CIUDAD DEL VATICANO, 12 enero 2001 (ZENIT.org).- Juan Pablo II exige que, en una sociedad cada vez más marcada por la competición «sin corazón», los cristianos encuentren sendas para una «nueva imaginación de la caridad».
El pontífice ilustró su propuesta para el nuevo siglo que comienza al recibir esta mañana las cartas credenciales de Alberto Leoncini Bartoli, nuevo embajador de la Soberana Orden Militar de Malta, institución que extiende su labor humanitaria cristiana en unos cien países a través de más de cien hospitales y miles de ambulatorios.
«Es la hora de un nueva «imaginación de la caridad» que promueva no tanto y no sólo la eficacia de las ayudas prestadas, sino la capacidad de hacerse cercanos y solidarios con quien sufre, para que el gesto de ayuda sea sentido no como limosna humillante, sino como un compartir fraterno», dijo el Papa recordando su propuesta presentada el pasado 6 de enero, último día del Jubileo, en la carta apostólica Novo Millennio Ineunte
«En el contexto de hoy –añadió–, donde los mecanismos impersonales de grandes transformaciones económicas y tecnológicas contribuyen a enriquecer a quien tiene ya grandes fortunas», el Santo Padre pidió a los Caballeros de Malta que intensifiquen su labor de ayuda.
De hecho, en los últimos años, la Orden de Malta (http://www.smominfo.org) ha incrementado su asistencia a las personas víctimas de las calamidades naturales y de los conflictos bélicos, creando centros de acogida de refugiados, hospitales de campaña, distribuyendo medicinas y primeros auxilios, especialmente entre las poblaciones más afectadas por el conflicto de la ex Yugoslavia. Está comprometida, además, en la distribución de medicinas y de géneros de primera necesidad; y, en el ámbito de intervenciones específicas, en la lucha contra la lepra y en la asistencia a enfermos terminales.
«Continuad trabajando a favor de una humanización y distribución de los recursos que Dios ha destinado en igual medida a todos los hombres –dijo el Papa refiriéndose a los miembros de esta Orden–. Ante las ásperas aristas de la competición «sin corazón» y «sin misericordia», que nunca se desaliente vuestra labor, ni se detenga por ningún impedimento, que siga siendo la de los «Hospitalarios», es decir, hombres y mujeres con un corazón rico en misericordia, generosos e intrépidos en la defensa de las razones y de los derechos de los pobres».
La Orden de Malta dirige y alienta la labor de 40 Grupos de Socorro (más de 80.000 voluntarios permanentes) que trabajan en diferentes zonas de crisis mediante unidades operativas surgidas en los cinco continentes.
Por este motivo, los Caballeros de Malta recibieron el año pasado el premio asignado por la Fundación «Sendero para la Paz» («Path to Peace»), institución que depende de la Misión de la Santa Sede en la ONU, dirigida por el arzobispo Renato Martino .
Durante el Jubileo, la Orden de Malta se ha encargado de la asistencia sanitaria de los peregrinos venidos a las basílicas de Roma. Una labor que el Santo Padre agradeció explícitamente en su discurso al embajador Leoncini Bartoli. A lo largo del año santo el personal sanitario, compuesto por médicos y enfermeros preparados por los organismos nacionales de los Caballeros de Malta, se ha ido turnando según un calendario establecido según nacionalidad.
La Orden Soberana Militar y Hospitalaria de San Juan de Jerusalén (este era su nombre original) fue creada en 1099 para acoger a los peregrinos y enfermos de Jerusalén y cuenta con el reconocimiento de nación soberana por parte de 85 Estados. Es observador permanente ante las Naciones Unidas, al igual que Suiza o la Santa Sede.
Su lema es «Defensa de la fe y ayuda a los pobres» («Tuitio Fidei et Obsequium Pauperum»). «Frente a una humanidad sedienta de verdad y de solidaridad –concluyó el Papa–, ¿cómo no es posible destacar la oportunidad de esta unión que llega casi a fundirse con estos dos objetivos que caracterizan en todo continente la calificada misión de los Caballeros de la Cruz blanca octogonal?».