Los nuevos cardenales, entre la universalidad de la Iglesia y la disponibilidad al martirio

Recalca el padre Federico Lombardi SJ, portavoz vaticano

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ROMA, miércoles, 24 octubre 2007 (ZENIT.org).- Los veintitrés cardenales que creará Benedicto XVI el 24 de noviembre son un signo de la universalidad de la Iglesia y de la disponibilidad al martirio en el anuncio del Evangelio, explica el portavoz vaticano.

El padre Federico Lombardi SJ, director de la Oficina de Información de la Santa Sede, ha analizado el significado de esta elección del Santo Padre en su último editorial de «Octava Dies», semanario informativo producido por el Centro Televisivo Vaticano, del que también es director.

«Las opciones que con gran equilibrio toma están siempre en la línea de un colegio cardenalicio que responsa a la realidad de la Iglesia universal, con representantes de la Curia romana y de las grandes sedes episcopales de las distintas partes del mundo», explica.

«También ésta es una forma de esa «colegialidad» en la guía de la Iglesia a la que el Papa ha declarado que desea estar siempre particularmente atento», añade.

«Más allá de los cálculos porcentuales sobre la distribución de los cardenales por naciones o continentes, realizados para satisfacer la curiosidad, siempre es bueno prepararse para un consistorio recordando el verdadero significado del colegio cardenalicio como grupo para el consejo y la asistencia del Papa en su servicio universal, además de su finalidad en la eventual elección del sucesor de Pedro», puntualiza.

Igualmente destaca, en la púrpura cardenalicia, «un significado vinculado al testimonio de la fe, como recuerda el color rojo, color de la sangre de los mártires».

Y alude en particular al nombramiento de un cardenal iraquí, el Patriarca de la Iglesia caldea, Su Beatitud Emmanuel III Delly: «evocando la dura condición de la Iglesia y del pueblo de su país, es una indicación en tal sentido».

Para los creyentes, «la señal exterior está única y exclusivamente al servicio de un significado profundo, que hay que recordarlo continuamente a la conciencia, vivirlo y testimoniarlo al mundo», concluye.

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ZENIT Staff

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