Haití necesita comida, refugios y medicinas

Testimonio de Fray Manuel Riverio, vicario provincial de los dominicos en Haití

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SAO PAULO, miércoles 3 de febrero de 2010 (ZENIT.org).- Lo más urgente para Haití tras el temblor de tierra del 12 de enero es afrontar las “necesidades elementales de alimento, refugio y medicinas”.

Fray Manuel Rivero, O.P., vicario provincial de los Dominicos en Haití, explica a ZENIT la vida cotidiana de su comunidad en Haití y los esfuerzos de la Familia Dominica, a nivel internacional, para ayudar a la reconstrucción de este país devastado.

También describe la gran fe de los haitianos, que “no dejan de orar”.

– Tras el terrible terremoto que ha devastado Haití, ¿cómo es la vida cotidiana de la comunidad dominica?

Fray Manuel Rivero: La vida cotidiana de los hermanos y las hermanas consiste en ocuparse de los heridos, los muertos y los desaparecidos, de sus familias y de las personas cercanas a ellos: niños de las escuelas, profesores, familias de barrios pobres,…

Como todo el mundo, los hermanos y las hermanas pasan los días y las noches fuera de sus hogares porque las casas corren el riesgo de hundirse en una réplica.

Las hermanas dominicas han acogido a otras hermanas enfermeras y psicólogas para ayudar a la población.

Hemos recibido de la Familia dominica en República Dominicana medicamentos y alimentos gracias a la asociación Vera Paz.

– En estos momentos, ¿hay signos visibles de un inicio de reconstrucción?

– Fray Manuel Rivero: Por el momento hay que afrontar las necesidades elementales de alimentación, refugio y medicinas.

No hay suficientes tiendas para acoger a los centenares de miles de personas sin hogar.

– ¿Qué función tiene la Iglesia y vuestra comunidad?

– Fray Manuel Rivero: La Iglesia y la Familia dominica trabajan a nivel internacional para ayudar a la reconstrucción del país.

En estos momentos, yo me encuentro en Brasil, donde están reunidos los hermanos y las hermanas dominicos de América Latina, que reflexionan juntos para ayudar mejor a la Orden de Santo Domingo y a la Iglesia de Haití a corto, a medio y a largo plazo.

Se trata de una ayuda no sólo económica, sino también humana y espiritual. La Iglesia, misterio de comunión, es fuente de esperanza para el pueblo haitiano.

– ¿Usted siente que Dios está presente en medio de todo este sufrimiento?

– Fray Manuel Rivero: Frente al sufrimiento y a la muerte provocados por el seísmo, el hombre tiene que elegir entre el absurdo y el misterio.

Los haitianos, creyentes, no cesan de orar. En Europa, son muchos los que dicen no entender este gesto de fe: “¿Por qué rezan, si Dios no ha hecho nada para evitar el dolor y la muerte?”

Para la mayor parte de los haitianos, Dios no ha participado en esta catástrofe. Al contrario, Jesucristo continúa protegiendo a su Iglesia. Durante las réplicas del seísmo, la oración se elevaba al cielo: “¡Jesús! ¡Jesús!”.

– ¿Cómo ve usted el futuro y cómo podemos ayudarle?

– Fray Manuel Rivero: La solidaridad y la amistad entre los pueblos son fuente de esperanza. Lo peor sería sentirse abandonados. ¡Pero ése no es el caso!

Los que quieran ayudarnos, pueden ver cómo hacerlo en la web de la Curia de la Orden de Predicadores, http://curia.op.org/es/.

[Por Marine Soreau, traducción del francés por Patricia Navas]

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ZENIT Staff

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