La sede del episcopado colombiano acoge al líder de la guerrilla liberado

Para negociar la liberación de los secuestrados

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BOGOTÁ, martes, 5 junio 2007 (ZENIT.org).- La Conferencia Episcopal de Colombia ha ofrecido su sede como lugar de acogida para Rodrigo Granda, conocido como el «canciller» de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia- Ejército del Pueblo(FARC-EP), después de haber sido liberado de la cárcel por las autoridades para negociar la liberación de secuestrados por la guerrilla.

Monseñor Luis Augusto Castro Quiroga, presidente de la Conferencia Episcopal, ha explicado este martes la decisión «con el propósito de promover el retorno a sus hogares de todos aquellos que sufren la injusta privación de su libertad».

En un comunicado de prensa, el también arzobispo de Tunja aclara que «la Conferencia Episcopal acompaña todas aquellas iniciativas orientadas a la liberación de las personas retenidas, siempre que éstas no supongan un riesgo para su vida y su integridad personal».

«Por esta razón ha decidido ofrecer la sede del Episcopado para la permanencia temporal del señor Rodrigo Granda, miembro de las FARC-EP, en el marco de una labor facilitadora y humanitaria», subraya.

«En razón al drama humano que experimentan nuestros hermanos y hermanas injustamente privados de la libertad, así como sus familias, el Gobierno Nacional, en la responsabilidad institucional que le corresponde y las FARC-EP por su parte, están llamados a privilegiar los principios humanitarios sobre cualquier consideración o reivindicación de carácter político o territorial, explorando incluso nuevas alternativas», afirma el comunicado del prelado.

«La Iglesia reitera su disposición para facilitar la concreción de un acuerdo humanitario en la medida que las partes lo consideren oportuno, viable y necesario», indica.

«Para tal fin –añade–, las partes mencionadas cuentan hoy con propuestas técnicas que en su momento fueron avaladas favorablemente, el respaldo de importantes sectores de la comunidad internacional, nuevas posturas y manifestaciones mutuas de voluntad política, el apoyo de la comunidad nacional y la superación de diferencias que en otro momento representaron obstáculos para la concreción de un acuerdo humanitario».

El «canciller» de las FARC estaba recluido en una prisión la prisión de «La Dorada» en el Departamento de Caldas, desde 2004, cuando fue capturado.

El presidente colombiano, Álvaro Uribe, anunció la semana pasada que antes del 7 de junio se procederá a la excarcelación de un grupo de casi 200 guerrilleros de las FARC, que hayan renunciado explícitamente a volver a militar en la insurgencia.

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ZENIT Staff

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