No hay bien común sin cultura de la vida

Intervención del cardenal Martino en la 45 Semana Social italiana

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PISA, lunes, 22 octubre 2007 (ZENIT.org).- El respeto de la vida humana constituye un tema básico de la cuestión social, afirma el cardenal Renato Martino, presidente del Consejo Pontificio Justicia y Paz.

Interviniendo el 19 de octubre en Pisa, en la 45 Semana Social de los Católicos Italianos, el purpurado partió del «Tratado de Economía Social», escrito por el profesor Giuseppe Toniolo, fundador de las Semanas Sociales. Martino explicó que el «bien común» es una consecuencia del respeto al principio personalista».

Según el cardenal, «recuperar la plena verdad sobre el hombre, sobre su lugar en el cosmos y en la historia, sobre su naturaleza metafísica y su misma identidad antropológica, es ya una vía necesaria para planear adecuadamente toda la cuestión social y exige un compromiso cultural amplio».

«Si el bien común se sitúa en el cruce entre cuestión social y antropológica –añadió el purpurado– me parece cada vez más evidente que los temas de la vida y de la bioética no son temas de sector, sino de fundamental valencia social».

Por este motivo, subrayó «no se logrará dar una válida aportación al bien común si no es ampliando la cultura de la vida» porque «la acogida de la vida nos abre a acoger lo inmanejable y por tanto fundamenta una cultura de la vocación, más que una cultura de poder».

Para el presidente de Justicia y Paz, «si las cuentas no salen, en el tema de la vida, no pueden salir de ninguna otra parte y en ningún otro aspecto del bien común».

Tras subrayar que «el bien común necesita un nuevo compromiso de inteligencia y caridad, el purpurado expresó «alguna fundada perplejidad sobre el cómo y sobre a quiénes son concedidos los premios Nobel de la Paz, aunque en los años pasados hayan ido a personas dignísimas y ejemplares».

Respecto a las relaciones entre economía y persona, Martino precisó que «la economía no lo es todo en la sociedad, porque no lo es todo en la persona humana».

Recordando la advertencia de Juan Pablo II, contenida en la encíclica «Laborem Exercens», sobre la tentación de considerarla la totalidad en lugar de la parte, el purpurado subrayó que «la economía misma es sólo un aspecto de la dimensión humana y de la acción social».

«Esta no se explica en sí misma y está destinada a algo fuera de sí, es decir el bien común, que consiente a todos los ciudadanos el propio perfeccionamiento y la consecución de su fin último», añadió.

El presidente de Justicia y Paz concluyó dirigiendo a los presentes la invitación a hacerse promotores de las Semanas Sociales de Europa, en plena sintonía con las conferencias episcopales y con la efectiva contribución de la Santa Sede.

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ZENIT Staff

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