Malas noticias para los coptos de Egipto después de Mubarak

Iglesias objetivo de los fundamentalistas en la guerra de los permisos de construcción

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ROMA, viernes 15 de abril de 2011 (ZENIT.org).- En Egipto después de Mubarak, las cosas para la comunidad cristiana no parecen tomar buen rumbo. Lo sugiere una serie de agresiones contra objetivos cristianos señalados en los días pasados por la Agencia Assyrian International News (AINA).

En un artículo publicado el pasado sábado 9 de abril, la agencia informa de tres ataques realizados recientemente por grupos o elementos salafitas – una corriente fundamentalista – contra otras tantas iglesias coptas. La última agresión sucedió el martes 5 de abril en el pueblo de Kamadeer, en las inmediaciones de Samalout, en la prefectura de Minya, cuando un grupo de musulmanes ocupó la Iglesia de San Juan el Amado. El objetivo de esta acción era impedir el comienzo de los trabajos de mantenimiento y reparación del edificio, que resultó dañado por las violentas lluvias del pasado enero.

Como contó el Estephanos Shehata, de la diócesis copto-ortodoxa de Samalout, fue el jeque salafita Mohamad Saleh quien hizo un llamamiento a la ocupación del lugar de culto. A la comunidad musulmana no le ha importado el hecho de que los cristianos hayan obtenido todos los permisos necesarios de las autoridades, para efectuar los trabajos de la Iglesia en ruinas, situada a poquísima distancia (apenas cinco metros) de una nueva mezquita. Los salafitas querían que la Iglesia (aunque es anterior a la mezquita) fuese trasladada.

Una reunión no oficial de “reconciliación” se celebró el 7 de abril, resultando la firma de un acuerdo, que prevé la construcción de una nueva iglesia a casi doscientos metros de distancia del antiguo lugar de culto y de la adyacente mezquita. El acuerdo parece una burla. El edificio sólo podrá tener una planta de altura y no dos como la anterior, y ni siquiera puede ser reconocible como iglesia, es decir no podrá tener cúpula, cruz y campanario. Para los activistas coptos, es un acontecimiento que no augura nada bueno. “Creará un precedente en Egipto”, teme Nader Shoukry, que ha hablado de una reconciliación no oficial “a la beduina”.

El pasado domingo 27 de marzo, una multitud de casi 500 salafitas armados con espadas, bastones y cuchillos impidió la salida de los fieles de la iglesia de Santa María, en Imbaba, en la gobernación de Giza. Según los manifestantes, que han bloqueado las puertas y pedido la clausura del edificio, “esta es un área musulmana y no debería ser permitida ninguna iglesia”. La iglesia frecuentada por casi 800 familias coptas, forma parte de un complejo que alberga también un asilo y un consultorio médico.

Aunque la actividad fue autorizada el pasado diciembre por el entonces State Security Intelligence o SSI (rebautizado como National Security) después de la “Revolución del 25 de enero”, dos jeques salafitas de la zona dicen que el centro Bashtil no tiene los permisos necesarios. También en este caso las autoridades locales han recurrido a la conocida fórmula de la “reconciliación” extra legal, que acabó nuevamente de un modo ridículo. Esperando una nueva autorización, la comunidad cristiana ha aceptado suspender los servicios litúrgicos en la iglesia.

Tres días antes se verificó en la ciudad de Beni Ahmad, a siete km al sur de Minya, en la misma gobernación, un tercer episodio de intimidación por parte de grupos salafitas. También esta vez lo que provocó la intervención de los fundamentalistas era una cuestión de permisos de construcción. Aunque hace tres años que la comunidad copta del pueblo había recibido la autorización para ampliar la iglesia, edificada un siglo antes, y construir un centro social, bajo la amenaza de destruir la iglesia, los salafitas obtuvieron la suspensión de los trabajos. Una petición de intervención fue rechazada por el ejército egipcio, según la activista Mariam Ragy, es un signo de que “las autoridades han vendido los coptos a los salafistas”. Estos últimos exigían también la expulsión del párroco y una “donación” para un presunto centro de hemodiálisis.

Siempre en la provincia de Minya, considerada a menudo como el centro de la oposición fundamentalista, una “banda” musulmana tiene en jaque a la comunidad copta del pueblo de Badraman y Nazlet el Badraman. Según lo que contó, el 6 de abril, la agencia AINA, un “matón” que además es informados de la policía local, Ali Hussein, llamado «Holaku» (un temido mercenario mongol), aterroriza desde el pasado 28 de enero -es decir más o menos al principio de la revuelta contra Mubarak – a la población copta de los pueblos. Dirigiendo su banda Ali Hussein no ha dudado en violar a mujeres coptas y a raptar a cristianos, incluso niños, para pedir después un rescate.

