La misión del obispo, ayudar a discernir la verdadera felicidad

Según el secretario de la Congregación vaticana para los Obispos

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ROMA, 12 septiembre 2003 (ZENIT.org).- De acuerdo con monseñor Angelo Amato, el obispo ha de ser «custodio, maestro y educador» de la fe para ayudar al hombre de hoy a orientarse en «caminos nuevos y a menudo alternativos a los tradicionales».

Es el perfil que trazó este jueves el secretario de la Congregación vaticana para la Doctrina de la Fe al intervenir en el encuentro que hasta el próximo 19 de septiembre reúne en el Ateneo Pontificio «Regina Apostolorum» a 106 obispos de 26 países de Europa, América y Australia.

Los prelados, reunidos para reflexionar sobre su propio ministerio –por invitación de dicha Congregación–, tienen en común su reciente designación por Juan Pablo II.

En su conferencia titulada «El obispo, custodio de la fe», el arzobispo Amato observó que al «pensamiento débil» contemporáneo, según el cual «el ser humano vive al día siguiendo opiniones todas igualmente válidas y todas igualmente provisionales», es necesario contraponer hoy el «pensamiento fuerte» de Jesús y su estilo de vida.

Éste está hecho de «acogida, compasión, curación y perdón» testimoniados diariamente por Jesús ante «publícanos, pecadores, prostitutas, extranjeros, leprosos, viudas, niños, enfermos, endemoniados, renegados, pobres o enemigos».

Monseñor Amato constató que en el mundo actual, igual que la moda cambia cada estación, «la cultura modifica opiniones y comportamientos rechazando toda verdad estable y eterna», mientras que las «decisiones arbitrarias del “yo”» sustituyen los mandamientos divinos.

Por ello corresponde al obispo mostrar que «en el laberinto de las múltiples opciones humanísticas y religiosas orientadas a dar significado y valor a la existencia, sólo Jesús puede llevar a buen fin nuestro anhelo de felicidad y de gozo pleno», concluyó.

La jornada había comenzado con la celebración eucarística, presidida por el cardenal Joseph Ratzinger, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, quien centró la homilía en la liturgia del día.

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ZENIT Staff

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