La Iglesia se moviliza en Kenia para paliar la hambruna, declarada «desastre nacional»

El presidente del episcopado señala al gobierno su responsabilidad en este drama

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MOMBASA/NAIROBI, martes, 10 enero 2006 (ZENIT.org).- Un llamamiento ha lanzado la Iglesia católica en Kenia a sus fieles y a todos los kenianos para que ayuden a los 2,5 millones de habitantes que enfrentan en estos momentos la hambruna en el país africano.

En su discurso de año nuevo a la nación, el presidente de Kenia, Mwai Kibaki declaró el hambre «desastre nacional» y reconoció que «en los próximos seis meses hasta 2,5 millones» de keninanos «necesitarán ayuda para paliar el hambre».

Difundiendo estas voces de alarma, el Servicio Católico de Información para África (CISA) apunta que el gobierno confirmó el jueves pasado que al menos 40 personas ya han muerto de hambre.

El presidente achaca la hambruna al fracaso de las cosechas y a la merma del ganado por la prolongada sequía. Ha apelado a los donantes locales e internacionales para que ayuden al gobierno en la gestión de la crisis.

La escasez de alimentos y agua está golpeando dramáticamente regiones del noreste, del este, Rift Valley y provincias costeras.

Advierte el presidente de la Conferencia Episcopal de Kenia, el obispo Cornelius Arap Korir, que las muertes por hambre registradas en zonas del país eran evitables: «Nuestro gobierno debería haber sido más proactivo que reactivo», dice el prelado en un comunicado enviado a CISA.

«Esta calamidad podría haberse prevenido si el gobierno hubiera respondido a los sistemas de alerta temprana que predijeron la sequía», añadió (Cf. Zenit, 27 agosto 2004).

«La Iglesia católica en Kenia llama a todos nuestros cristianos y a todas las personas de buena voluntad a contribuir con comida, ropa, medicinas u otros donativos que puedan ayudar a salvar vidas en las zonas afectadas», es el mensaje que difunde el prelado.

La Iglesia católica en el país solicita igualmente al Estado que «aumente los recursos asignados a esta emergencia para salvar vidas» y se dirige además a los donantes internacionales a fin de que ayuden a contener la crisis.

Al frente de la Iglesia anglicana en el país africano, el arzobispo Benjamin Nzimbi comparte el criterio de la Iglesia católica, y ha afirmado que el sufrimiento actual podía haberse prevenido si se hubiera dado una respuesta inmediata a las advertencias tempranas de una grave sequía en determinadas regiones del país.

Ha pedido al gobierno que encuentre una solución a largo plazo para la recurrente hambruna.

A los kenianos les ha invitado a saltarse un almuerzo para salvar la vida de los golpeados por el hambre y, lanzando el fondo de ayuda de su Iglesia por el hambre, ha apelado a la comunidad internacional, a la Iglesia en general y a todos los habitantes de buena voluntad del país para que apoyen a los que están sucumbiendo por esta causa.

Más de 50 mil prisioneros por todo el país cumplieron su compromiso de no almorzar el día de Año Nuevo y donaron 300 sacos de maíz, judías y arroz para contribuir a paliar la hambruna.

El Departamento Meteorológico del país advierte de que la sequía que tiene en jaque a 2,5 millones de kenianos probablemente persista hasta mediados de marzo, cuando se espera la estación de lluvias.

En una declaración de prensa, el director de los Servicios Meteorológicos –Joseph Mukabana– subraya que estos «meses de enero y febrero se prevén secos y soleados, especialmente en las zonas que actualmente experimentan sequía».

Bajo sequía grave cita las regiones del noreste (Mandera, Wajir y Garissa), sudeste (Machakos, Kitui, Makueni y Kajiado) y regiones de la costa (Kwale y Kilifi).

La hambruna actual sigue en el tiempo a la falta de lluvias en las dos estaciones pluviales de marzo-mayo y octubre-diciembre del año pasado.

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ZENIT Staff

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