Obispo de San Juan de la Maguana

+Antonio Camilo
Obispo de La Vega

+Amancio Escapa, OCD
Obispo Titular de Cene
Obispo Auxiliar de Santo Domingo

+Pablo Cedano Cedano
Obispo Titular de Vita
Obispo Auxiliar de Santo Domingo

+Nicanor Peña
Obispo de Puerto Plata

+Francisco Ozoria Acosta
Obispo de San Pedro de Macorís

+Freddy Breton
Obispo de Bañí

+Rafael L. Felipe Núñez
Obispo de Barahona

+Diómedes Espinal
Obispo Titular de Vardimissa
Auxiliar del Arzobispo de Santiago de los Caballeros

Ramón Benito Ángeles Fernández
Secretario General del Episcopado Dominicano

Print Friendly, PDF & Email
Share this Entry

ZENIT Staff

Apoye a ZENIT

Si este artículo le ha gustado puede apoyar a ZENIT con una donación