Se cierra una página de la teología francesa del siglo XX

Gustave Thibon murió a los 97 años en su pueblo natal

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ROMA, 23 enero 2001 (ZENIT.org).- El escritor y filósofo francés Gustave Thibon, uno de los más controvertidos pensadores cristianos de mediados del siglo XX, murió a los 97 años en Saint Marcel, su pueblo natal.

Se le considera una de las personas que salvó del olvido los escritos de Simone Weil, la filósofa de origen judío y activista política de izquierdas, que se mantuvo a la puerta del cristianismo sin llegar a atravesar su umbral. Sin embargo, Thibon era considerado un católico conservador, con simpatías monárquicas.

Ha dejado una amplia obra, muy popular en su momento, con frases breves y rotundas que se han hecho célebres como: «Quien rechaza ser la imagen de Dios, será eternamente su mono de imitación»; «La verdad es, a menudo, una herida y casi nunca un bálsamo»; «Ama lo que te hace feliz pero no tu felicidad»; «El hombre aspira a un bien absoluto, eterno, y si esas aspiraciones fallan, se vuelve hacia el erotismo o hacia cualquier otra forma de engaño».

Dotado de una especial vena mística y, al mismo tiempo, muy apegado a la vida de campo (le gustaba presentarse como «escritor campesino»), Thibon afrontó en una veintena de libros algunos de los más grandes interrogantes de la existencia desde un punto cristiano: la presencia de Dios, el amor, la fe y la gracia, el dominio de la técnica sobre la persona humana.

Entre sus obras más famosas, están «El destino del hombre» (1941); «La escalera de Jacob» (1942); «Retorno a la realidad» (1943).

En julio de 1941, acogió en su granja a Simone Weil, que en 1940 había sido expulsada de la enseñanza por las leyes antisemitas del Gobierno de Vichy. La filósofa judía mantenía ya una correspondencia con el sacerdote dominico J. M. Perrin y confió a Gustave Thibon, antes de salir del país, el manuscrito de su célebre libro «La gravedad y la gracia» que el escritor publicó en 1947, dando a conocer al mundo a la joven filósofa que murió de tuberculosis en 1943 en Gran Bretaña.

Junto a Jean Guitton, era considerado una de las luminarias del pensamiento católico francés del siglo XX pero vivió apartado, rechazando cualquier encargo de tipo académico.

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ZENIT Staff

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