MADRID, 19 feb 2001 (ZENIT.org).- «También entre los cristianos hay un silencio sobre Dios», dijo Carmen Aparicio, doctora en Teología y profesora de la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma, en la conferencia introductoria a las XXII Jornadas-Seminario de delegados diocesanos y presidentes generales del laicado católico.
Las jornadas tuvieron lugar el pasado fin de semana, en El Escorial (Madrid), convocadas por la Comisión Episcopal de Apostolado Seglar (CEAS), que preside monseñor Braulio Rodríguez, obispo de Salamanca.
Durante su intervención sobre «El anuncio de Jesucristo en una sociedad de increencia», la profesora Aparicio constató que «nuestra cultura ha roto con el cristianismo». Indicó así mismo que «estamos entrando en lo que algunos definen como una segunda secularización: la muerte de Dios anunciada por Nietzsche ha dado paso a la muerte del hombre».
La ponente aseguró que hay ausencia de Dios en la actual sociedad y la religión viene excluida de la vida pública y relegada al ámbito privado pero además «están en crisis no sólo la religión sino las instituciones religiosas».
Aludiendo al silencio de Dios entre los cristianos, afirmó que, sin darnos cuenta «hemos pactado con la reducción de la religión –y no digamos de la fe– al ámbito privado. ¡Qué difícil es a veces compartir las razones de sentido, la raíz o fundamento de nuestras opciones más comprometidas!»
El auditorio –pastores que actúan en el campo del laicado y representantes de asociaciones y movimientos– se vieron invitados a «mirar al mundo, correr ese riesgo, y descubrir el paso de Dios en él».
Una mirada «desde la fe, y esto significa mirarlo desde el amor del Padre, que tanto amó al mundo que entregó a su Hijo», «a escrutar a fondo los signos de los tiempos, de nuestra época, e interpretarlos a la luz del Evangelio», «a discernir en los acontecimientos, exigencias y deseos los signos verdaderos de la presencia o de los planes de Dios», como invitaba el Vaticano II.
Además de ser un ámbito de diálogo e intercambio, y un punto de partida para una programación pastoral, esta «cumbre» de las fuerzas vivas laicas eclesiales se había propuesto volver sobre el Concilio, a los 35 años de su conclusión, en fidelidad a la invitación de Juan Pablo II en el Jubileo de los laicos.
«Eliminando la trascendencia cada vez estamos más encerrados en el círculo de lo inmediato –añadió Carmen Aparicio–, llegando a una cultura del «carpe diem», es decir, a la necesidad de captar cada instante».
La primera condición –añadió la ponente– para el evangelizador es «transformarse en Cristo», porque «no se puede hablar de lo que no se conoce». De ahí, añadió la necesidad de que «el cristiano, para anunciar a Cristo, sea una persona de oración». Un encuentro con Dios que va acompañado de una respuesta que se transforma en misión.
En la inauguración, intervinieron monseñor Braulio Gómez, así como el nuncio en España, monseñor Manuel Monteiro de Castro. Presentó las Jornadas Antonio Cartagena Ruiz, director del Secretariado de la CEAS. En una mesa redonda sobre estilos, formas y características de las diversas asociaciones y movimientos intervinieron Ricardo Martín y Teresa Nales, presidentes de la Unión Familiar Española (UFE); Beatriz Pascual, secretaria general de la Federación de Movimientos de Acción Católica; Juan José Rodríguez, presidente general del Foro de Laicos.