María y la esperanza

Presentación del número de »Ephemerides Mariologicae» dedicado a esta virtud en la Madre de Jesús

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Todo momento presente de una historia personal o colectiva se vive en la tensión entre pasado y futuro, entre memoria y proyecto. Pero esta visión es demasiado esquemática, porque no se pueden preterir las pruebas que impone la circunstancia y las pasividades que toda vida entraña. La vida –diría el filósofo– es un repertorio de posibilidades y de dificultades; y añadiría que la vida es lucha, empeño, un bracear en medio de la circunstancia.

«La crisis»: con ese laconismo se despachan el habla común y la prensa, quizá por su tendencia a la economía expresiva, quizá por remitir a un fenómeno que engloba muchos aspectos de la vida humana: el económico-social (cuya recesión se manifiesta en el paro, en la situación de las finanzas, etc.), el cultural, el de los valores morales, el de la religión y la fe. Esta compleja situación afecta nuestro mundo emocional y al modo de percibir o avistar el futuro: el estado de ánimo sufre una conmoción y la percepción del porvenir puede volverse sombría. Sucede a escala personal y a escala social; y sucede sobre todo cuando la crisis se vuelve crónica: la vida se tiñe fácilmente de tonos de cansancio, de pérdida de energía, de desesperanza. Ya enseñaba el autor de Proverbios: «La esperanza que se demora es tormento del corazón» (Prov 13,12a). Pero la esperanza es una actitud esencial, porque la vida –se nos dice también– es estrategia de esperanza.

En el presente contexto social y eclesial dedicamos un monográfico a María y la esperanza. A la Madre del Señor le tocó vivir tiempos difíciles en sus aspectos económicos, políticos y religiosos. Como pertenecía al pueblo de la esperanza, virtud forjada y acrisolada en situaciones especialmente críticas de Israel, tenía ella una escuela en que aprender a ejercitarse. Y era la madre de Jesús, del Cristo, a quien llamamos “la esperanza de la gloria” (Col 1,27); pero como a tal madre le tocó vivir la esperanza en medio de pruebas. En la tradición se le han dado diversos títulos que expresan su vinculación con este dinamismo humano y teologal: «Madre de la esperanza», «estrella de la esperanza» (Benedicto XVI), incluso «esperanza» (antífona Salve regina). En la fiesta de su Natividad, la oración de la postcomunión dice que este nacimiento «fue para el mundo esperanza y aurora de salvación». Si queremos añadir un nuevo título que asimismo refleje la dimensión esperanzada de su vida y persona, la podemos designar también como testigo de esperanza.

Luis González-Carvajal, Profesor en el Departamento de Praxis de la Facultad de Teología de la Pontificia Universidad Comillas y autor de numerosas obras que han tenido excelente acogida y gran difusión, expone con su peculiar estilo, diáfano, estimulante y sazonado con citas sorprendentes y luminosas, la esencia y función de la esperanza en la vida humana y el novum que introduce la esperanza cristiana.

Severiano Blanco, Profesor en el Departamento de Escritura de la citada Facultad y en el Instituto Teológico de Vida Religiosa, además de miembro del Consejo de Dirección de nuestra revista, ofrece un denso y detallado panorama sobre la esperanza en Israel, que ha sido calificado como “el pueblo de la esperanza”, vivida en tiempos de crisis como esperanza contra toda esperanza. Tras una panorámica sobre las distintas épocas de la historia de Israel, recorre el mensaje de los líderes (los profetas) que mantuvieron izada la enseña de la esperanza en los variados avatares del pueblo. Por último se acerca con finura crítica a la época de Jesús y del cristianismo primitivo.

Carlos García Llata es Profesor en el Departamento de Fundamental y Sistemática de la Facultad de Teología del Norte con sede en Vitoria (al frente de cuyo decanato ha estado los últimos años) y miembro del Consejo de Redacción de Ephemerides Mariologicae. Introduce su artículo con unas consideraciones antropológicas básicas y examina a continuación con rigor la vivencia de esperanza que tuvo María en las distintas fases de aquel tiempo eje («plenitud de los tiempos»: Gál 4,4) en que se desenvolvió su vida y misión: como hija de Israel, como miembro de la comunidad cristiana primitiva, como partícipe de la esperanza trascendente. Dentro de su cualificado estudio, el autor se detiene en las pruebas por que pasó María en su itinerario de esperanza.

