La visita a Roma de Bartolomé I impulsará el ecumenismo, según el Papa

Ambos conmemorarán el abrazo entre Atenágoras I y Pablo VI en Jerusalén

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CIUDAD DEL VATICANO, domingo, 27 junio 2004 (ZENIT.org).- Juan Pablo II confesó este domingo el deseo de que la visita que realizará a Roma el patriarca ecuménico de Constantinopla –el próximo martes– sirva para relanzar el compromiso hacia la unidad plena entre los cristianos divididos.

Bartolomé I, «primus inter pares» de la Ortodoxia, participará en la celebración eucarística que presidirá el pontífice en la plaza de San Pedro con motivo de la solemnidad de los apóstoles Pedro y Pablo, fiesta del Papa.

El obispo de Roma, antes de rezar la oración mariana del Ángelus con varios miles de peregrinos, aclaró que con este encuentro «queremos conmemorar juntos el histórico encuentro entre nuestros venerados predecesores, el Papa Pablo VI y el Patriarca Atenágoras I» de hace cuarenta años.

En aquella ocasión, recordó, «se intercambiaron un inolvidable abrazo de fraternidad y de paz en Jerusalén», «durante la peregrinación que realizó el siervo de Dios Pablo VI en 1964, mientras tenía lugar el Concilio Ecuménico Vaticano II».

Más tarde, el 7 de diciembre de 1965, un día antes de finalizar el Concilio, Pablo VI y Atenágoras I hicieron una declaración conjunta con la que deploraban y se levantaban los mutuos «anatemas» –pronunciados en 1054–, que dieron origen al cisma entre Iglesias de oriente y la de occidente.

Los padres conciliares aprobaron en noviembre de 1964 el decreto «Unitatis redintegratio» sobre el ecumenismo, siguió señalando Juan Pablo II.

«En él, se afirma solemnemente que la promoción de la unidad entre todos los cristianos es uno de los principales objetivos del Concilio, y que a favor de ella deben orientarse los esfuerzos de las instituciones y de las comunidades eclesiales», explicó el Papa, citando los números 1 y 18 del documento.

«En este período, a pesar de las dificultades que todavía permanecen, el ecumenismo ha dado notables pasos y se ha desarrollado en el Pueblo de Dios la sensibilidad ecuménica», constató ofreciendo dos ejemplos concretos.

En primer lugar, señaló el hecho de que «la semana de oración por la unidad de los cristianos ha pasado a formar parte del camino litúrgico-pastoral normal de las diócesis y parroquias».

En segundo lugar, recalcó la importancia que hoy se da en numerosas cristianas al «conocimiento recíproco y a la amistad entre cristianos de diferentes confesiones, de manera que cada vez se encuentran más unidos en obras de solidaridad, justicia y paz».

Que «el recuerdo del abrazo entre Pablo VI y Atenágoras I renueve el compromiso de comunión entre católicos y ortodoxos», fue el deseo con el que concluyó el Papa.

Al Santo Padre se le veía cansado –saltó la lectura de un párrafo de su discurso–. Como sucedió el año pasado, cuando el calor se hace intenso sus fuerzas se debilitan. Este año, a diferencia del pasado, disfrutará del aire fresco de la montaña entre el 5 y el 17 de julio en el Valle de Aosta (noroeste de Italia).

Juan Pablo II acogerá a Bartolomé I este martes a las 17.45 horas en el interior de la Basílica de San Pedro. Juntos pronunciarán la homilía y rezarán la profesión de fe, según ha confirmado una nota de la Oficina de Celebraciones Litúrgicas del Sumo Pontífice.

Concelebrarán la eucaristía con el Santo Padre los nuevos arzobispos metropolitanos, a los que el pontífice impondrá el palio.

El 1 de julio, se entregará a la archidiócesis ortodoxa de Italia, después de años de restauración, la iglesia dedicada al mártir Teodoro en pleno centro de Roma, como regalo de Juan Pablo II en al año 2000. La ceremonia de la inauguración del templo será presidida por el mismo Bartolomé I.

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ZENIT Staff

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