Científicos afrontan en el Vaticano los desafíos éticos de la ciencia

Simposio organizado por la Academia Pontificia de las Ciencias

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CIUDAD DEL VATICANO, 23 feb 2001 (ZENIT.org).- La Academia Pontificia de las Ciencias ha reunido hoy en Roma a algunos nombres de máximo prestigio científico para afrontar las implicaciones ético-filosóficas planteadas por los recientes desarrollos de la ciencia.

Con el lema «Los desafíos de la ciencia» lumbreras de la astronomía, la física, la neurobiología, la inmunología, etc., analizan entre hoy y mañana las nuevas fronteras que plantean avances tan importantes como los realizados en el campo de la biomedicina (basta pensar en el mapa del genoma humano o en la investigación con las células madre o estaminales).

El encuentro tiene lugar un año después de la muerte de uno de los miembros más ilustres de esta institución vaticana, el científico brasileño Carlos Chagas, quien fue presidente de la Academia Pontificia de las Ciencias de 1972 a 1988. Todos los presentes se unieron a un acto de homenaje en su memoria.

Se trata de la primera Academia de las Ciencias de la historia, pues de hecho fue fundada en 1603 por Federico Cesi y otros jóvenes investigadores. El objetivo de la Academia de los Linces –como eran llamados sus miembros, por la visión aguda y penetrante que entonces se atribuía a este animal– consistía en renovar el saber científico sirviéndose de los nuevos métodos propuestos por Galileo Galilei, quien fue aceptado como socio el 25 de abril de 1610.

Tomó el nombre de Academia Pontificia de las Ciencias el 1 de junio de 1937, cuando Pío XII la reorganizó, nombrando a 80 miembros, escogidos entre los científicos más destacados del mundo, sin distinción de país, raza o religión. Entre sus miembros se encuentran el famoso físico Stephen W. Hawking y la premio Nobel Rita Levi-Montalcini.

Actualmente es la única Academia de las Ciencias con carácter supranacional existente en el mundo. Tiene como fin: honrar la ciencia pura dondequiera que se encuentre; asegurar su libertad y favorecer las investigaciones, que constituyen la base indispensable para el progreso de las ciencias.

Precisamente, en este mismo día, Juan Pablo II ha elevado a la dignidad episcopal al sacerdote argentino monseñor Marcelo Sánchez Sorondo, canciller de la Pontificia Academia de las Ciencias (así como y de la Pontificia Academia de las Ciencias Sociales).

Monseñor Sorondo ha sido uno de los colaboradores del Papa en la redacción de su última encíclica «Fe y Razón», quien pudo ofrecer una contribución particular en cuestiones relacionadas con la ciencia y la fe tocadas por el pontífice.

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ZENIT Staff

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