La persecución contra la Iglesia, una realidad aún vigente

Denuncia el cardenal Nicolás de Jesús López Rodríguez

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SANTO DOMINGO, 2 diciembre 2003 (ZENIT.org).- «Es una vergüenza para la humanidad» que aún existan regímenes que cometan todo tipo de atropellos contra las personas «por el sólo hecho de ser creyentes», denuncia el arzobispo de Santo Domingo –República Dominicana–, cardenal Nicolás de Jesús López Rodríguez.

Juan Pablo II, en su intención misionera de este mes, pide «por la Iglesia de los países donde sigue en vigor un régimen totalitario, para que se le reconozca libertad plena en el desenvolvimiento de la misión espiritual que le es propia».

Persecución e intolerancia es una «realidad que nunca ha faltado a los creyentes en Jesucristo» y que continúan experimentando «en diversas partes del mundo», constata el purpurado comentando en Fides la intención misionera del Santo Padre.

«Todos nos sentimos identificados con la intención misionera» «precisamente por su actualidad y porque se necesita orar por los perseguidos a causa de la fe», afirma.

Según explica el cardenal López Rodríguez, el origen de esta persecución está en que «la Iglesia contradice al mundo», dado que ésta se inspira en «los criterios que Jesús nos dejó en el Evangelio, fundamentalmente las Bienaventuranzas», y ello contrasta «de manera radical con lo que el mundo piensa».

Existe la persecución «que se ejerce desde el poder», desde «regímenes totalitarios» que «aunque se diferencien en sus motivaciones» comparten métodos «igualmente perversos e injustos», observa el purpurado.

«A todas las víctimas de la historia, el Santo Padre las quiso recordar y honrar con ocasión del Gran Jubileo del Año 2000 y dispuso algo más: que se actualizara el Martirologio, incluyendo los admirables testigos de la fe en el siglo XX», apunta el prelado.

«Es una vergüenza para la humanidad –denuncia–, que hace algo más de cincuenta años reconoció, a través de la Carta de los Derechos del Hombre, la dignidad de toda persona sin importar su sexo, religión, condición social, etc., tener que constatar que todavía hay regímenes ridículos, que están en la prehistoria de la realidad social y jurídica del mundo, cometiendo todo tipo de atropellos, vejaciones, abusos, y crímenes contra personas indefensas por el sólo hecho de ser creyentes».

En su opinión, no es extraño «que nuestros hermanos y hermanas sean perseguidos hoy también, porque los hijos de las tinieblas tienen terror a la verdad y a la libertad».

«Por eso mismo –insiste– pedimos en este mes para que a la Iglesia, bajo esos primitivos y desfasados regímenes totalitarios, se le reconozca libertad plena para realizar su misión espiritual».

Y advierte: «Hoy más que nunca se necesita esa libertad cuando asoman peligrosas señales de la más absurda intolerancia, inclusive religiosa».

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ZENIT Staff

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