Las fuerzas de seguridad fueron advertidas en cuanto comenzó el terror, pero -como ha declarado el activista Nader Shoukry – “han cerrado un ojo”. Según Shoudry, que ha denunciado el asunto, “Hussein se ha autoproclamado gobernador de los dos pueblos, a pesar de que hay dos alcaldes”. Después de un tentativo fallido de arresto, que sucedió el 3 de abril, la banda ha vuelto a las andadas. Aterrorizados, los coptos se dirigieron al actual hombre fuerte de Egipto, el general Mohammed Tantawi, jefe del Consejo supremo militar. Con el apoyo de varias organizaciones pro derechos humanos, los habitantes de Badraman han entregado también, el miércoles 6 de abril, un informe al Procurador general del Cairo.

Sobre las relaciones entre musulmanes y coptos continúa pesando la vieja historia de dos presuntas convertidas al Islam – Camelia Shehata e Wafa’ Costantine -, de las que se dice que fueron encerradas como prosioneras en un monasterio copto. El asunto, que ya ha provocado dos sanguinarios ataques a los cristianos, el del 31 octubre de 2010 contra una iglesia siro-católica en a Bagdad (Iraq) y el atentado suicida del 1 de enero pasado en Alejandría en Egipto, fue definida por el famoso islamólogo, el padre Samir Khalil Samir, como “completamente falsa”. Como recordó el jesuita a AsiaNews (3 de enero), “el mismo difunto jefe de Al-Azhar, Tantawi, decretó que no había pruebas de su conversión”.

Como informó AINA, centenares de musulmanes organizaron el 30 de marzo un “sit-in” delante del Consejo de Estado, durante el que anunciaron el lanzamiento de una nueva alianza para apoyar a los “nuevos musulmanes”, la Coalition for the Support New Muslims. Según los dirigentes de la coalición, serían casi 70 los convertidos al Islam y “detenidos” por los coptos. El primer día del lanzamiento, martes 29 de marzo, se difundió por Internet la amenaza de que toda mujer sin velo o con la cabeza descubierta sería asesinada. Este anuncio empujó a la Egyptian Union of Human Rights Organization a poner una denuncia.

Según lo informado por las fuentes, la violencia está obligando a muchos cristianos a dejar Egipto. Según Naguib Gabriel, destacado abogado y director de la Egyptian Federation of Human Rights, su oficina recibe al menos 70 llamadas a la semana de personas que quieren emigrar. “Cada día vienen personas a buscarme para pedirme como pueden dirigirse a las embajadas de Estados Unidos o Canadá. Insisten en dejar Egipto porque es demasiado arriesgado quedarse” (AINA, 12 de abril). “Estamos en una encrucijada”, sostiene Gabriel. “muchos cristianos tienen miedo del futuro a causa de los fanáticos de las mezquitas”. Aunque la embajada canadiense en El Cairo declaró que no podía dar datos, según Sam Fanous, que gestiona una sociedad que asiste a los que solicitan emigrar a Canadá, su oficina está siendo bombardeada por estas peticiones.

Hablando con AsiaNews (12 de abril), el padre Rafic Greiche, director de la oficina de prensa de la Iglesia católica egipcia, admitió que la actual situación en Egipto es muy crítica, especialmente para las comunidades cristianas. “En el país han aparecido muchos
grupos extremistas, como los Hermanos Musulmanes, pero están cobrando fuerzas también grupos más radicales como el Islamic Jihad Movement y los salafitas”, dijo. “Muchos cristianos se están yendo, porque no saben que sucederá en el futuro y prefieren emigrar”, añadió el padre Greiche, que teme a los militares. “Aunque el ejército dice que no quiere apoyar a nadie, todos sabemos que los militares egipcios tienden a favorecer al Islam”, declaró el sacerdote, recordando que durante la revolución del 1952 -que concluyó con la abdicación del rey Faruq I – muchos de los soldados golpistas eran cercanos a los Hermanos Musulmanes.

También el padre Luciano Verdoscia no esconde ciertos temores. Aunque si el mensaje fundamentalista no ha calado entre los jóvenes de la “Revolución del 25 de enero”, hay una brecha entre los jóvenes y los estratos más ignorantes de la población egipcia. Esto últimos “pueden ser fácilmente manipulados por predicadores islámicos, como se vio en el reciente referéndum constitucional, presentado como una elección entre estar a favor o en contra de Dios”, confió a Fides, el misionero colombiano (13 de abril).

Por Paul De Maeyer. Traducción del italiano por Carmen Álvarez

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ZENIT Staff

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