MADRID, 22 feb 2001 (ZENIT.org).- Con palabras durísimas, los máximos representantes de la Iglesia en España han condenado el atentado del grupo terrorista ETA que hoy sesgó la vida de dos personas.
Dos personas murieron y otras cuatro resultaron heridas, entre ellas un concejal socialista de la localidad guipuzcoana de Ordicia, tras la explosión de un vehículo registrada en San Sebastián, en la mañana de este jueves.
La explosión tiene lugar dos días después de que se convocaran las elecciones en el País Vasco. Los dos fallecidos eran trabajadores de una empresa eléctrica próxima al lugar del suceso. Uno de ellos, Josu Leonet, era militante del Euskal Herritarrok (EH) (partido cercano a ETA) y hermano de la alcaldesa de Beizma (Guipuzcoa) del Partido Nacionalista Vasco (PNV), Idoia Leonet. El otro trabajador de la empresa «Elektra» fallecido es José Ángel Santos Larrañaga.
El concejal socialista del Ayuntamiento de Ordicia, Ignacio Dubreuil, contra quien al parecer iba dirigido el coche bomba, resultó herido grave y fue intervenido quirúrgicamente, pues según el parte médico «Sufre quemaduras de segundo grado en la cara y heridas múltiples por metralla».
El pronóstico de otros dos heridos era «muy grave», mientras que otra de las personas ingresadas estaba «menos grave», informó el centro hospitalario de Nuestra Señora de Aránzazu en San Sebastián.
El obispo de San Sebastián, monseñor Juan María Uriarte, quien visitó a los heridos tras el atentado, declaró que «nada parece poder detener esta cadena de asesinatos y atentados, que se oponen frontalmente al precepto divino ´no matarás´ y violan el derecho intangible a la vida humana y a su seguridad e integridad».
Uriarte ruega por el «fin definitivo de este inhumano baño de sangre», y añade que los atentados «destrozan familias enteras, acogotan la libertad cívica sembrando miedo e inseguridad en una muchedumbre de ciudadanos de este pueblo, ahondan el riesgo de fractura de esta sociedad, provocan la desesperanza y la indignación en la inmensa mayoría de la gente y alejan las perspectivas de una paz ardientemente deseada».
El atentado ha sido calificado por el cardenal Antonio María Rouco Varela como «cruel y vil». De este modo, considera, ETA «quebranta gravísimamente la Ley de Dios», e insiste una vez más en que «no es posible construir ningún tipo de sociedad al margen de Dios y en oposición frontal a su Amor y a su Justicia».
El cardenal, que en su diócesis ha lanzado un histórica campaña de oración ante el terrorismo, invita a rezar para que en «España cese y desaparezca el terrorismo y todo germen de violencia, los terroristas y sus inductores se conviertan, los amenazados y los que ya han sido heridos en cualquier forma experimenten ayuda cristiana, las víctimas alcancen el descanso eterno, sus familiares el consuelo y el amor fraterno, y todos la paz de Dios».
El último atentado mortal atribuido a ETA se produjo el 26 de enero en San Sebastián contra un cocinero de la Comandancia de Marina, que falleció tras la explosión de una bomba lapa adosada a los bajos de su coche.
Durante el año 2000 y tras el fin de la tregua en diciembre de 1999, ETA ha cometido 23 asesinatos.
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Feb 22, 2001 00:00