¿Qué significado tiene María para la Iglesia que peregrina y cumple su misión evangelizadora en este hoy y en estas culturas? A esta cuestión responde el servita y actual Preside de la Facultad de Teología “Marianum”, Prof. Salvatore M. Perrella, autor de conocidos estudios mariológicos tanto de orden histórico como sistemático. Con la gran erudición y con la atenta mirada a la cultura de nuestro tiempo que caracterizan la obra del Prof. Perrella, señala este los rasgos de la policrisis actual y marca los caminos que hemos de seguir para corregir la deriva nihilista de la cultura. El autor muestra a María como icono de una esperanza digna de confianza y expone las líneas maestras de Juan Pablo II y de Benedicto XVI en sus mensajes sobre la esperanza.

La Prof.ª Concepción González, que trabaja en la Comisión Episcopal de Liturgia de la Conferencia Episcopal Española, examina el formulario n.º 37 de la Colección de Misas de la Bienaventurada Virgen María, titulado Santa María, madre de la santa esperanza. Además de ofrecernos información sobre antecedentes de esta misa y otros particulares históricos, la autora analiza la eucología (prestando atención mayor a la eucología mayor que es el prefacio) y el leccionario. De esta suerte, nos presta una buena ayuda para comprender mejor el sentido de esta advocación de María y para vivirlo en la celebración.

Nos pareció oportuno incluir un estudio sobre la Declaración de Seattle (año 2004), resultado del diálogo oficial anglicano-católico sobre María. El título del documento (María: gracia y esperanza en Cristo) incitaba a acercarse a la teología que ofrece sobre la esperanza, sobre la vivencia mariana de la esperanza y sobre la Asunción de María (cumplimiento de su esperanza teologal), creencia que la Iglesia católica profesa con rango de dogma. El abajo firmante examina el documento en sí mismo, señala sus avances y, aunque toma breve nota de su “recepción” por parte de algún anglicano, deja de lado este punto de la acogida que se le viene dispensando.

La Prof.ª María Dolores Ruiz Pérez, del Estudio Teológico de Sevilla, muestra en un sabroso texto cómo María conecta con las esperanzas humanas de nuestro tiempo, señalando varios rasgos esenciales de la identidad de María y pasando revista a distintas categorías de personas (los sufrientes, los pobres, los luchadores, los buscadores de la sabiduría) que tienen en ella, habitada por el Espíritu, un icono para vivir con actitud esperanzada.

Por último, incluimos un estudio de la M. Isabell Naumann, del Pontificio Consejo de Cultura, Profesora del Catholic Institute of Sydney (Sydney, Australia) y miembro de la PAMI. El artículo trata de forma documentada, esencial y densa sobre la comunión de los fieles en la doctrina del Vaticano II, y sobre la identidad eucarística y la dimensión mariana de esta communio fidelium. Uno de los aspectos que aparecen en el texto conecta directamente con la esperanza: la autora expone el sentido escatológico de la comunión (orientada al Reino de Dios), muestra el vínculo que la eucaristía establece entre historia y escatología (“sin destruir su recíproca relación dialéctica”) y señala a María como un cuadro no deformado de los deseos y esperanzas de la Iglesia; de esta suerte, el trabajo de la Prof.ª Naumann, del que ha ofrecido una versión en el Congreso de la PAMI tenido a comienzos de septiembre del presente año, inserta la esperanza en realidades esenciales de la vida y la misión de la Iglesia y de la vida y misión de los fieles.

Formulamos votos
para que el presente número ayude a la contemplación de María como modelo madre de esperanza y estimule en los lectores la vivencia de esta virtud teologal.

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Pablo Largo Domínguez

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